Leer, leer, leer es un gran placer...
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Aprendí a leer muy pequeñita, a los 4 años, ya le he compartido esto en otros textos. Y hacerlo desde tan temprana edad me hizo descubrir muchos universos, mi imaginación se desarrolló y hasta la fecha sigue vívida, y fue gracias a los libros. Ya no visito librerías con la asiduidad con que lo hacía, pero cuando tengo oportunidad no me lo pierdo. Disfruté la reciente Feria Internacional del Libro Coahuila, que tuvimos en el mes de septiembre, con la misma alegría de mis años mozos. Detenerme, ver, hojear, preguntar, recrearme con las estanterías colmadas de tomos, es un placer para quienes gustamos de la lectura. Cuando fui estudiante universitaria en la Ciudad de México, me daba vuelo visitando una y otra librería, y en el centro histórico también gocé de las tendidas en mesas sobre la acera de las calles, en las que se ponían a la venta libros de otros tiempos, de hojas amarillentas y con olor a viejo. Nunca me he arrepentido de lo que he gastado en libros, lo que he recibido a cambio no tiene precio.
Leer, generar el hábito por la lectura, debiera ser compromiso primigenio en cualquier sociedad, y los dos grandes aliados en esta empresa deben ser los padres y los maestros. ¿Por qué? porque ambos son artesanos de hombres. Son quienes aportan a edad temprana valores, hábitos, conductas, en fin, parte sustantiva de lo que es una persona. La lectura abre las puertas a infinitas posibilidades y descubrimientos. Leer es mucho más que juntar letras de las que emerge una palabra, es subirte al medio más hermoso para adquirir conocimientos, para crecer como individuo y entender la relevancia de cuanto puedes aportar a la comunidad de la que eres parte. Y entre más descubres más curioso te vuelves y entonces el aprendizaje se torna cotidiano y tu mente está abierta para ello.
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La lectura, subrayo, es una habilidad fundamental para acceder al aprendizaje, es un instrumento sine qua non para la comunicación. A través de ella no solo adquirimos información, también transitamos por ideas distintas a las nuestras y eso es todo un reto para nuestro intelecto y nuestros sentires, además enriquecemos nuestra lengua –que hoy día se está reduciendo de manera alarmante-, desarrollamos nuestro juicio crítico, y sabemos de otras culturas y perspectivas. Por otro lado, leer se puede disfrutar en solitario, pero también en lo colectivo, y ahí nos abrimos a la discusión y a compartir ideas.
Leer constituye una riqueza invaluable, insisto, para el desarrollo del intelecto, debemos atenderlo. Apunta George Carlin, actor estadounidense, que a los hijos no solo hay que enseñarles a leer, sino a cuestionar todo, que el valor de la educación no es el aprendizaje de muchos hechos, sino la formación de la mente para pensar. Y la lectura es un elemento sustantivo para aprender a pensar.
Hacerlo en voz alta, contribuye a modular la entonación y la pronunciación. Es muy importante, señores padres de familia, que animen a sus niños a leer en voz alta, así practicarán la fluidez y mejorará su confianza. Con esto se incrementará en los chicos el interés por esta actividad. Mi madre me acostumbró a leerle lo que yo leía y luego me hacía preguntas sobre ello. Nos dio la oportunidad a ambas de estar más cerca, de conocernos más. Recuerdo con mucho cariño esas tardes en que lo hacíamos. Hoy día se necesita alimentar una relación que parece va dejando de ser relevante y mire usted los resultados. La soledad interior genera muchos males que se quieren solventar con adicciones y otras barbaridades que han ido arruinando presente y futuro de tantas vidas.
No se pierda usted, como papá, como mamá, la oportunidad de regalarles a sus hijos un entorno rico en experiencias de lectura, anímelos desde pequeñitos a que gusten de ella, de verdad que será de grandes beneficios lo que usted siembre en ellos con esta aliada formidable. Con paciencia, práctica y apoyo los preparará para los aprendizajes futuros. Disfrute a sus pequeños, aliéntelos, impúlselos, conviértase en su aliado para que no solo crezca sano físicamente, sino por dentro, ayúdelo a ser una persona realizada, que crea en sí misma, que confíe en sus propias fuerzas, que se la crea porque conoce sus fortalezas y no tenga empacho en mejorar lo que haga falta. La gente feliz no es mezquina, se caracteriza por su generosidad.
Enséñelos a que conozcan su tierra y allende los mares con la magia de la lectura. Cuando usted conoce su cultura, toda esa suma de tradiciones, de historia, de lengua, de costumbres, de folclor, de cosas en común que han trascendido de generación en generación, usted se enamora de su país, y entonces le importa y lo cuida porque lo ama. Y esa identidad tan plena te convierte en ciudadano del mundo, porque aprendes a ponderar y a respetar cuanto te rodea, y entiendes con claridad que en el mundo cabemos todos, con todas nuestras diferencias y nuestras coincidencias. Por eso es importante leer, porque se ensanchan las fronteras del conocimiento, porque se abarcan horizontes inimaginados, porque comprendes a pie juntillas la maravilla de tu preciosa condición humana, y entonces se derrumban las barreras que provocan los prejuicios hijos de la ignorancia y se tienden puentes por los que transitan el respeto, la tolerancia, la buena voluntad, y cuanto hace que el hombre lo sea en toda la maravilla de los dones que le fueron otorgados.
Y nunca es tarde para adquirir este hábito precioso. Lea, dese la oportunidad de disfrutarlo.