Mortales ya no, sólo pascuales

Opinión
/ 21 abril 2025

Una vida con fe cristiana no tiene en el horizonte la muerte, porque la muerte fue vencida, superada, cancelada cuando, por su humanidad, la experimentó Jesús de Nazareth, hijo de Dios e Hijo del Hombre

Vivir plenamente la vida humana es ideal, deseo y esperanza de hombres y mujeres.

No como un privilegio personal exclusivo, sino como una condición justa y valiosa para todos. Vivir para ser libre, con acceso a todos los bienes básicos, siendo respetados todos los derechos derivados de la dignidad humana.

Vivir respetando toda la pluralidad abigarrada de cualquier tipo de vida: la del niño por nacer en el vientre de su madre; la del anciano, con todas sus limitaciones, que requieren no condenación, sino comprensión y tolerancia; la vida del enfermo, la del extranjero, la del distinto o disidente. Respeto y acompañamiento de la vida en orfandad o en viudez.

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Vivir la vida con seguridad, sin atentados por enemistad, asalto a pertenencias o por conflicto cultural o bélico. Una vida con oportunidades de desarrollo integral y de amplio espectro para proyección de servicio comunitario, activando talentos, destrezas y conocimientos.

Vida sin discriminaciones, sin etiquetas denigrantes que generen división y descarte. Con atención a todos según sus necesidades y aceptación de todos según sus capacidades.

LA VIDA ES TEMPORAL

Si es vida así, auténticamente vivida, está limitada por su temporalidad. Es siempre vida de paso. Es una vida mortal. Y decir muerte es decir término, ciclo cerrado, cesación de toda acción posible, desaparición, ausencia, finalización.

Una vida con fe cristiana no tiene en el horizonte la muerte, porque la muerte fue vencida, superada, cancelada cuando, por su humanidad, la experimentó Jesús de Nazareth, hijo de Dios e Hijo del Hombre, quien dijo de sí mismo: “Yo soy la Vida”, “El que cree en Mí no morirá para siempre”, “Yo lo resucitaré en el último día”.

NO ANIQUILACIÓN, SINO TRANSFORMACIÓN

El alma purificada sólo pasa a vida inmortal. El cuerpo resucitado y espiritualizado se unirá a ella en el último día del mundo. La resurrección del Salvador, al tercer día después de su muerte, puso la vida de todos los creyentes, ya no frente a la muerte derrotada, sino frente a la Pascua victoriosa, que es paso de vida a Vida. Por eso fulgura la alegría del tiempo pascual. Sólo desde el don de la fe actualizado se puede celebrar y felicitar.

Un gran regalo recibe el papa Francisco al alcanzar su Pascua después de presentar su mensaje y dar su bendición a la urbe y al mundo, y hacer el recorrido de saludos entre la multitud presente.

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MINICUENTOS DE PASCUA

1) Es puntual el pajarillo. Llega siempre volando a la hora de comer. Picotea en el suelo las migajas. Pero hoy las migajas están en la mano. Con decidido aleteo, se posa en un dedo de la mano inmóvil y picotea sin susto.

2) Lo felicitaron en un aniversario por su matrimonio feliz. Él comentó en confianza que eso no lo hicieron las palabras, sino los sabios silencios que no las dejaron salir.

3) Comenta este muchacho universitario que agradece esta época que le toca vivir: “Es apasionante −opina− porque hay mucho que poner en su lugar”. Y da mordida a su hamburguesa.

TÉ CON FE

-Los aciertos nos dan mucha experiencia.

-Es verdad. Pero son los desaciertos propios y ajenos reflexionados los que nos dan la mejor experiencia de la vida y de los que la estamos viviendo.

El autor de Claraboya, quien ha escrito para Vanguardia desde hace más de 25 años, intenta apegarse a la definición de esa palabra para tratar de ser una luz que se filtra en los asuntos diarios de la comunidad local, nacional y del mundo. Escrita por Luferni, que no es un seudónimo sino un acróstico, esta colaboración forma ya parte del sello y estilo de este medio de comunicación.

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