‘Más rápido que la luz y el aguinaldo’: La teoría del Dr. Miguel Alcubierre y el sueño cósmico que ni Einstein vio venir
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Imagine esto: en lugar de quemar llanta en un atajo camino al trabajo, hace un minisalto al hiperespacio, tipo Star Wars, y aparece justo en la entrada, a tiempo, peinado y sin gota de sudor. No, no es broma, querido lector: el Dr. Miguel Alcubierre, físico mexicano que sabe más de fórmulas que su suegra de novelas, tuvo una visión. Una visión digna de cualquier buena película de sci-fi y, tal vez, de unos cuantos tragos. El hombre propone algo bien simple, la posibilidad de viajar más rápido que la luz (no mucho tampoco, tan sólo superar por un poquito los 300 mil kilómetros por segundo que tiene la luz misma). Sí, así como lo lee, aunque ni su jefe crea que usted es capaz de llegar ni más rápido al baño.
Justo la semana pasada tuve la oportunidad de escuchar en persona al Dr. Miguel Alcubierre gracias a la invitación de parte de la Sociedad Astronómica de Saltillo A.C.; la conferencia fue de lo más fascinante.
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Este tipo es el responsable de que los fans de Star Trek se derritieran y que los científicos de todo el mundo dijeran “¡Ah, chingá! ¿Y si sí se puede?”. Aquí, el mismísimo Alcubierre nos plantó una teoría que, así, casual, nos da la idea de que lograr esto puede ser posible, superar la velocidad de la luz y decirle “hazte a un ladito, mijita, que ya te rebasé”.
La idea de Alcubierre no es que vaya a aparecer a lo Dr. Strange en donde se le antoje. Es, de hecho, una propuesta elegante y supercientífica para moverse como un velocista cósmico. Su teoría se basa en una cosa bien coqueta: un motor de curvatura. Suena tan imposible como encontrar tortillas frescas en domingo por la tarde, pero póngame atención, porque aquí se pone bueno.
Esta idea mamalona prácticamente es “no aceleras, te mueves el terreno”. Verán, Alcubierre no se anda con pendejadas como “acelerar hasta la velocidad de la luz” porque, según Einstein, eso es como tratar de conquistar a alguien por WhatsApp: puro sufrimiento sin garantía de éxito. Pero Alcubierre, ¡ah, ese sí sabe! Como dije, lo que propone es hacer un desmadrito con el espacio mismo, comprimiéndolo en frente de la nave y expandiéndolo detrás. O sea, algo así como si la nave fuera un gusanito en una sábana: se encoge la tela adelante, la jalas hacia atrás y ¡pum! El gusanito ni se movió, pero parece que llegó a todo lo que da.
Este motor podría comprimir el espacio adelante de su nave y expandirlo atrás, llevándole a una velocidad escandalosa y todo sin que usted se mueva, básicamente, quedándose quietecito en su nave mientras el mismísimo espacio le lleva. Claro, esto en términos de física es una “burbuja de distorsión”, pero no nos pongamos exquisitos. Digamos que es como un “jalón cósmico”, un empujón que le hace verse bien chingón porque, técnicamente, usted no viola la velocidad de la luz; ¡viola el espacio-tiempo mismo! Y si la teoría es cierta, y las matemáticas avanzadas funcionan (esas que ni en la calculadora del iPhone salen), seríamos capaces de llegar a Alfa Centauri en lo que se toma un tequila bien frío, mientras que ahora, sin esa ayudita, nos tomaría más o menos los años que tarda un trámite en el IMSS.
Parece cosa de locos, ¿no? Pero así es como Alcubierre cree que podríamos llegar a Alfa Centauri o aún más allá, antes de lo que nos tardamos en cruzar la calle en la Ciudad de México. Todo esto con una combinación de campos de energía negativa y un montón de cálculos matemáticos.
Por cierto, Alfa Centauri ni está tan lejos tampoco, ese fraccionamiento, por así decirlo, que es el sistema solar más cercano al nuestro, se encuentra nada menos que a 4,367 años luz, unos 41.2 billones de kilómetros; caminando llega.
Pero este sueño es más grande que una quincena prometida. La teoría es simple en esencia: viajarías más rápido que la luz sin romper ninguna ley cósmica, ni hacer enojar a Einstein desde su tumba. Pero aquí va el chisme: Alcubierre propone que para crear este “motor de curvatura” necesitamos una cantidad ridícula de energía negativa. Algo así como pedirle a la CFE que funcione en horarios de oficina o encontrar la segunda caja del Oxxo abierta. Vamos, tan difícil como que alguien lea los términos y condiciones de un contrato.
Aquí, la energía negativa es la misma que la “energía del vacío” en física (¡y no, no se refiere a la de su cuenta bancaria!). Entonces, imagine que, según esta teoría, podría usar el vacío para avanzar. Porque si vamos a confiar en algo, pues que sea en la nada misma, ¿verdad?
