Indefenso amante

Opinión
/ 10 diciembre 2023

En la noche de bodas la novia estaba tan cansada que se durmió en un segundo. Y por poco se duerme en el primero... En la cama le dice la señora a su marido: “¡Qué rara coincidencia! A ti se te olvidó mi cumpleaños y a mí se me olvidó ahora cómo descruzar las piernas!”... El abogado defensor se dirige al jurado: “Cuando este hombre atacó injustificadamente a mi cliente, él estaba inerme. No tenía nada en las manos”. “Bueno −interviene el cliente−. En las manos tenía las pompas de la mujer de ese hombre, pero ni modo de defenderme con ellas”... Hamponito, el hijo del narco de la esquina, fue a una fiesta de cumpleaños. Cuando el niño festejado apagó las velitas del pastel, Hamponito lo empezó a golpear. “¡Por soplón!” −dice con acento feroz, como el de Humphrey Bogart en “El halcón maltés” (1941, con Mary Astor, Peter Lorre y Sydney Greenstreet; dirección de John Huston)... La señora se sorprendió al ver a su marido frente al espejo aplicándose en la cara un potingue. “¿Qué es eso?” −le pregunta−. Responde el tipo: “Es una crema rejuvenecedora”. Replica la mujer con sequedad: “Entonces no te la estás aplicando donde deberías”... El pacífico señor iba por la calle cuando escuchó fuerte vocerío: un loco furioso había escapado del manicomio. Al voltear la esquina el señor se topa con el orate, que va hacia él y empieza a perseguirlo. Inútilmente trata el infeliz de escapar: el loco lo seguía cada vez más de cerca. Le pisaba ya los talones. El otro apresura la carrera y se mete por el callejón. ¡Horror! ¡Era un callejón sin salida! El loco se aproxima paso a paso. El pobre hombre, aterrorizado y de espaldas contra la pared, lo ve venir. Llega el loco, le pone la mano en el hombro al señor y le dice con una sonrisa de triunfo: “¡Encantado!”. (¡Date de santos, señor! ¡El loco pudo haberte dejado encantado en otra forma!)... Comentaba un marido: “Mi esposa usa una faja muy apretada. Cuando se la pone aumenta 7 centímetros de estatura”... En la apartada playa, protegidos por la complicidad de la noche, un hombre y una mujer practicaban el antiguo rito del amor. Dice ella: “¡Cuántas estrellas! ¡Qué cielo tan hermoso!”. Habla, acezando, el individuo: “En este momento no estoy en posición de opinar”... Afrodisio, galán concupiscente, le dice a don Poseidón, el padre de su novia: “¿Que si llevé a Dulcilí a un hotel? No, señor. Se lo juro por la Biblia que estaba en el buró”... Un ricacho se compró un caballo de carreras, y lo inscribió en el hipódromo. En su primera carrera el jamelgo llegó en último lugar. El ricacho le reclama al jockey: “Pudiste haber llegado antes”. “Ya lo sé −responde flemático el jinete−. Pero es contra las reglas bajarse del caballo y caminar”... Al terminar el primer trance de amor en la luna de miel la flamante recién casada le dice a su marido con acento receloso: “Inepcio, pero tu trabajo sí lo sabes hacer ¿verdad?”... Reconocía un argentino: “Estoy de acuerdo: debo respetar a mis superiores. El problema es que hasta la fecha no he conocido ninguno”... Murió el marido. En el velorio una de las hijas del difunto le dice muy preocupada a su mamá: “Mami: toqué a mi papá, y está tibio”. Replica la señora con determinación: “Frío, tibio o caliente, dentro de un rato ¡al panteón!”... Don Cornulio llegó a su casa y halló a su esposa en brazos de un baterista de orquesta. Explica la mujer: “Tú ya no quieres más familia, y el médico me recomendó que llevara el ritmo”... FIN.

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