Mejor que el viagra... Lo que prende a Andrés Manuel
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Se supone que la vida sexual de quienes nos gobiernan no debería importarnos en lo absoluto. Pero somos humanos y por consiguiente chismosos y metiches.
De allí que los affairs que la diosa Marilyn Monroe sostuvo con los malogrados hermanos Kennedy (el Presidente John Fitzgerald y su “Fiscal Carnal” El “Bobby”) sean hasta el día de hoy motivo de apasionantes intrigas y culebrones especulativos.
Mucho menos agraciado fue el escándalo de Bill Clinton con la becaria Monica Lewinsky y es que el juicio resultante nos dio más detalles de los que quizás queríamos enterarnos.
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Sería hipócrita decir que en México no nos ocupamos de las desventuras extramatrimoniales de nuestros mandatarios.
Algunos quedaron en calidad de leyenda urbana, otros fueron corroborados por sus coprotagonistas, como el de “La Tigresa” Irma Serrano con el adonis de Díaz Ordaz. O el de la actriz y vedette oriunda de Europa del Este, Aleksandra Aćimović Popović, alias Sasha Montenegro ¡Quepo! (¿Que no era QPD?), con el cánido López Portillo. Aunque al menos ella, ya en calidad de consorte, hizo pagar con lágrimas al JOLOPO por la devaluación del 82.
De don Miguel de la Madrid se rumoraron cosas también, pero como no me constan... De Carlos Salinas se dijo que tuvo un “qué ver” con cierta “maestra de preescolar”.
Zedillo era demasiado aburrido como para darle una nota a la prensa del corazón. Fox, como buen mochi panista, terminó convirtiendo a su amada en señora esposa y Primera Dama con la venia papal y todo (zzz...); Felipe Calderón sólo tuvo un romance con el bacacho y “Milord” Enrique Peña “Bombón”... Bueno, en un universo político plagado de adefesios, él es el playboy indiscutible y hasta la fecha sigue dándole más a “Ventaneando”.
El “milic”, Andrés Manuel López Obradiurs también tiene su corazoncito y se ha especulado que sostiene un tórrido romance con...
¡Con México! ¿Qué pensó que iba yo a decir? ¡Cochinote!
Lo cierto es que pese la hipócrita santurronería que se carga, también se teje sotto voce una historia de amor ilícito en torno al amado líder del cuatroteísmo
Pero mi duda realmente no es si don AMLO anda o anduvo con cierta alcaldesa de escasa trayectoria política y magros méritos, más allá de su participación en el certamen Nuestra Belleza.
Mi indiscreta inquietud es si el Licenciado tiene con qué responder llegada la hora. Es que... ¡Vaya! No es como que el macuspano se haya distinguido por ser el Presidente más fitness, el más sano y en mejor forma de cuantos nos han tenido a bien desgobernar.
López Obrador es el único mandatario al que se le ha hecho un cateterismo “de rutina”; se ha contagiado de COVID como 12 veces (y eso que se suponía que no robar y no mentir mantenía al bicho a raya) y habla como si un deterioro neuronal irreversible le ganara territorio día con día.
Por no mencionar que durante su sexenio AMLO arribó al séptimo piso con una panzota que las guayaberas más holgadas no podían ya disimular; y lo ponía en peores predicamentos cada vez que se enfundaba en su traje de macanear (o sea, su atuendo de pelotero, no de andar en pelotas).
Con todo ese antecedente adverso... ¿Habrá podido, el más atacado desde Madero, responder al llamado del deber cuando lo invitaban a tierras nayaritas, por ejemplo, para echarse un pescado zarandeado, pero sin pescado?
Claro, la chairiza asegurará que su amado líder está ¡siempre firm’s! y que con su virilidad es capaz −si no se controla y se deja llevar por el momento− de partir a cualquier amante en dos. Pero la opinión chaira aquí no cuenta.
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Tampoco faltará quien aluda al sildenafilo o al tadalafilo −el Viagra y el Cialis− como los mejores aliados de los hombres después de cierta edad, misma que nuestro mandatario ya dejó atrás hace algunas campañas presidenciales. Pero esos auxiliares farmacológicos son vasodilatadores... es decir, favorecen el flujo sanguíneo para que ese soldado que en cada hijo nos dio, responda en caso de ser convocado a lidiar con valor. Pero no son afrodisíacos, ni significa que puedan levantar el ánimo de quien ya difícilmente se emociona con nada.
Casi podría jurar que lo que todavía prende a don Andrés, lo que todavía es capaz de poner a “su pequeño tlatoani” como patita de perro envenenado, es la droga más estimulante de todas: el poder.
De otra manera no me explico la siguiente actitud:
Se supone, al menos en el discurso, que AMLO es un presidente democrático y para nada es como que haya destapado y apoyado con todo el peso del Estado mexicano a su corcholata favorita, hoy virtual presidente electa. Se supone que es un hombre respetuoso de las formas y que nunca osaría intervenir o dictar línea a la próxima mandataria (es sarcasmo, el viejo está más enviciado con el poder de lo que podría estarlo con el foco).
Pero trata de guardar las apariencias. Entonces... ¿Por qué hacerle a la futura Presidente una pública sugerencia para que ésta mantenga en su cargo dentro del próximo gabinete a una terna de funcionarios, entre ellos el titular del IMSS, Zoe Robledo?
Un día después de tan inocente recomendación, como no podía ser de otra manera, la doctora Sheinbaum no tuvo otro remedio que ratificar a Robledo para el siguiente sexenio.
¡Pero de ninguna manera porque le hayan tirado línea, eh! Es porque Zoe “ha hecho un gran trabajo, es muy importante para nosotros y ayudará a consolidar el IMSS-Bienestar y....”.
¡Sí’mbre! Lo que usted diga, doctora!
La cuestión para mí es: si de cualquier manera AMLO le va a estar dando línea a su discípula y aprendiz de Sith... ¿Por qué no se reúne con ella y simplemente le dice en privado cómo conformar el próximo gabinete y luego ya la doctora nos lo comunica como si fuera su iniciativa y todos −a la de tres− fingimos sorpresa? Se suponía que nos quieren vender una idea de autonomía, de que la Clau no es un títere ni está supeditada al tabasqueño.
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¿Por qué entonces, en franca contradicción, hacer semejante ostentación de influencia, dictándole línea desde el programa número uno de la televisión humorística, el streaming en vivo más visto del mundo hispanohablante, La Mañanera?
La respuesta es obvia: Al viejo le pone cachondo hacer estos alardes de poder, lucirse, demostrar que es él todavía quien da las órdenes. Que vean todos cómo, aún en el ocaso de su administración, él sigue al mando y ni siquiera la futura presidente es capaz de chistar o hacer el más leve mohín de disconformidad.
A su avanzada edad, estos desplantes de soberbia, colocándose por encima de quien estará al frente del próximo gobierno, debe ser ya lo único que pone a mil a mi cabecita blanca. ¡Como asta bandera! Listo para seguir jodiendo lo que se le atraviese o a quien sea que se le ponga enfrente.