Morena: Un corazón guinda enfermo

Opinión
/ 15 agosto 2025

La empatía y compasión de la democracia no pudo llegar lejos: sucumbió sin haber alcanzado el perdón mutuo ni la reconciliación

Hoy la 4T canta: “México está pariendo un corazón guinda, aunque no puede más y se muere de dolor”. Y lanza un llamado urgente: “Y hay que acudir corriendo/Pues se cae el porvenir”.

Desde la llegada de Claudia Sheinbaum al poder, ese adolorido corazón trae tres arritmias, las arterias coronarias tapadas en un 70 por ciento y las válvulas cardíacas con una estenosis aguda que dificulta el paso de la sangre. Sobra decirlo, el daño cerebral y/o renal es inminente.

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Ese maltrecho corazón, aunque hoy esté pintado de guinda, es el de México. Y justo es decirlo: su condición médica, crónico-degenerativa, ha sido responsabilidad de algunos grandes empresarios que optaron por repartirse el país como pastel; de los distintos regímenes políticos federales –priistas y panistas– coludidos con dichos empresarios; de los militantes o simpatizantes de esos partidos que, de manera acrítica, gozaban de las migajas del pastel, y de las grandes mayorías de mexicanos, indiferentes e irresponsables con su país.

Cierto: Morena silenció al alto empresariado mediante chantaje y presión fiscal; acogió de manera mayoritaria a la peor cepa de políticos del PRI y del PAN e integró a una minoría de izquierdistas de Ciudad Universitaria, nostálgicos por una utopía socialista fallida y resentidos –genéticamente– contra el statu quo.

Fallecido el socialismo real con la caída del Muro de Berlín en 1989, y deshilachado, durante los siguientes 20 años, el matrimonio entre neoliberalismo y democracia, porque, como suele ocurrir en las relaciones de pareja, mientras él profundizaba y agudizaba las desigualdades socioeconómicas para empobrecer más y más a la población; ella, a través del voto, nutría de aspiraciones y esperanzas a ese mismo pobre para hacerle imaginar un futuro mejor que nunca se hizo realidad, en el sentido más básico del término.

En esa relación hubo infidelidad: el neoliberalismo copulaba con las clases económicas y políticas dominantes; mientras la democracia, adúltera también, dormía con las clases medias, populares y campesino-indígenas. Hubo, además, una dureza del corazón neoliberal que, sin amor por su país, pensó que podía depositar su generosa abundancia en el bolsillo derecho de su pantalón de marca. La empatía y compasión de la democracia no pudo llegar lejos: sucumbió sin haber alcanzado el perdón mutuo ni la reconciliación.

Finalizado el divorcio, apareció el primo hermano del fascismo y socialismo: el populismo de la 4T. Cuya coloratura derechista –como el caso de Morena– o izquierdista –como Nicaragua– compartía un común denominador con los distintos populismos del orbe: el autoritarismo abrazado a un pasado nacionalista, en el cual todo tiempo fue mejor.

Instalado nuestro país en los años cincuenta y sesenta, la 4T insiste en parir un corazón enfermo. Y para evitar su muerte y con ello la caída de su porvenir, los morenistas corren como gallinas descabezadas. Lo saben. El corazón está enfermo y podría apagarse por la carga heredada por Andrés Manuel a su sucesora, que enfrenta dilemas irresolubles.

Ejemplo 1: Claudia no extraditará a Manuel Bartlett, Rubén Rocha Moya, Adán Augusto López y Ricardo Monreal porque desnudaría los lazos de su partido con el crimen organizado y descobijaría a AMLO. Esa imposibilidad retrasa, quizá de manera irreversible su posibilidad de ejercer el poder presidencial a cabalidad.

Ejemplo 2: Sheinbaum tiene una capacidad de maniobra limitada: AMLO tiene el aparato del Estado, incluido el partido, hasta antes del viaje de Andy López a tierras niponas.

Ejemplo 3: Difícilmente el estado de la economía le permitirá a Morena –en dos años– mantener su clientela electoral a través de los programas sociales.

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Ejemplo 4: Es casi imposible que, en un periodo de 4-5 años, Morena afilie 10 millones de militantes, los profesionalice e institucionalice su partido. La división a nivel nacional y estatal será el lugar común.

¿Quién salvaría ese corazón guinda tan enfermo? La incapacidad de la oposición partidista que le daría tiempo suficiente a los morenistas para traer médicos especializados, no de Cuba o Venezuela, sino de las Clínicas Mayo y del Hospital Johns Hopkins de EU.

Columna: Panóptico

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