México, ¿la narcofosa? y la indiferencia de Claudia

Opinión
/ 17 marzo 2025

Interrogada sobre los hallazgos en el rancho Izaguirre de Teuchitlán, Claudia tomó el manual de su antecesor y culpó a Felipe Calderón y García Luna de la situación de violencia que vive el país

¿Quién puede sorprenderse? México, finalmente, adquirió el rostro siniestro de una narcofosa con himno nacional y defensa irrestricta de la soberanía o de la impunidad del narcotráfico y crimen organizado, que es lo mismo.

Desde 1952 hay 124 mil 265 personas desaparecidas en nuestro lacerado país; 54 mil ocurrieron en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. En el periodo de Claudia Sheinbaum van 6 mil 700. Es decir, 41 mexicanos han desaparecido cada día durante el gobierno de la Presidenta, iniciado el mes de octubre pasado (Registro Nacional de Personas Desaparecidas: 2025).

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La cifra de Sheinbaum “es 104 por ciento superior a las desapariciones registradas en los primeros 100 días del gobierno de López Obrador, 277 por ciento superiores a las registradas en el sexenio de Enrique Peña Nieto y 1,970 por ciento superiores a las registradas en el sexenio de Felipe Calderón” (Causa en Común: 2025).

¿Cuáles fueron los hechos más notables de Andrés Manuel en pro de las personas desaparecidas? Primero, ignorarlas durante seis años. Luego, enviar una misión en 2022 a la Isla Bocas del Toro, en Panamá, para rescatar no el cuerpo, sino el fragmento de un hueso del revolucionario antiporfirista, Catarino Erasmo Garza Rodríguez, muerto en combate en esa isla en 1895, y erigirle después un monumento en Matamoros, Tamaulipas.

La ironía surrealista plasma a un dictador bananero más preocupado por identificar los restos de un personaje oscuro de la Revolución Mexicana −pero de su admiración personal fijada en un libro titulado “Catarino Erasmo Garza Rodríguez: ¿Revolucionario o Bandido? (2016)”− que de los cientos de miles de mexicanos desaparecidos durante su sexenio.

Claudia no se queda atrás. ¿Qué hizo una vez enterada del terrorífico hallazgo en el rancho Izaguirre, localizado en Teuchitlán, Jalisco, a una hora de Guadalajara? En el cual, en un espacio de 5 mil metros cuadrados las autoridades encontraron 400 pares de zapatos, ropa, maletas, identificaciones y objetos personales; tres hornos clandestinos con restos humanos calcinados y espacios para entrenamiento de reclutas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

¿Cuántas personas fueron llevadas ahí mediante engañosos anuncios u ofertas de trabajo? ¿De dónde eran originarias? ¿Cuál era su edad? ¿Cuántas fueron utilizadas para que aprendieran a torturar, descuartizar, amputar o degollar a sus víctimas? ¿Cuántas de ellas fueron asesinadas, incineradas y cremadas en ese proceso de cruel aprendizaje por ser físicamente débiles o estar impedidas emocional y psicológicamente de hacerlo? ¿Desde cuándo son buscadas por sus familiares?

¿Por qué López Obrador no movió un dedo a pesar de tener información sobre la existencia del rancho Izaguirre desde 2019?

Claudia no se inmutó ante esta tragedia nacional. Por el contrario, citó a una megamanifestación de 350 mil acarreados en el Zócalo de la CDMX y realizó un ritual prehispánico previo, agarrada al bastón de mando indígena entre humo de copal.

Al día siguiente, apareció sonriente, bailando o dando brinquitos, con una alumna de primaria vestida de indígena en la entrega de las tarjetas o becas universales para educación básica “Rita Cetina”.

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Interrogada sobre los hallazgos en el rancho Izaguirre de Teuchitlán, ella tomó el manual de su antecesor y culpó a Felipe Calderón y Genaro García Luna de la situación de violencia que vive el país. Más aún, con estas palabras defendió a Andrés Manuel: “Ya déjenlo en paz”, por señalamientos de “narcogobierno” y/o colusión criminal en el caso de Teuchitlán. Y para que no quedara duda, desde Huimanguillo, Tabasco, pidió un aplauso para López Obrador “que se oiga hasta Palenque”.

El sábado por la noche, en el Zócalo de la CDMX, miles de mexicanos encendieron 400 velas y colocaron 400 pares de calzado en memoria de las víctimas asesinadas y desaparecidas en Teuchitlán, Jalisco.

Desde la narcofosa que es nuestro país, una luz tenue, pero inapagable, mantiene viva la frágil esperanza de muchos corazones de mexicanos ante el olvido y la indiferencia obligada del Estado mexicano.

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