Nueva era: ¿crisis del capitalismo o crisis de la democracia?

Opinión
/ 24 marzo 2025

Quizás nos cuesta aquilatarlo en su justa dimensión, pero quienes tenemos la fortuna de habitar el planeta en estos tiempos estamos atestiguando un cambio de época. Una nueva era en la historia de la humanidad, de igual calado a las experimentadas durante las revoluciones industriales de los siglos XVIII y XIX.

El tema no es nada nuevo, pero bien vale la pena delinear espacios y reflexiones que nos lleven a un ejercicio intelectual a fin de profundizar sobre los grandes y disruptivos cambios que estamos atestiguando.

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No solamente en temas económicos (innovación, inteligencia artificial, proteccionismo vs globalización) sino también en lo relativo a los temas de ciudadanía y gobierno (una aparente crisis en la conciencia ciudadana sobre la importancia de la democracia).

Cambios a ritmos vertiginosos apuntalados primero por el internet y posteriormente por la digitalización y ahora por la inteligencia artificial, van sacudiendo la estructura productiva de las economías, en un proceso continuo en el cual los mercados cada vez se vuelven más expugnables ante el surgimiento de ideas y modelos de negocios.

Lo anterior, no hace más que inyectar una alta dosis de incertidumbre entre los agentes económicos con relación a cómo será el futuro para la fuerza de trabajo y que tan perdurables en el tiempo podrán llegar a ser determinados empleos y oficios.

Las formas de producción y las dinámicas productivas empiezan a distanciarse mucho de lo que ocurría hace diez años o más. Ello conlleva un replanteamiento fundamental en los modelos educativos.

A sabiendas por un lado de que los estudiantes cuentan ahora con herramientas tecnológicas que potencian su conocimiento, prescindiendo cada vez mas de la conducción del docente; mientras que, por otro lado, con la expectativa de un mercado laboral que requerirá cada vez habilidades nuevas y cambiantes y con mayor capacidad de adaptación a nuevas tareas y funciones.

Todo este panorama genera miedo e incertidumbre entre grandes sectores de la población. El mundo ya no es el mismo a como nos tocó vivir de niños a unos y de jóvenes a otros.

Esa incertidumbre sobre el futuro cercano deriva en miedo que nos lleva a cuestionarnos sobre la utilidad de valores entendidos que desde siempre han impulsado el crecimiento económico (competencia, innovación, productividad) y las libertades (democracia, igualdad, justicia).

Es por ello, por lo que alrededor del mundo cada vez mas naciones optan por soluciones de gobierno radicales. Ciudadanos decepcionados por no ser capaces de comprender el acelerado ritmo de cambios, culpando así a los sistemas de gobierno y políticos tradicionales, se decantan por opciones radicales.

Esos que ofrecen la tierra prometida, el regreso al pasado glorioso, la seguridad que no es capaz de otorgar un mundo globalizado y abierto a las innovaciones.

Mientras nos encaminamos hacia otra revolución tecnológica e industrial en lo económico, en lo social observamos a una ciudadanía más confusa y con miedo a un futuro que no es fácil visualizar, entregando las riendas del poder a sistemas políticos populistas, radicales y autoritarios.

Mas que una crisis del capitalismo como dirían muchos, es una crisis de la conciencia ciudadana en la democracia.

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