Las diferencias entre AMLO y Claudia Sheinbaum

Opinión
/ 18 agosto 2024

En orden de aparición en la escena de la política mexicana, primero es Andrés Manuel y luego Claudia. Seis años ya casi de la llegada de un hombre que desde el principio determinó su agenda pública con una serie de compromisos, algunos quedaron incompletos, otros a deber y una buena cantidad cumplidos. Las encuestadoras lo colocan con un porcentaje de credibilidad alto, siempre y a la fecha entre el 60 y 70 por ciento de aceptación nacional. No es común para un presidente mexicano.

El legado, cualquiera que este sea, desde la apreciación que usted tenga, ahí está, y Claudia tendrá que preservarlo –según sus declaraciones– y, de ser posible, por el bien de todas y todos, superarlo.

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Podríamos por aquí hacer un listado de los 100 compromisos a los que se comprometió palear –Andrés Manuel– delante de 160 mil personas en presencial y ante millones de personas que lo vimos por televisión y redes sociales al comenzar el sexenio en el Zócalo capitalino, pero como siempre la salud, la educación y la seguridad son variables que quedaron a medias aguas –estas son las preocupaciones de una buena cantidad de la población– que, por supuesto, Claudia tendrá que completar y colocarlas como prioridades de sus políticas públicas.

Sí, efectivamente, son un poco más de 5 millones de personas que han salido de la línea de la pobreza –según CONEVAL en 2023–, pero sigue habiendo una buena cantidad de personas pobres, en condiciones y poblaciones paupérrimas que carecen de los servicios más elementales. Por supuesto, los programas sociales son la joya de la corona y se agradece poner en el centro los principios de subsidiariedad y solidaridad que apelan a la justicia social y que realzan la dignidad de las personas, pero no ha sido suficiente. A Claudia le queda todavía el 36 por ciento de la población total, es decir, 46.8 millones de mexicanos, que no es poca cosa.

El pasado 15 de agosto del presente, la Dra. en Ingeniería Energética, Claudia Sheinbaum Pardo, recibió su constancia de mayoría de la elección presidencial 2024, y con esto se ha convertido en presidenta electa de todos los mexicanos, guste o no. Por tanto, será la encargada de hacernos cruzar el río de los próximos seis años, de concluir los proyectos de AMLO, de darles lustre y de construir su propio legado. Menuda tarea. ¿Podrá? Por el bien de todos y todas –no sólo de los pobres– ojalá que así sea.

Para muchos un proyecto de continuismo, quizá pensando en las reminiscencias de Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas o las de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Por eso creo, que dadas las características de Claudia, sin colocar en el mismo paquete a Andrés, seguirá la misma ruta, es decir, impondrá su sello, su personalidad y su propia forma de gobernar por muchas razones, que ahora le comento.

Claudia a diferencia de Andrés tuvo una educación distinta. Clasemediera, padres científicos, pensamiento de izquierda de origen –su abuelo y su padre fueron miembros del partido comunista–, activista, por tanto y siempre a la izquierda; educación refinada (licenciada en Física, Maestría en Ingeniería Energética –ambas en la UNAM– con un doctorado en Ingeniería Energética por la Universidad de California, Berkeley), con un estilo de gobernar completamente distinto al de su predecesor y nacida en un ambiente completamente urbano (la CDMX). En su etapa inicial estuvo en colegios privados y estudio ballet, música y practicó el remo.

Andrés hizo sus estudios iniciales en Tepetitán, Macuspana Tabasco, es decir, su educación se dio en un ambiente completamente rural. Sus padres fueron comerciantes, tardó 16 años para graduarse, hasta que concluyó su carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Desde temprana edad tuvo que ganarse la vida, como pudo. En temas ideológicos, algo que le han criticado fue el dejar en un primer momento el PRI, posteriormente el PRD.

Para Andrés la órbita política era el PRI, para Claudia la izquierda químicamente pura (la de los años sesenta), la que le apostó a la dignidad humana, la justicia social, la solidaridad con los más necesitados, la igualdad de todas las personas; por supuesto, la lucha de clases, el materialismo histórico, las ideas de un capitalismo salvaje y el ateísmo que a muchos les hace ruido. Andrés procede de un ambiente rural, Claudia de un ambiente urbano e intelectual.

¿Encuentra diferencias contextuales entre Andrés y Claudia? La intersección entre ambos se encuentra en la lucha por una sociedad equitativa e igualitaria, pero en el caso de Claudia, no sólo va por los pobres, sino por las minorías invisibles, sume a esto lo sostenible.

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En cuanto a la personalidad. Andrés es carismático, confrontativo, impositivo y beligerante –lo goza–, decide a partir de sus ideas sobre la política y la ideología, Claudia es seria, formal y estrictamente académica; le apuesta al consenso, a la negociación y a la administración social. Actúa y toma decisiones a partir de la evidencia, de los datos y el análisis de la realidad.

A pesar de estas diferencias contextuales que ya se han comentado, muchos siguen pensando que Claudia será un apéndice de Andrés, yo particularmente no lo creo. Una mujer por primera vez gobernará nuestro país y parece ser –teniendo en cuenta su background– que nos encontramos ante una gran oportunidad y, por supuesto, ante un momento histórico para desplegar y afianzar el proyecto de una sociedad más justa e igualitaria. La responsabilidad, el consenso, la deliberación pública y el diálogo constante deberán de ser su mejor divisa. Así las cosas.

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