Formación de cuadros partidistas
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Para asegurar su supervivencia a futuro, pero sobre todo para que subsistan sus ideas y prácticas, las organizaciones humanas forman cuadros. Reclutan y organizan entre las nuevas generaciones a quienes coincidan y acepten su mensaje, sus formas y estilos, y decidan ponerlos en práctica y difundirlos como propios. Este imperativo aplica lo mismo en la política partidista, la cultura, el deporte, la música o la religión.
Me sugirió esta reflexión la invitación que recibió mi hijo mayor a sumarse a la campaña política de un diputado que busca reelegirse por un distrito estadounidense. Lo que atrajo mi atención son las particularidades del proceso que despliegan, los dos partidos hegemónicos, para reclutar en las preparatorias a jóvenes con determinadas características de liderazgo.
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Los invitan, reclutan, forman y exponen a la acción. Disponen para ello de mucho dinero procedente de los famosos Comités de Acción Política o PACs, forma paralela de financiamiento múltiple que les permite obtener, por arriba de la mesa, grandes cantidades de dinero, lo que les exige una rigurosa rendición de cuentas.
Sin que importe de qué partido proceden, es muy interesante el origen de estas invitaciones. En Estados Unidos y, para el caso, en gran parte del mundo formalmente democrático, los candidatos, los diputados y alcaldes en funciones desarrollan la acción sobre el terreno, de distrito en distrito, de ciudad en ciudad. Las burocracias partidistas, los comités municipales, estatales o nacionales, salen sobrando, son únicamente un organizador de papeles y documentos. Esto contrasta sin duda con el muy oneroso, ineficiente e innecesario sistema de partidos que tenemos en México.
Tras un largo proceso de reflexión que supe respetar, no sin dar mi opinión con el deseo de que tomara una decisión lo mejor informada posible, mi hijo aceptó la invitación. Hoy tiene sendas invitaciones para viajar por Estados Unidos, porque el dinero de campaña debe gastarse en campaña y porque debe transparentarse el gasto públicamente.
Cuando comencé a participar activamente en Acción Nacional en 1995, mis primeras actividades consistieron en capacitar y formar jóvenes. Tenía la misma edad que hoy tiene mi hijo Jesús, 17. Así conocí todo México y comencé a cultivar grandes amistades, jóvenes en aquellos tiempos: el entonces líder juvenil de Michoacán, Marko Cortes; la ahora morenista, Gaby Cuevas; el esposo de la gobernadora de Baja California, Carlos Torres; la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos; el alcalde de Querétaro, Luis Nava y muchos otros que han integrado el Congreso Federal, gabinetes presidenciales o estatales. Vi en todos ellos pasión y deseo de hacer el bien por México. Hoy, muchos de aquellos jóvenes, aunque no todos, olvidaron aquellos ideales.
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En mis tiempos de capacitador en México, no disponíamos de mucho dinero que digamos, nos movía la convicción y así viajábamos por el país. El dinero era poco y su manejo muy transparente. Hoy es distinto, borbotones de efectivo acaban en pocas manos. El dinero de procedencia oficial se gasta turbiamente. Nada de eso importa, la ineptitud de la oposición conviene al régimen y el 99 por ciento de impunidad sigue siendo norma maestra. Esa es la formación que hoy recibe nuestra juventud. Dinero fácil y voto fácil, el que se vende, el que se compra sin más argumento que el dinero.
En México, la oposición tiene graves problemas, especialmente el PAN, cuyo origen y motivación atendía a principios doctrinales de la tradición occidental democrática y social cristiana. La corrupción de sus liderazgos ha provocado su completo abandono y el olvido de las tareas de formación de cuadros. Los dirigentes están más preocupados por su lucimiento personal y su poder particular que por el interés general de la sociedad. El problema es que tales olvidos suceden en una coyuntura en la que Morena y el gobierno redoblan sus esfuerzos de formación de cuadros. Han llegado al poder y no tienen ningunas ganas de dejarlo. Sólo esperamos que sea para bien. Todo el poder nunca ha sido buen consejero.
