Entendiendo a la Bolsa: ¿cómo nos afecta si sube o baja?
La Bolsa es como un espejo emocional de la economía. A veces refleja lo que pasa en el mundo real y otras veces se anticipa. Es una mezcla rara de matemática, política y psicología colectiva
Cada que veo en las noticias la frase “la Bolsa subió” o “la Bolsa cayó”, no puedo evitar pensar en la cantidad de gente que seguramente cambia de canal o simplemente asiente sin entender del todo qué significa eso. No es por falta de interés, sino porque nos lo explican como si todos hubiéramos nacido con un diploma de economista bajo el brazo. Y no, la mayoría no tiene por qué saberlo, pero sí vale la pena entenderlo.
Cuando se dice que “la Bolsa subió”, no es que el edificio de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) haya flotado mágicamente sobre Paseo de la Reforma. Lo que en realidad está ocurriendo es que el valor de muchas de las acciones que se negocian en ese mercado aumentó. Es decir, las empresas que cotizan ahí valen más hoy que ayer, al menos en términos de percepción del mercado. Y si se dice que cayó, pues lo contrario, el mercado cree que ahora valen menos.
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Pero, ¿por qué suben o bajan? Las razones son muchas y no siempre son reacciones coherentes. A veces es por buenas noticias: la economía crece, bajó la inflación, una empresa reportó buenas ventas. Otras veces es por miedo: por ejemplo, rumores de guerra, elecciones, pandemias, crisis políticas, etcétera. También influye mucho el humor de los inversionistas, que a veces reaccionan como si fueran adolescentes con cambios hormonales: eufóricos un día, aterrados al siguiente.
¿Y cómo se mide todo esto? A través de índices bursátiles, que son como termómetros que agrupan a varias empresas representativas. En México tenemos el IPC (Índice de Precios y Cotizaciones) que está compuesto por 35 de las empresas más importantes de la Bolsa Mexicana de Valores, por ejemplo, Grupo Alfa, Alsea, FEMSA, Bimbo, Carso, Televisa, etcétera.
En Estados Unidos está el Dow Jones, el S&P 500, y así en cada país. Si estos índices suben es porque la mayoría de esas acciones relevantes subieron. Si bajan es porque la mayoría de las acciones de este grupo de empresas bajó.
Hasta aquí, todo bien. Pero viene lo importante: ¿en qué nos afecta a los simples mortales? Porque uno podría pensar que eso es puro asunto de ricos y financieros. Pero no. Por ejemplo, si tienes una Afore, parte de tu dinero para el retiro está invertido en la Bolsa. Si la Bolsa tiene un mal año, tus ahorros lo sienten. También afecta la confianza de las empresas: si sus acciones pierden valor, les cuesta más conseguir dinero para invertir, crecer o incluso contratar personal.
En pocas palabras, la Bolsa es como un espejo emocional de la economía. A veces refleja lo que pasa en el mundo real y otras veces se anticipa. Es una mezcla rara de matemática, política y psicología colectiva.
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Ahora, tampoco hay que entrar en pánico cada vez que escuchamos que “cayó la Bolsa”. Lo normal es que suba y baje todos los días. Es parte del juego. Lo importante no es la sacudida de hoy, sino la tendencia de fondo. Como el clima, no importa si hoy llueve, lo que importa es si vamos hacia una tormenta larga o hacia la primavera.
Así que la próxima vez que escuches esa famosa frase, ya sabrás que no es algo tan lejano como suena. De hecho, si te fijas bien, la Bolsa también habla de nosotros, de cómo pensamos, de qué tanto confiamos en el futuro y de si estamos apostando por construirlo o por salir corriendo.
LinkedIn: Ricardo Ozuna