Pero, ¿y cómo reaccionó la ciencia ante esta teoría? Como siempre, la comunidad científica tuvo opiniones divididas. A unos les pareció que Alcubierre estaba tocando temas que ni las tías en Navidad se atreverían a sacar; otros, en cambio, quedaron fascinados. ¡Un mexicano dándole un giro de 180 grados a la física! Que por supuesto, la ciencia tiene sus “detallitos” en contra de esta teoría: para empezar, nadie sabe cómo diantres lograríamos extraer energía negativa sin meternos en el laboratorio de una película de Marvel. Y siendo francos, tal vez si hubiera más presupuesto para investigación en ciencia y menos en “remodelación urbana” (¿dónde quedó la lanita?), podríamos verlo en esta vida.
Básicamente, el motor de Alcubierre necesita una cantidad de energía que haría que la Comisión Federal de Electricidad llorara sólo de oírlo. Imagine que dicen que la cantidad de energía necesaria para esto supera cualquier cosa que el hombre haya soñado, con decirle que igual y hasta le cobran doble de luz sólo por intentarlo.
La teoría del Dr. Alcubierre se ha vuelto un emblema para aquellos que sueñan con viajes intergalácticos; claro, para esa persona que en el fondo cree que podrá hacerle competencia a la luz, como si la vida fuera una carrera con Usain Bolt, pero a escala cósmica. Para todos aquellos que alucinan con moverse por el universo como Pedro por su casa.
Imagine, ¿qué tan rápido podríamos ir a otros planetas? Es más, uno podría salir de la Tierra después de ver su recibo de luz y de vuelta en unas pocas horas, como quien huye de la renta. Y así, estaríamos volando de aquí a Marte, de Marte a Alfa Centauri, de Alfa Centauri a la lista de no hacer caso a las leyes de la física de bolsillo.
Entonces, en el hipotético caso de que Alcubierre, a punta de tequilas (o milagros), logrará arrancar su motor warp, ¡los astronautas serían los primeros con problemas! Porque claro, cuando la nave se mueve, la burbuja de espacio-tiempo se lleva toditita la radiación juntita: rayos cósmicos, plasma y toda la madre que vuela por el espacio. O sea, básicamente un horno de microondas sideral. Así que, cuando llegaran a su destino, tendríamos dos opciones: los astronautas calcinados o todo un equipo nuevo en la agencia espacial.
No se dejen engañar, el motor de Alcubierre es el tipo de teoría que suena como magia, pero a la vez es algo tan complicado que no nos sorprendería que el buen Doctor haya usado todo un diccionario de ciencia ficción para explicarlo. Esto no es como decir “vamos a Marte, banda”, no, no; esto es aventarse una historia que ni Hollywood podría manejar. Sólo imagina el guion: científicos mexicanos desafiando a Einstein, retorciendo el universo con pura energía negativa, mientras allá afuera, en alguna galaxia, se preguntan: “¿A qué hora llega este montón de cabrones cósmicos a hacer su desmadre?”
Hay quienes aman la idea, y otros que simplemente no creen en las locuras de Alcubierre. Porque aunque suene bonito eso de doblar el espacio-tiempo como quien dobla las cobijas en la cama, la realidad es que hacer esto no es tan fácil.
La pregunta que debemos hacernos sí o sí: ¿es posible que el viaje más rápido que la luz sea algún día real? Pues bien, la teoría del Dr. Alcubierre está ahí, lista para burlarse de nuestras vidas terrenales, mientras los físicos se rompen la cabeza viendo cómo demonios podemos conseguir energía negativa y cuánto nos va a costar.
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Y mientras algunos científicos hacen su mejor esfuerzo por entenderla, nosotros los simples mortales podemos soñar. El motor de Alcubierre es un guiño a la imaginación humana, un recordatorio de que siempre queremos más, siempre queremos saber qué hay más allá y que no debemos nunca de dejar de querer y soñar más. Pero cuidado, porque igual y nos manda directito a un lugar tan cabrón que ni el mejor sistema de GPS nos salvaría.
Pero al final, aunque tal vez no podamos viajar al trabajo en un abrir y cerrar de ojos, o a Alfa Centauri o Marte, al menos ahora tenemos la esperanza de que, en un futuro lejano, nuestras quincenas puedan llegar más rápido que nunca.
Aunque no mencionamos los famosos viajes en el tiempo, que muchos (me incluyo) lo pensamos, resultados de lograr esto tal vez, es que ese es otro tema para tratar aparte. Pero cito al Dr. Emmett Brown, que justamente su manera de pensar va muy acorde con la del Dr. Miguel Alcubierre: “Si eres dedicado, puedes lograr lo que sea”. Pero al fin y al cabo, esta es solamente mi siempre y nunca jamás humilde opinión. Y usted... ¿Qué opina?
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