Lucrar con la pobreza

Opinión
/ 11 septiembre 2022
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El concepto “democracia” surgió alrededor del siglo 5, el primero que habla de ello es Heródoto (484-420 a.C.) en “Historias, III, 80, 1”. Abre hilo con la narración de Darío el rey de Persia y sus generales, donde discurren acerca de las ventajas y desventajas de la monarquía, la democracia y la oligarquía.

Uno desacredita la monarquía porque desarrolla la soberbia y la desmesura –se pierde piso–. Otro considera a la oligarquía como una degeneración de la aristocracia y se convierte en tiranía. Uno más, defiende la democracia porque es el gobierno del pueblo y opera la igualdad de todos ante la ley. Finalmente, el último, rechaza la democracia y la razón principal que ofrece es la ignorancia que acompaña a las mayorías.

Heródoto intentaba con este relato dejar en claro a la gente de su tiempo, y a sus lectores en el futuro, que lo más importante en las sociedades es lo que él llamaba “isonomía”, es decir, la igualdad de todos los seres humanos ante la ley y esto sólo lo representaba
la democracia. En su tiempo y a veces en las mentes de algunas gentes de este tiempo, asunto poco menos que imposible.

Y al grito de “todos somos iguales, pero unos menos iguales que otros”, como decía el último de los generales, la ignorancia se ha convertido en el fiel de la balanza con el que lucran, desde la demagogia, los partidos que tienen en tiempos electorales a las clases menos favorecidas como capital político.

De ahí que “el Estagirita”, en el primer libro de “La Política”, afirma que en una sociedad de iletrados o individuos sin cultura, la aparición de la demagogia –manipulación de sentimientos a través del discurso– complicaba la puesta en práctica de la democracia, a la que peyorativamente llamaba “el mal gobierno de muchos”. Y cuando analiza el concepto de democracia, la pregunta obligada es ¿quién es el pueblo? Sin titubeos dirá que el pueblo son los pobres.

Las reminiscencias aristotélicas siguen vigentes a la fecha, porque los nuevos políticos profesionales y una buena parte de la sociedad que ha sido favorecida por la lotería social han visto en las personas vulnerables un botín político, que por estos días vuelve a aparecer en el escenario por motivos electorales.

Así como los latinos y migrantes en Estados Unidos y en otros países, las clases menos favorecidas en nuestro País se convierten en la apuesta principal de las campañas electoreras, no electorales, a través de las estrategias asistenciales de los partidos que vuelve a los políticos profesionales en personas empáticas, simpáticas, generosas y solidarias. Una vez conseguidos sus propósitos, no volverán la mirada a quienes los favorecieron.

Ni pienso como el cuarto de los generales, ni pienso como Aristóteles. Lo que sí afirmo, lo que sí creo es que ha habido una responsabilidad mayúscula del Estado históricamente en no buscar estrategias que igualen a los desiguales, porque no les han importado los costos sociales –desigualdad y pobreza– que han generado estas políticas públicas emergentes, y sí les ha importado el coto de poder que les ha representado apostarle a la ignorancia y a la pobreza.

Programas sociales que ha implementado el Gobierno Federal como el de los Adultos Mayores, el de Pensión para el Bienestar de Personas con Discapacidad, el de Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, entre otros, han sido duramente criticados, por supuesto, con toda razón, porque en la lógica de los principios de Subsidiariedad y Solidaridad no concuerdan, ni en género ni en número, con lo esperado, pero sí con el oportunismo que simbólicamente representa la pobreza.

En síntesis, es tan claro como el agua que ni a nivel federal ni en los gobiernos estatales, sobre todo cuando se trata de elecciones y de autolegitimación, no es tan importante el otro como sí lo es el poder que hay que conservar o conseguir, y esto lo representan, sin lugar a duda, los pobres. Cuánto cinismo de quienes utilizan estos métodos. Siguen infravalorando nuestra inteligencia y utilizando la demagogia con la ciudadanía. ¿Se entendió la idea aristotélica de la democracia como el mal gobierno de muchos?

Pues esto es lo que comenzará a ver en el futuro inmediato en el estado de Coahuila donde se vislumbra un nuevo cambio de gobierno. Ya algunos se adelantaron al inicio de campañas con espectaculares y no tardarán otros en comenzar a chorrear con dádivas, regalos, tarjetas y asistencialismo a los votantes, ¿o ya comenzaron?

Una buena oportunidad para que la UIF o el SAT, haciendo a un lado sus veleidades y compromisos políticos, pongan freno a los recursos que utilizan los partidos y el origen de éstos. Por supuesto, buena chamba para la Unidad de Fiscalización del INE para que, bajo el marco de los valores de Transparencia y Rendición de Cuentas, evidencie la procacidad, el descaro y la desfachatez de quienes lucran con la pobreza de muchos. Esas son las desventajas de la democracia. Una cosa es la solidaridad y otra el abuso, ¿o qué piensa? Así las cosas.

fjesusb@tec.mx

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