Fantasías de la clase media

Se toparon con 26 garitas nuevas. Durante su estadía fuera de las ciudades, los congresos reformaron las constituciones internas. Publicaron en secreto, con la complicidad de los y las gobernadores, una serie de adecuaciones de la movilidad social.

La primera de ellas restringió el regreso por carretera. Solo quienes accedieron por la parte norte. Del río Bravo. Ninguna de las brechas quedó sin vigilancia. A cero el número de capturas del Instituto Nacional de Migración.

Desde el Usumacinta y en las costas, los drones artillados de las iniciativas humanitarias de quédate en tu país tomaron forma.

Para los mexicanos, la fuerza laboral de las ciudades, nada de reingresar a sus antiguos domicilios. Colonias completas convertidas en polvo. El gran plan de gentrificación y de blanqueamiento laboral expidió una lista de ciudades intermedias por desarrollar.

Entre ellas, toda la costa de las Bajas Californias, los pueblos de la sierra de Chihuahua, las belicosas carreteras de Veracruz y por supuesto, sin duda, las 500 municipalidades de Oaxaca.

El desarrollo debe ser ordenado y transversal. Le explicaron al presidente y al secretario de gobernación. Nuestros estados tienen un excedente del 40 % de población. Es una medida dolorosa, necesaria y muy urgente.

Palacio Nacional terminó por ceder a las demandas con la condición de ganar las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México. Dando y dando pajaritos volando, lo explicó el presidente desde su mañanera.

Así la inexistente clase media nacional suspiró aliviada. Ya no habrá mil usos, tragafuegos, niños del México profundo pidiendo limosna en las esquinas de las avenidas.

Los nuevos federalistas triunfaron. Copas de cristal al aire. Champagne para todos. Volveremos a dar vida al mito de Vidaurri. Mueran los liberales. Viva la nueva revolución nacionalista.