La suerte no juega ningún papel
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AMLO no ha sido inculpado hasta el día de hoy de ningún delito, porque su gran mérito es haber creado un ejército de gente dispuesta a delinquir por él
¿Usted cree en la mala suerte?
Aunque hay días en que parece manifestarse con mayor contundencia que la fuerza de gravedad, la razón, la lógica y la ley de las probabilidades nos dicen que tal cosa no existe. La buena o mala suerte, en un hecho aislado, son producto del azar; y en una cadena de eventos, apenas una estadística.
Pero si su persistencia y constancia la convierten en la norma de un fenómeno, debemos considerar primero los factores que intervienen en dicho fenómeno y dejar de pensar en el azar.
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¿De qué carajos estoy hablando?
Mejor me explico de una vez porque la metáfora de hoy no va a llegar muy lejos:
En días recientes, las acusaciones en contra de Ana Guevara al frente de la Conade se reavivaron, señalándola como la peor gestión del deporte mexicano en décadas y refrendando la percepción popular de que la exatleta fue uno de los peores elementos del gabinete del sexenio pasado.
Pero tal percepción es completamente errónea. Si bien, se acusa que en su administración se hicieron de humo alrededor de 68 millones de pesos, lo cierto es que tal cifra es ridícula al lado de otros escándalos surgidos durante la administración de Andrés Manuel “Mamá Coco” López Obrador (“¡Recuérdame...!”).
Tan sólo de Segalmex se calcula un desfalco al erario de 15 mil millones de pesos, megafraude que AMLO minimizó llamándolo “la única mancha de su administración” y del que eximió a su titular, Ignacio Ovalle, otro hombre de su más absoluta confianza.
Luego, hace unos días, el nombre de María Elena Álvarez-Buylla, exdirectora del Conacyt, volvió a ocupar los titulares noticiosos.
Olvidémonos por ahora de su pésima gestión al frente de la máxima institución para el desarrollo científico y tecnológico en el país, de sus posturas anticientíficas y de la persecución que hizo de los investigadores mexicanos. No nos fijemos de momento en el daño que representó para el conocimiento y el progreso. Centrémonos en su manejo de los recursos públicos.
A la dama se le contabilizan 60 millones de chuchos por el cierre de fondos y fideicomisos que canceló sin rendir cuentas a nadie sobre dicho recurso. Cinco milloncillos adicionales por financiar proyectos científicos para su madre y su pareja. (¡Qué feliz coincidencia que todos en tu familia sean gente de ciencia!).
Luego pesa otra acusación por haber adjudicado obras a una compañía que más tarde diseñó la casa/estudio de su hija (un conflicto de interés que los entendidos saben que no es menor).
Finalmente, entre fraudes y transas misceláneas, Álvarez-Buylla acumula 400 millones de pesos escamoteados al tesoro nacional. Ella, desde luego, dice que todo es persecución mediática, campaña en su contra y que está todo solventado.
Pero las acusaciones no vienen del PAN, ni de Loret de Mola, ni de Felipe Calderón... Es la Auditoría Superior de la Federación (ASF) quien investiga y acusa, es decir, la propia estructura del Estado mexicano, lo cual es hasta cierto punto loable. Y sendas carpetas han sido abiertas en la Fiscalía Anticorrupción. Ya veremos cómo resuelve ese remanso de honestidad llamado Cuarta Transformación, aunque en el caso Ovalle-Segalmex ya nos dejó un antecedente el viejito jijo de su macuspana madre: AMLO se cansó de defenderlo y abogó por él como si en ello le fuera la vida.
Pese a que Ovalle venía señalado como una rata priista del viejo régimen (yo creo que fue precisamente por ello), el Pejelagarto López insistió en ponerlo al frente de una institución homóloga a la que en el pasado saqueó: la mítica Conasupo. Y una vez embarrado por el caso Segalmex, el líder de la secta, con su mano sanadora, exoneró a su amigo, aduciendo que había sido objeto de engaños y mala voluntad (¡vaya manera de hacerse pendejo!).
Lo mismo con Álvarez-Buylla: Desde antes de llegar a la dirección del Conacyt, a AMLOVE se le advirtió sobre la inviabilidad de este perfil. Sin embargo, el entonces flamante presidente desoyó toda advertencia y no sólo la designó como tenía previsto, sino que le dio todo su respaldo y protección.
Y ni qué decir de Ana Guevara en la Conade. Todo el sexenio se estuvieron reportando faltantes, irregularidades, posibles malversaciones; los atletas, delegaciones y asociaciones deportivas acusaban omisiones, falta de pagos y apoyos ya autorizados. Y AMLO, lejos de llamarla a cuentas, la recibía como heroína en las mañaneras.
Pero no son estos casos la excepción del sexenio de López Obrador, son apenas unos nombres destacados dentro de una constante penosa. Y aquí es que retomamos el asunto inicial: ¿Cree usted que el expresidente tuvo mala suerte al escoger a estos perfiles? ¿Cree usted que él depositó en ellos su fe, pero que, por decisiones muy personales y ajenas a dicha decisión, uno y otro y otra le defraudaron?
Si usted es defensor a ultranza del viejo López y la Transformación (que por alguna razón que aún no me explico, de repente hay chairos que sí leen esta columna)... ¿No se le ha ocurrido pensar que esto es sistemático? ¿Que cada perfil podrido fue escogido de manera deliberada porque el líder sabía que, a cambio de dejarlos atiborrarse, permitirían sin objeciones que el Gobierno utilizara a las dependencias como caja chica?
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Entonces no sería mala suerte crónica lo que persiguió a AMLO, sino su vocación como reclutador de hampones para su sindicato del crimen y corrupción.
Hasta ahora, el movimiento no se había visto en la necesidad de quemar ninguno de estos fusibles antes de que la corriente eléctrica le llegara al mero jefe del movimiento (para su fortuna, retienen el control absoluto de la legalidad y la justicia en el país). Por lo cual AMLO no ha sido inculpado hasta el día de hoy de ningún delito, porque su gran mérito es haber creado un ejército de gente dispuesta a delinquir por él. Así que los hilos siempre se cortan justo antes de tocarlo.
De igual manera, tampoco es coincidencia ni mala suerte que otros como “su hermano” Adán Augusto, o sus hermanos de verdad, o sus hijos, o su secretario de Marina... todos alrededor del expresidente hayan resultado una colección de fichitas, carne de presidio de primera calidad, mientras permanece impoluto el muy... inmaculado.
¿Coincidencia, mala suerte...? ¡Para nada! Sólo la mente y visión estratégica de un astuto jerarca de la corrupción, capo mafioso y líder sectario.