México asesino: Violencia criminal contra niños, saña inaudita
En este México sangriento ya padecemos lo que Vallejo criticó de su Colombia asesina: una casta criminal poseída de una vileza brutal y despiadada
En este país asesino cada día aumentan las viudas, huérfanos y demás dolientes víctimas colaterales de la ejecución de sus familiares y, peor aún, entre ellos miles de niños cuya muerte cruel ha condenado a sus padres a una existencia de dolor indescriptible.
Sólo un caso retrata esa tragedia brutal. La madre de familia en Culiacán que acaba de perder a su esposo ejecutado junto a sus dos hijos de 9 y 12 años de edad y, además, su hijo de 17 años herido es la infamia de los asesinos que gozan de los derechos humanos en este país.
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Es muy drástica la expresión de “México asesino”, pero sólo copiamos al escritor Fernando Vallejo cuando en 1971 abandonó a su natal Medellín para vivir en México y dejar atrás los horrores de la entonces “Colombia asesina”, como él llamó a su patria en “La Virgen de los Sicarios”. Pues hoy México está peor en cuanto al narcoterrorismo.
Hace 13 años comentamos la violencia criminal en este país descrita en una caricatura donde un diablo le decía a otro: “Durante décadas nos preocupamos de que México se colombianizara, pero ahora nos da terror que el infierno se mexicanice”.
México cerró el año 2024 con un promedio de 70 homicidios diarios de los cuales, ocho fueron niños ejecutados cada día. Y es que los delincuentes no le temen a nada con eso de los “abrazos, no balazos”. Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, pide a sus gobernados no politizar el asunto de inseguridad. Pero la seguridad es la razón primigenia de la existencia del Estado y es una aberración no politizar el tema.
Rocha Moya está obligado a separarse del cargo por el caos que envuelve a Sinaloa. Conocimos a Rocha allá por el año 2004, cuando un grupo de sinaloenses y el suscrito le propusimos al entonces jefe de Gobierno de la CDMX, Andrés Manuel López Obrador, su candidatura para rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, asunto que no prosperó porque AMLO es inasequible a las propuestas. Rubén Rocha se regresó a Culiacán y como exrector de la Universidad de Sinaloa (UAS) se convirtió en coordinador de asesores del gobernador priista Jesús Aguilar Padilla (quien luego fue subsecretario de la Sagarpa bajo el mando de Enrique Martínez y Martínez).
De Rubén Rocha Moya hay señalamientos de su connivencia con el narco. Asimismo de su enemigo político recientemente asesinado Melesio Cuén, también exrector de la UAS. Ambos oriundos de Badiraguato y cercanos a Ismael “Mayo” Zambada como muchos otros políticos, empresarios y religiosos lo han sido por décadas en esa entidad.
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Y es que el narco en Sinaloa más que una costumbre es casi una religión. Ahí está la capilla del “santo Malverde” con cientos de ofrendas colgadas en su interior. Sólo que ahora la degradación de los códigos de la mafia ha llegado a límites que antes eran intocables, como el de los niños. El terrorismo criminal sólo se resolverá con una guerra sucia. Piense usted lo que quiera al respecto. Pero una cosa es tangible: en este México sangriento ya padecemos lo que Vallejo criticó de su Colombia asesina: una casta criminal poseída de una vileza brutal y despiadada. Una nueva raza asesina, cavernaria, traicionera y depravada; la peste humana en su más extrema maldad.
Y dé usted gracias a Dios y a nuestras autoridades por la seguridad y la paz en Saltillo y en Coahuila, ajenos al horror criminal de otras entidades.