La fiesta de las letras: 24ª edición de la Feria del Libro en Coahuila

Opinión
/ 13 septiembre 2022

Las filas de niños provocan un ambiente de júbilo. Chicos de primaria, metidos en sus uniformes: su algarabía, sus sonrisas y sus pasos, a ratos iguales, a ratos cada uno por su lado, favorecen un ambiente festivo.

Lo agregan a la ya de por sí festiva atmósfera del lugar. Se encuentran en los pasillos, en las salas, en los jardines del Centro Cultural Universitario de la Universidad Autónoma de Coahuila. Es viernes 9 de septiembre, día en que se inaugura la Feria Internacional del Libro de Coahuila.

Se trata de la edición número 24, y estos chiquitines vienen a atestiguar los primeros momentos de la Feria. Comienza.

Numerosos grupos de personas se han dado cita en este espléndido recinto. Al arribo, los pequeños, algunos ya de salida, llevan entre sus manos macetas conteniendo hermosas plantas llamadas suculentas. Muy contentos han realizado, para esta hora del mediodía, actividades con las cuales fueron premiados.

El eje alrededor del cual gira la Feria es precisamente el medio ambiente. No es de extrañar que los veamos ya con libros, ya con plantas circulando por los pasillos. Si la naturaleza ofrece sus frutos, es hora de que los libros les hagan justo homenaje, se dice en la ceremonia inaugural.

Este año, la Feria tiene como invitados especiales al estado de Guanajuato, la zona de Centroamérica y Radio Educación. Cada cual, enriqueciendo con escritores, poetas, músicos, que vienen a favorecer diez días de emocionados encuentros para los coahuilenses.

Estos mismos niños que ahora vemos se retiran en grupos dirigidos por sus maestros, atraerán a sus padres y más familiares. Así ha ocurrido desde el comienzo de estas actividades, hace más de dos décadas.

El libro, ese compañero que espera. El verso de un poema o el trozo de una novela conmueve hasta la médula. Cuando tal cosa ocurre, la vida no vuelve a ser la misma. La lectura que cuenta las mil y una historias maravillosas, también nos invita a crear, a fantasear, a vivir personajes y creer en un mundo mejor y más justo.

Una vez a mi queridísimo y siempre recordado Javier Villarreal Lozano se le preguntó en el salón de clase de la Facultad de Ciencias de la Comunicación si para él todos los libros eran dignos de lectura. En un principio dijo que sí, que hasta de los libros malos se aprende algo bueno. Se quedó reflexionando unos segundos, y luego rectificó: “El único libro que no estará nunca entre los buenos libros y que tampoco se obtiene nada de él es “Mi lucha”, de Adolfo Hitler. Saquen ese de la lista”.

Lo reflexiono ahora pensando en cómo él, tan acucioso lector, voraz,
apasionado de la lectura, siempre encontró en los libros la posibilidad de búsqueda de un mundo mejor y más justo,
más bueno.

Ahora que se presenta la Feria del Libro en Arteaga, recuerdo la figura de don Javier: un hombre que disfrutó tanto la lectura, que hizo suyos los más altos principios, que la disfrutaba por el mero gusto de hacerlo, que jamás dejó de aprender y que, como los personajes de la Ilustración, gustaba de hacer que los demás aprendieran con él.

Ahora que está la Feria del Libro, cuánta falta hace su presencia, pero cómo se siente su presencia, en un oxímoron, palabra que tanto disfrutaba plantear.

Bienvenida la Feria del Libro y con ella los recuerdos.

Y que los niños que hoy asisten a ella, los adolescentes, los jóvenes, adultos, sigan iluminándose con la palabra escrita que en tantas maravillas nos hace soñar.

Gracias a Ana Sofía García Camil, a Juan Salvador Álvarez de la Fuente, al gobierno que la hace posible, y gracias, siempre, a Paty Gutiérrez Manzur que un día tuvo la enorme idea de que aquí en nuestra región tuviera lugar una espléndida fiesta en honor de las letras.

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