Lo presente, cercano, inmediato y pequeño
Se vive el desmoronamiento de la atención.
El receptor se topa con un tsunami de información que intenta ser intimidante y aterradora.
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La pequeña pantalla que lleva en el bolsillo le permite asustarse por lo que dicen los astrónomos, el Papa, los políticos, los nutriólogos, los comentaristas que detectan lo escandaloso y lo que parece inevitable y sobrecogedor.
El click sucesivo de su búsqueda le va presentando una interminable colección de riesgos. Lo que se veía como inofensivo se presenta ahora como peligroso. Los personajes de la vida pública y de los ambientes de espectáculo se encargan de sorprender con declaraciones, poses y actitudes desconcertantes.
CAMBIO DE ACTITUD
El apantallado se harta de esa andanada de amenazas y aconteceres alarmantes y busca enfocar su atención hacia lo presente, inmediato, pequeño y cercano. Deja la diversidad y opta por una convergencia hacia el detalle, la lentitud sin precipitación que contempla, aquí y ahora, y admira y aprovecha y agradece.
Sale de la algarabía hacia un silencio que escucha voz interior de sabiduría y serenidad. Descubre cada detalle minúsculo en toda su belleza y esplendor. Capta el regalo escondido en cada instante, ignorado siempre por la distracción.
Experimenta una confianza existencial de abundantes oportunidades de dicha y contentamiento, desde una paz sonriente y libre. Se vuelve selectivo en lo que desecha y lo que acepta. No hay sobredosis tóxicas confeccionadas solo para alimento de una adicción desbocada.
Entonces lo enfermizo se transforma en saludable. Ningún momento pasa sin valoración, contemplación y disfrute pleno, que deja una fragancia de gratitud.
Y todo esto en un tiempo de catástrofe y tribulación, de incertidumbres y derrumbes. Una fe verdadera es poderosa autodefensa que no se deja contaminar y enfrenta victoriosamente todo lo dañoso.
OTOÑO SEPTEMBRINO
En aquel inolvidable cuento de O. Henry nunca cae la última hoja en la ventana.
Por eso la chica enferma sigue con vida al amanecer, a pesar de creer que, al caer en la noche la hoja, ella moriría.
El que entrega su vida es el amigo pintor que no soportó el frío de la intemperie al pintar, durante la noche, la hoja, en el vidrio de la ventana.
Ha empezado, en nuestra ciudad, el otoño septembrino, aunque no llega todavía su equipaje de vientos gélidos.
TÉ CON FE
-¿Estamos ya en la recta final de la humanidad?
-Está anunciado, por profecía, que se ha iniciado un tiempo de tribulaciones purificadoras que desembocará en otro de prosperidad espiritual, anterior a la segunda venida, ya gloriosa, de Cristo.