¡No es inofensiva! Melatonina, el nuevo ‘dulce para dormir’

Opinión
/ 26 noviembre 2025

No hay atajos para el buen sueño. La melatonina puede parecer mágica, pero puede causar problemas a largo plazo

Con frecuencia escucho a muchas mamás decir: “Si tu hijo no puede dormir, dale una gomita de melatonina”. ¿Cuántos papás, después de un día pesado, se enfrentan con que su hijo no tiene sueño, no quiere dormir y mañana hay colegio? En medio del cansancio, muchos padres están decidiendo por algo que parece inofensivo: darle melatonina para que, “por fin”, se pueda dormir.

De acuerdo con la AASM Sleep Prioritization Survey, cerca de la mitad de los padres en Estados Unidos (46 por ciento) han dado melatonina a un hijo menor de 13 años y tres de cada 10 padres (30 por ciento) también la han administrado a sus adolescentes. Esta encuesta entrevistó a más de 2 mil adultos y muestra un retrato muy claro: la melatonina se está convirtiendo en el nuevo “dulce para dormir”.

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Pero detrás de este gesto aparentemente inocente surgen riesgos reales que los padres deben saber. No hay que confundir la melatonina con un tipo de golosina. Se trata de una auténtica hormona. La melatonina es una hormona que el cerebro produce de forma natural para ayudar a regular el ciclo sueño-vigilia. Cuando hay oscuridad, aumenta; cuando hay luz, disminuye.

Administrar melatonina artificial a un niño implica estimular una hormona que regula el sueño, el crecimiento, la pubertad y otros procesos neurológicos. Los especialistas en sueño lo repiten con mucha claridad: no es un suplemento inofensivo y, muchísimo menos, un producto adecuado para el uso cotidiano en niños.

Hay una falsa percepción, ya que la melatonina se comercializa como suplemento (no como medicamento), por lo que no requiere receta. La dosis real del frasco puede variar entre el 1.3 y el 400 por ciento respecto a lo que pone la etiqueta, según estudios publicados en Journal of Clinical Sleep Medicine. Muchos padres piensan que “al haber sido elaborado a partir de un componente natural, no hace daño”. Pero también es cierto que la cafeína es algo natural... y no se la damos a un niño de 6 años para despertarlo.

El estudio anterior nos ofrece datos alarmantes: los padres de entre 25 y 34 años son los que más lo administran a los pequeños (51 por ciento). Los papás (36 por ciento) son más propensos que las mamás (23 por ciento) a administrarlo a los adolescentes.

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Es fácil: vivimos cansados, con estrés y con niños más estimulados que nunca. Pantallas, videojuegos, horarios desajustados, poco ejercicio, cenas retrasadas y estrés infantil hacen que los niños se duerman más tarde. La melatonina parece la mejor receta. Sin embargo, presentan los siguientes riesgos:

a) Interfiere en el desarrollo natural del sueño. El cerebro del niño puede “acostumbrarse” a recibir esta señal artificial para dormir, en vez de producirla. Esto repercute en los hábitos, la autorregulación y la maduración neurológica.

b) Impacto potencial en la pubertad y en las hormonas. Falta investigación a largo plazo, pero hay ciertas referencias que apuntan a que el consumo frecuente podría modificar el inicio de la pubertad al alterar los ritmos hormonales.

c) Dosis poco controladas. Con productos poco regulados, un niño podría estar ingiriendo dosis mucho más altas de las esperadas sin que los padres se enteren.

d) Efectos secundarios. Los padres han informado sobre: pesadillas, somnolencia diurna, irritabilidad, dolores de cabeza, dependencia psicológica (“sin la gomita no duermo”).

¿Qué pueden hacer los padres en lugar de usar melatonina? Los expertos recomiendan reforzar la higiene del sueño, sobre todo en niños menores de 13 años:

Rutina fija de sueño.

Cenar ligero y temprano.

Cero pantallas dos horas antes de dormir.

Dormitorio oscuro, fresco y sin dispositivos electrónicos.

Movimiento físico diario.

Horarios bien marcados, incluso los fines de semana.

Si con todo esto aún persiste el problema, lo correcto es acudir a un especialista en sueño pediátrico. Y no automedicarse. En conclusión: no hay atajos para el buen sueño. La melatonina puede parecer mágica, pero puede causar problemas a largo plazo. Los niños no necesitan químicos para dormir: necesitan rutina, límites, estructura y un ambiente adecuado. Los padres quieren lo mejor para sus hijos y lo mejor empezaría por tomar decisiones informadas. No se trata de generar miedo, sino de recordar que el sueño infantil no puede dejarse en manos de un suplemento, sino de hábitos saludables y de una educación basada en el afecto.

Es licenciado en Educación con Maestría en Desarrollo Organizacional por la UdeM. Maestría en Psicopedagogía Clínica en España. Cuenta con doctorado en Currículum e Instrucción por la Universidad del Norte de Texas y estudios de Postrgrado en Educación, género, aprendizaje y cerebro en el programa de Velma Smichdt por la Universidad del Norte de Texas.

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