Espacios urbanos: Convencimiento de unir fuerzas y esfuerzos
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¿Será posible que un día llegue el convencimiento de la necesidad de mantener en buen estado y en higiene los espacios urbanos que se habitan?
La ciudad envuelve a sus habitantes. Los mira de frente. Los apapacha, los agobia o se vuelve hostil con ellos. Cada cual emprende su día enfrentándose a lo que la ciudad le ofrece: vialidades rápidas, aceras amigables o no; paisajes urbanos de agradable o desagradable vista. Algunas casas bonitamente pintadas; cascarones que se caen a pedazos.
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En algunas colonias o fraccionamientos se hace indispensable colocar reductores de velocidad; en otros, la ausencia de iluminación los vuelve peligrosos, un riesgo para el caminante, otro más para el automovilista. Estos se ven despojados de accesorios automovilísticos: emblemas del sello de fábrica del carro; antenas, espejos, estéreos. La hostilidad muestra su rostro duro. Y de acero cuando llega a otros niveles de peligro e inseguridad.
La limpieza es un reto de todos los días. Lo es para todas las ciudades, lo es para la nuestra. No abundan, en modo alguno, contenedores en el espacio público. Sean cuales sean los motivos, esto se traduce en lugares que requieren de mayor esfuerzo para las cuadrillas encargadas de recoger los desechos. También se refleja en un escenario donde ganan terreno y, en gran medida, botellas de plástico, colillas de cigarro, gomas de mascar, envolturas.
Mientras escribo esto, recuerdo a las personas que con desparpajo lanzan la basura mientras caminan; y muchas más con enorme desenfado desde los automóviles.
Asignatura pendiente es la vigilancia continua en una ciudad donde siguen ocurriendo estas cosas. Lograr con la gente el que obligatoriamente separen los residuos de la basura. Muchos lo han entendido y llevan botellas y tapones a depósitos especiales ubicados en algunos puntos particulares, entre ellos centros de estudios.
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Un apunte en este paisaje urbano. Acera del bulevar Jesús Valdés Sánchez, en las inmediaciones del estadio Francisco I. Madero. La presencia de un hueco ha motivado a muchas personas a alertar de distintas maneras a otras que en la oscuridad de la noche puedan caer en él. Primero, un letrero. Luego un palo. Luego una caja. Ahora hay ramas. Mañana quién sabe. Tiene meses, y sólo es la gente la que se ha encargado de agregarle algo para que no se caiga nadie en él.
Unir fuerzas y esfuerzos como en este caso grupos de paseantes, sería lo ideal en cada una de las acciones en favor de la propia ciudad que se habita.
RESULTADOS
Y justamente en ese tenor, trabajar, luego de los resultados habidos en las elecciones de hace un par de días. Conjugar en el esfuerzo se vuelve un imperativo. México es uno sólo, pero también es muchos Méxicos. Y eso debe reconocerse por parte de quienes han sido favorecidos por el voto.
La democracia habló: hay voz de mayoría, pero también la hay en la minoría. Es indispensable que se piense y se actúe con base en las necesidades, reflexiones y deseos de todos.