Enamorándonos del horror

Opinión
/ 22 noviembre 2025

Por: Fernanda López Quiz

—Bienvenidos al programa más aterradoramente romántico del año —dijo casi a oscuras Penélope Menchaca, presentadora del show, en medio de una neblina artificial y bajo un solitario haz de luz—. Esta vez les preparamos un especial de citas en Halloween —hizo una pausa dramática—, porque los asesinos en serie también tienen su corazoncito. Negro, rancio y malévolo, pero lo tienen.

Hubo un suspiro de ternura bastante largo entre el público del foro.

TE PUEDE INTERESAR: Confesión en primera clase

—La invitada de hoy será una mujer muy afortunada —prometió la conductora—. Ella es la más temible, pero por igual la más olvidada en las películas de miedo. ¡Por desgracia, no tiene un doctor loco que le haga una pareja como a Frankenstein...! Señoras y señores, sin más preámbulos ni pozos, aquí está ella. ¡La Niña del Aro está en busca de pareja!

El público soltó un murmullo de sorpresa y miedo. Algunos se acomodaron en su asiento con ganas de irse. No sabían si la maldición aún era posible sin el video en VHS.

La producción alzó la cortina lentamente. Había un televisor en ese espacio. De pronto las luces parpadearon y empezó a sonar el clásico zumbido de la estática en su pantalla. Entonces apareció ella. La Niña del Aro emergió del aparato arrastrando los pies y con el cabello enmarañado cubriéndole el rostro.

Varios gritos se escucharon en el estudio de televisión.

La presentadora hizo un guiño para que encendieran el letrero de aplausos y la gente sofocó su temor con las palmas.

—B-bueno, veamos... —logró decir Penélope, mientras revisaba las tarjetas para encontrar la pregunta correcta—. Hermosa, dinos. ¿Qué es lo que buscas en una pareja?

—Estoy interesada en un guapo que no le incomode matar frente a mí —dijo agarrándose un mechón de pelo—. Que cumpla siquiera con tres víctimas por día y que asuste más que yo. O por lo menos que no viva con las greñas sobre la cara todo el tiempo.

—¿Por qué la prisa? —dijo la conductora—. Tres muertes diarias son muchas.

—Mi maldición necesita siete días para cumplirse; pero ¡ya nadie tiene videocaseteras! Gracias al streaming mi video se pudre en una repisa y no tengo víctimas desde hace años. Me he aguantado las ganas bastante.

La Niña del Aro miró a las gradas y, por su abstinencia de muertes, asustó a más de uno.

Penélope tragó saliva y rápido acabó con el silencio incómodo:

—Muy bien, después de escuchar a la Niña del Aro, pasemos con el primer pretendiente. ¡Un aplauso para... Chucky!

El set volvió a estar sin ruido alguno hasta que el juguete cobró vida en manos de un fanático del programa que iba vestido de Andy Barclay. “El Good Guy” poseído se alzó del regazo, tomó el cuchillo y cercenó la garganta del tipo.

—Gracias por traerme —le dijo Chucky—. Mejor servicio que el de Uber.

El público aplaudió forzosamente, como si su vida dependiera de ello.

—Chucky, dinos —preguntó, lívida, la presentadora—, ¿qué debe tener tu compañera ideal?

—Gracias, gracias. Verás, yo sólo quiero a alguien que no tema a los cuchillos —dijo sonriendo con inocencia falsa—. Que no se asuste si me escucha hablar sólo con mi navaja y que sepa coser por si acaso necesito un retoque.

El respetable auditorio soltó unas risas nerviosas.

—Qué romántico —dijo Penélope, incómoda ante el humor de su primer invitado—. El siguiente candidato para ganar el rencoroso corazón de nuestra soltera fantasmagórica, es Freddy Krueger. Por favor, ¡despierten a nuestro operador del teleprompter!

El chico responsable del texto para Penélope era fan del cine de terror. Por eso fue voluntario para conocer a su ídolo del género en sus sueños y esto le costó la vida. Asustó a todos con sus berridos cuando le obligaron a abrir los ojos, único escape para Freddy, y le dejaron con las cuencas vacías.

La pesadilla de la calle Elm entró al foro arrastrando sus cuchillas contra la pared, sacando chispas en el camino y relleno de su asiento.

Penélope Menchaca no tuvo tiempo ni de preguntar.

—Yo sólo quiero a alguien que no le moleste dormir poco. Saben, no soy alguien de mañanas ni persona nocturna, sino onírica y molesta continuamente. Además, que no sea celosa porque suelo meterme en sueños ajenos. Ah, eso sí, que tenga buen sentido del humor porque mis bromas... matan.

Tras su remate, el chiste no tuvo efecto en nadie más que en él. La audiencia presente no soltó ni una sola reacción hasta que se iluminó el letrero de aplausos.

—¡Eso sí que fue escalofriante! —rio la conductora por una u otra cosa— y, por último, tenemos a Jason Voorhees.

Como si hubiera salido de la regadera con todo y ropa, el protagonista de la saga Viernes 13 entró empapado de pies a cabeza y se sentó sin decir palabra.

La cámara enfocó a Jason sin éxito alguno pese a su close up. El enmascarado sólo colocó el machete a su costado.

—Vaya, Jason prefiere expresarse con un silencio letal —dijo Penélope—. Estás matando nuestro tiempo en la tele, querido, y sale muy caro.

