Fortunato Gutiérrez Cruz, un coloso del Magisterio
En Viesca, Coahuila, una gran impulsora para que los niños egresados de primaria del pueblo donde nací continuaran sus estudios, incluso, hasta obtener una formación profesional, fue la señora María Martínez de Loza. Ella fue profesora y directora de la Escuela Andrés S. Viesca. En esos años, en los cuarenta y cincuenta del Siglo XX, en Viesca la formación escolar que se ofrecía era hasta el grado de educación básica. Para continuar con sus estudios, a muchos niños los mandaban a estudiar la secundaria a San Pedro de las Colonias o a Torreón. Varios de ellos luego se trasladaron a Saltillo a estudiar en la entonces Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, hoy Universidad. A otros los mandaron a Torreón, Monterrey y hubo quienes estudiaron la carrera de ingeniería naval: Melhem Hadad de la Rosa, Francisco Ramírez y el hermano de Gala Rey de la Fuente. Sin duda la orientación de una gran mujer como la profesora María, fue fundamental. En Acacio, Durango, el que nos formó y orientó para que “no nos quedáramos en el rancho”, así decía mi mamá, fue el profesor Salvador Camacho Peña. También mi mamá Manuela Vélez fue formada en Viesca por la profesora María.
Cuando en los noventa del siglo pasado trabajé en la Ciudad de México, me encontré con algunas personas de Nueva Rosita, Coahuila, excelentes profesionistas y muy orgullosos de ser neorositences, presumían haber egresado de la secundaria de ese pueblo. Luego emigraron a Saltillo, Monterrey y al entonces Distrito Federal a estudiar sus carreras. Más adelante tuve la fortuna de encontrarme aquí en Saltillo, con más profesionistas de esa comunidad enclavada en la Región Carbonífera. Particularmente, en la Universidad Autónoma de Coahuila coincidí con Julieta Carabaza González y Mónica Chávez González, ambas con grado académico de doctorado.
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Y es en Nueva Rosita, Coahuila donde nos encontramos otro gran educador, de un gran compromiso educativo y social, el profesor Fortunato Gutiérrez Cruz, poseedor de una vasta cultura, maestro, poeta y escritor de fina pluma, forjador de múltiples generaciones de neorositenses. Sus alumnos manifiestan que ejerció el magisterio con un profundo sentido práctico, enérgico en grado sumo en el aspecto pedagógico. Así era también mi profesor de primaria, y el doctor en Comunicación Gregorio Martínez Valdés de Viesca, decía, que incluso cuando en alguna charla mencionaban a la profesora María, “se ponían de pie”, por el gran respeto y el agradecimiento que le profesaban. De esa forma actuaban esos grandes forjadores.
El Prof. Mauro Velázquez nos dice en un pequeño texto, que pertenece a la edición de Forjadores de la Secretaría de Educación Pública de Coahuila, que el profesor “Fortunato Gutiérrez Cruz nació en Torreón, Coahuila, en el año de 1905. La pobreza y el desamparo presidieron sus primeros pasos en la vida. Cuando pocas gentes ambicionaban realizar el difícil impulso de superación, él se inscribió en la Escuela Normal del Estado de Coahuila, donde pronto se hizo notar por su talento y su carácter al lado de alumnos tan distinguidos como José Santos Valdés y Manuel García Rodríguez. Recibió el título de profesor de instrucción primaria en junio de 1925”. Después realizó estudios de posgrado en la Escuela Normal Superior de México y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Comentan también que “Gutiérrez Cruz no fue hombre de fiestas sociales, de cenáculos literarios, ni mucho menos de compadrazgos políticos. Vivió altivo aislamiento sin sacarle jugo pecuniario a su gran capacidad mental. Nunca pidió favores ni tampoco los aceptó cuando le fueron ofrecidos”.
Como reconocimiento a su labor educativa se impuso su nombre a la Escuela Superior Federal B. 27 de Nueva Rosita, Coahuila, en consideración a la extraordinaria calidad de la enseñanza transmitida a sus conciudadanos. La empresa minera y el sindicato donaron a la Secretaría de Educación la escuela que hoy sigue las líneas de conducta cívica y educacional que le fueron impresas por su primer director y maestro Fortunato Gutiérrez Cruz, por su labor de más de 30 años en ese puesto, sus cualidades de líder, su vasta preparación y su entrega a una causa. La calidad profesional de los muchos egresados de la escuela es la mejor calificación de los dotes de educador que poseía el profesor, y ello vivirá por siempre.
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