El jineteo vehicular del descenso era una corrida −de tauromaquia de volante y frenos− en que la cornada de la volcadura letal era siempre amenazante.
Los preferidos para el desastre eran los así llamados tráileres, atraídos por una gravitación codiciosa y una fuerza centrífuga que los hacía tronar frenos, quedar incontrolados y volcados.
El desafío ha sido ingenieril para lograr la domesticación de esa bestia solapada frente al perfil azul de la sierra vecina, siempre dispuesta a hacer patinar sorpresivamente a quienes ya se alegraban de ir llegando a la ciudad de los sarapes, el cabrito, el pan de pulque y la cajeta de membrillo.
Ese trabajo de rectificación puede ser no sólo una victoria merecedora de algún Oscar carreteril, sino también una obra de misericordia en beneficio de esos servidores abnegados que transportan todo, afrontando todos los riesgos en los caminos de todos los rumbos.
Serán inevitables las curvas, pero ahora tendrán la amplitud y la inclinación sabiamente proporcionadas para un avance seguro y placentero. No se parecerán al voraz mar Mediterráneo devorador de migrantes o al férreo percance letal y tóxico acontecido en Ohio, de allá del otro lado, en estos días de febrero.
PASARELA DE COMBIS ‘PECERAS’
Bellas carcachas nunca obsoletas, merecedoras de un repunte eléctrico con modelo aerodinámico, con el aire de familia de su primo; el inolvidable “vocho” imparable y aventurero.
Hicieron su recorrido de evocación y nostalgia despertando remembranzas de generaciones que las agradecieron, en aquel tiempo, por su baratura y su agilidad multidireccional.
Sorprendieron entonces con su frente sin trompa y su capacidad de transporte para estudiantes y trabajadores. Ni muy grandes ni muy pequeñas. Con el tamaño justo para ir pronto a varias paradas sucesivas, pagadas con pura moneda de feria o billetillo mínimo.
En países europeos ya se tienen los transportes de personal en vehículos sin chofer, guiados por satélites con exactitud robótica. O avanzan silenciosos buses de grandes ventanales y dos pisos, con pago opcional y cupo sin aglomeración.
Esta ciudad requiere menos vehículos ocupados siempre por varias personas, no por una sola. Y un transporte público puntual, silencioso, eficiente y moderno, con pagos automáticos recorriendo vialidades bien planeadas y ampliadas, con mantenimiento suficiente y frecuente limpieza.
PEDALEAR Y ACELERAR
También hay dos ruedas circulando en un mundo de cuatro y más. Ha habido pedaleadas nocturnas. Y no pocos tienen la bici como su único medio de transporte. Su uso es saludable ejercicio y se evita la contaminación. Es un medio de transporte que merece su sendero amplio, terso y seguro. Ya empiezan a electrificarse las bicis para más celeridad y menos esfuerzo en tramos dificultosos.
La moto es ruidosa y tiene presión de puntualidades para entregas oportunas. Es fácil que un automóvil o autobús las impacte. Ya ha habido accidentes letales. Moderar velocidad, silenciar escape, usar casco, respetar filas son autoprotecciones insoslayables.
CENIZA LIBERADORA
Al ponerla sobre su frente, quien peregrina fielmente hacia la Pascua de Cristo reconoce su propia mortalidad, necesaria para su resurrección. Volverá al polvo su cuerpo para la liberación del espíritu, que recibirá cuerpo espiritualizado sin dolor, sin muerte, con agilidad, sutileza y luminosidad como el de Cristo vivo −en su venida− para disfrutar una vida sin término, gloriosa y gozosa, en cielo nuevo y tierra nueva y en perfecto amor...
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