El villano de doce películas giró su cabeza lentamente y le lanzó una mirada amenazante.

La conductora carraspeó, intentando recuperar la compostura:

—En fin, llega el momento más esperado de la noche... ¡La niña del Aro tendrá que elegir con quién se quedará!

El ambiente ya era tenso y el público gritó con más ganas de huir que de saber el desenlace, mientras la chica del pozo se acomodó el cabello que le cubría la cara.

—Recuerda, tenemos tres opciones —dijo Penélope—: Primero es Freddy Krueger, el maestro de las quesadillas, digo, pesadillas. Una disculpa Sr. Krueger. Segundo está Chucky, el muñeco con más cuchillos que sentimientos. Y tercero, está Jason, el tipo que no habla, pero que con su silencio es más transparente que el agua del Lago Cristal.

—Mmm, difícil decisión —dijo la Niña del Aro—. Freddy me hace reír, pero ¿siempre huele a humo? Hasta aquí me llega el hedor. Chucky tiene dentro el alma del asesino Charles Lee Ray, así que estaría saliendo con un igual. Y Jason... bueno, no habla, lo cual no me gusta porque llevo encerrada mucho tiempo y quiero platicar y saber de su día; pero tiene ese misterio que da miedo y ternura a la vez.

Los asesinos reaccionaron a su manera. Freddy acarició sus cuchillas, confiado como todo un galán; Chucky levantó sus cejas de costura, también con coquetería, y Jason sólo se quedó inmóvil, sentado.

—Vamos, escógeme a mí —dijo Freddy—. Te ayudaré a limpiar tu pozo todas las veces que sean necesarias.

TE PUEDE INTERESAR: ¡Rin, rin! Era el rey noble

—¡Por favor! Yo soy compacto, letal y sé cocinar... —dijo Chucky—. Bueno, más o menos, la última novia se me quemó.

Jason se levantó de su lugar, caminó hacia uno de los maquillistas y le enterró su machete en el pecho. Regresó ante la invitada del show y le mostró una brocheta de corazón rojo, fresco y chorreante.

En medio de la crisis de asesinatos, hubo algún loco que volvió a sentir ternura por ese gesto de galantería entre monstruos. El letrero de aplausos prendía y apagaba sin resultado alguno.

—Ay, Jason, qué aventado. Ni en mi anterior programa, Doce corazones, tuvieron ese detalle. Tómalo, mija. No vaya a ir por el ramo completo —le advirtió Penélope, nerviosa por quedarse sin público—. ¡Parece que ya tiene su decisión la Niña del Aro! Dinos, preciosa, ¿con quién te quedas?

Se hizo silencio, la figura del vengativo ente sobrenatural parpadeó como si estuviera dentro de su televisor y todos escucharon el zumbido de la estática.

—¡Me quedo con Chucky!

El muñeco diabólico levantó su cuchillo al cielo, celebrando, y dijo:

—Soy el primer slasher de los ochenta con una serie en 2021 y ahora esto. ¡Tomen, perros gigantones!

—Wow, con ustedes, querido público: Chucky y la Niña del Aro, ¡una auténtica pareja de miedo! —exclamó la conductora—. ¿Por qué lo elegiste?

—Es pequeño, pero peligroso —dijo el poltergeist algo ruborizado—. Además, le gusta la sangre tanto como a mí y, por lo menos, él no necesita pilas como otros.

—¡Eso, muñeca! Prometo no entrar a tu tele, mientras no escondas mi juego de cuchillas en el pozo.

—Ay, esta noche habrá cuchiplancheo —dijo la anfitriona su célebre frase.

La Niña del Aro y Chucky se tomaron de la mano. Juntos caminaron hacia el televisor viejo del foro que comenzó a brillar con una luz blanca. Entraron en él y desaparecieron entre estática y sombras.

—Bah —dijo Freddy—, es tan malo el crossover que seguro terminan en una película de Serie B.

Jason sacó un pequeño letrero escrito a mano: “Yo solo vine por los jóvenes del río”. Enseguida miró a las gradas y fue en busca de su siguiente sacrificio.

La gente corrió por su vida y con el último camarógrafo en pie Penélope Menchaca despidió su transmisión de medianoche:

—¡Y así termina este especial de Enamorándonos del terror! Fue la noche más horrorosamente romántica en la historia del programa y aprendimos que el amor puede dar más miedo cuando hay dos asesinos seriales rechazados. Sin embargo, tengan fe en hallar a su pareja soñada. Recuerden: ¡el amor apuñala cuando menos te lo esperas!

FERNANDA LIZETH LÓPEZ QUIZ (Saltillo, 2009). Estudiante del CBTa No. 22 en Cuatro Ciénegas, Coahuila, miembro del taller literario y banda de guerra de su plantel, también forma parte del grupo municipal de baile folclórico. Ha conseguido con este relato su segunda aparición en el periódico VANGUARDIA de Saltillo. Su primer texto fue “Confesión en primera clase” y va que vuela para aparecer en La Tamalera No. IX, revista anual de su club de fomento a la lectura y preparatoria. Ella es una persona creativa y positiva; le gustan mucho las películas de Harry Potter y es amante de escuchar cualquier tipo de género musical.

Temas



Página Siete es una muestra del trabajo creativo de los equipos de Redacción, Ilustración y colaboradores de Vanguardia MX. Encuentra un nuevo texto cada semana.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM