El tren, la revolución y Paredón, en Coahuila de Zaragoza

Opinión
/ 14 noviembre 2025

La batalla de Paredón fue un enfrentamiento militar decisivo en la Revolución Mexicana. Las fuerzas constitucionalistas del general Francisco Villa y los federales de Victoriano Huerta se enfrentaron en ese lugar el 17 de mayo de 1914. La victoria constitucionalista abrió paso a la toma de Saltillo, Villa y sus tropas entraron cuatro días después, el 21 de mayo de 1914.

Paredón, un poblado del municipio de Ramos Arizpe, en Coahuila de Zaragoza, viene a colación por dos temas de hoy: la conmemoración del 115 aniversario de la Revolución Mexicana y el ferrocarril de pasajeros que en un futuro próximo unirá a la capital de la República con la frontera noreste en Nuevo Laredo, Tamaulipas, pasando por Saltillo, Ramos Arizpe y Monterrey. El tramo de la vía Derramadero-Saltillo-Ramos Arizpe se asignó recientemente por licitación.

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El ferrocarril arribó por primera vez a Paredón hace más de 120 años y su estación ferroviaria fue famosa por su gran movimiento de carga y pasajeros. A Paredón llegaban los trenes del Ferrocarril Torreón-Paredón-Monclova, extendido luego a Cuatro Ciénegas, y ahí se conectaban con otros cuyo destino era Matamoros. La estación fue parte del Ferrocarril Central Mexicano, también llamado Monterrey al Golfo de México, que incluyó asimismo el ferrocarril de Paredón a Tampico, pasando por Monterrey.

La Estación Paredón fue detonante del desarrollo económico regional y benefició a muchas rancherías aledañas. Los trenes transportaban con rapidez sus productos agrícolas y ganaderos y al mismo tiempo servían como medio de transporte a sus habitantes. Al suprimirse el servicio de pasajeros, la estación se convirtió en cementerio de trenes. Viejas locomotoras y vagones de carga y pasajeros, muchos sin puertas, con los cristales rotos y los asientos desvencijados, permanecían estacionados en sus patios, a la espera de algún comprador de chatarra.

Por otro lado, y como es sabido, el ferrocarril tuvo un papel protagónico durante la Revolución Mexicana. Los jefes revolucionarios y los gobiernistas federales incautaban los trenes para usarlos como cuarteles generales móviles, de tal modo que la suerte de los bandos en pugna dependía del dominio de las estaciones y los trenes. En las estaciones instalaban sus campamentos y las tropas se trasladaban en trenes. Las estampas más emblemáticas de la revolución son las imágenes de trenes cargados de tropas y soldaderas y los campamentos revolucionarios instalados en los techos de los vagones. Ya en la silla presidencial, don Venustiano Carranza decretó la intervención del Gobierno a los Ferrocarriles Nacionales de México, pero los trenes siguieron siendo utilizados para satisfacer las exigencias de la campaña militar en materia de transporte. El propio gobierno carrancista terminó sus días después de abordar un convoy en el que viajaban el Primer Jefe y sus funcionarios con los archivos y los bienes de la Tesorería de la Nación. El tren se detuvo en un punto entre Veracruz y la capital mexicana. El presidente Carranza se vio obligado a pernoctar en un lugar cercano, donde fue asesinado.

Después de la toma de Torreón, Pancho Villa se dirigía con sus Dragones de la División del Norte a tomar Saltillo, pero los federales habían destruido unos 20 kilómetros de vía y se instalaron unos 5 mil en la Estación Paredón y otros 10 mil en lugares cercanos. Gracias a los cañones de Felipe Ángeles y a las previsiones tácticas de Villa, quien había mandado un batallón a Zertuche para cortarle el paso a los federales, sólo pudieron huir unos cuantos “a uña de caballo”. La caballería villista arrasó todo a su paso, los vencidos perdieron el 70 por ciento de sus hombres y tuvieron más de 500 muertos. La batalla de Paredón no ha sido muy estudiada, quizá porque solo duró un día, pero la victoria de los constitucionalistas les abrió el camino hacia el sur y directamente a la toma de Saltillo, hasta entonces en manos de los federalistas. Ya lo dice el corrido: “Siete leguas, el caballo que Villa más estimaba, cuando oía silbar los trenes se paraba y relinchaba Siete leguas, el caballo que Villa más estimaba... Oye tú Francisco Villa, ¿qué dice tu corazón? ¿Ya no te acuerdas valiente, cuando tomaste a Torreón? ¿Ya no te acuerdas valiente, que atacaste a Paredón?”.

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Profesora de Lengua y Literatura Española. Dirigió el departamento de Difusión Cultural de la Unidad Saltillo de la UAdeC. En 1995 fue invitada por la Universidad Tecnológica de Coahuila, unidad Ramos Arzipe, para encargarse del área cultural, que incluía la formación del Centro de Información y cuatro años más tarde vendría la fundación del Centro Cultural Vito Alessio Robles, recinto que resguardaría la biblioteca de su padre, y donde hasta hoy labora.

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