Manual sobre cómo no venderle tu alma al diablo

Opinión
/ 8 junio 2023
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¡Los números también son divertidos!

Ello puede ser cierto. Lo malo es que es justo lo que diría el güey más teto y sin amigos del salón.

Y aunque yo estudié Comunicación precisamente para evadir la despiadada exactitud del lenguaje matemático y no, como algunos creen, para hacer sufrir a mi santa madrecita, vamos a ver qué nos arrojan las estadísticas del resultado de la elección en nuestra Entidad tan repelente a la cuatritransformación.

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Si atendemos a la votación por partidos, la que obtuvo cada divisa política independientemente de que estuviesen postulando al mismo candidato, destaca inmediatamente la supremacía tricolor que con más de 600 mil votos se agenció solito el 47 por ciento de los sufragios, ¡casi la mitad!

Es decir, el PRI pudo haber vencido sin dificultad a cualquiera de sus oponentes y a la suma de estos, pues Morena se quedó con el 21 por ciento de los votos (280 mil aproximadamente); PT, 13 por ciento (173 mil votos), la alianza UDC, 3 por ciento (41 mil votos); y Partido Verde que casi logra otro 3 por ciento (con 35 mil despistados).

Pudieron aliarse todas estas fuerzas políticas, podrían haber contendido en unidad y aun así les habrían faltado manos para pelarle la mazorca al Revolucionario Institucional que, con su 47 por ciento, habría tenido suficiente para dejarlos en la lona policontundidos. Si en la gráfica nomás se destaca, cual obelisco en explanada, el monumental falo con que el PRI le dio pa’ llevar a todas las otras siglas.

Nota importante: Ni siquiera estamos sumándole al PRI las raquíticas aportaciones de sus aliados −PAN (casi 7 por ciento) y PRD (casi 3)−. Con ello se eleva a 57 puntos el porcentaje de votos de su candidato y virtual próximo gobernador.

Pero aun cuando sus aliados le hubieran jugado en contra, todavía tendríamos un empate técnico entre el Revolucionario y todos los demás partidos.

De tal suerte que, como ya les advertía desde que se consolidó la mentada y muy cuestionable coalición PRI-PAN-PRD, Acción Nacional nomás no le aportó absoluta-pinches-mente nada a la candidatura del PRI.

El PRI, quizás nervioso, se quiso blindar por si las cosas se tornaban difíciles. Spoiler: no se tornaron. Muy al contrario, el PRI triunfó con una holgura pocas veces vista y si no mal leí por ahí, ésta es la peor derrota morenista desde la “invención” de dicho partido.

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Pero el canino-plantígrado (*) supremo es el de Acción Nacional que, incapaz de sostener por más tiempo un rol protagónico (por su falta de acciones precisamente, de resultados, de inteligencia, de ideas y de militancia fresca), decidió cómodamente jugarle al Robin y ¿qué cree? ¡También como patiño falló de forma miserable! Su votación no marcó ninguna diferencia y, en cambio, como aportación es insignificante. Si hasta el PT sacó un mejor resultado de casi el doble.

(*) Perro-oso.

Así que muy comprometido que esté el próximo gobernador con los panuchos, pues como que no. Tal vez les dé la Subsecretaría de Misterios Sin Resolver, la Dirección de Asuntos de lo Paranormal y el Instituto de Nomesténchingando para acomodar acaso a los líderes albiazules que, ineptos, ineptos, pero siempre se ponen al principio de la lista.

Y párele de contar. Pero más vale que les aproveche, porque tres huesos y una foto con Manolo es todo lo que recibirá el PAN coahuilense a cambio de traicionar sus principios y volcarse en apoyo del que decían que era su enemigo acérrimo y jurado.

Por tres huesos y una foto con Manolo, el PAN cambió su prerrogativa como oposición a disentir con el poder hegemónico en el Estado; a interpelarlo, a vigilarlo y a llamarlo ante la justicia por cualquier exceso o ilegalidad en la que pudiera incurrir.

Por más que aseguren que su integridad se conserva (válgame la expresión) íntegra, como himen de virgen y que seguirán manteniendo una postura crítica frente a la nueva administración, sabemos cómo son de comodines sus líderes y cómo se las arreglan para ahogar cualquier reclamo de su militancia. Y dado que, se supone, tendrán un rol (mínimo, “miñúsculo”) en el nuevo gobierno, pues también se verán impedidos para no minar su relación con el jefe, porque esa relación es lo único que los aferra a la vida y la administración pública.

No tendrán cara ni ganas para criticar, señalar o sancionar a la nueva administración ni a quien la habrá de encabezar. ¿Con qué tompiates van a salir ahora a impugnar al nuevo gobernador?: “¿Criticarlo? ¡No mms! ¡Si tú me lo vendiste!”.

Quizás a eso justamente le apostó Manolo: No a tener un flaco aliado en las elecciones, sino una boca menos que apaciguar durante su mandato. ¡Bien jugado!

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Y que ni empiecen a hacerse una imagen de opositores del Peje y de toda la maldita 4T, que ese no era su rol (para pronunciarnos contra el Presidente nos bastamos los ciudadanos solos todos los días). Una misión tenían y era vigilar al poder en el Estado y no quitar el dedo de todas las llagas de su corrupción. Pero prefirieron, en cambio, aliarse con éste. ¡Váyanse al cuerno!

Así que de ser la voz opositora en la escena política local, el PAN quedó reducido a ser un Godínez, que tiene hasta que ponerle buena cara al gobernador Jiménez y con algo de suerte, tal vez, le den los viernes para vestir ropa casual.

¡Qué estúpido movimiento del PAN! En serio que al día de hoy es mil veces preferible ser Lenin Pérez y conservar enteras sus prerrogativas o, como se dice, su “derecho de hocico” intacto. Es mucho más decoroso que terminar como el chavo de las copias, el que va por las gorditas en la mañana, el que organiza el intercambio de regalos y el que hace la coperacha para el pastel del cumpleañero, como será el PAN en el nuevo Gobierno.

Si iban a venderle su alma a satanás, de perdido le hubieran pedido riquezas infinitas, fama, belleza, una vida de rockstar y toneladas de sexo.

Pero no, los muy tarados le endosaron su alma al diablo por tres huesos y su foto con Manolo.

¡Felicidades, PAN!

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