Ordenar el mundo

Opinión
/ 22 agosto 2022
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Los jóvenes deben buscar sus talentos innatos y así abrevar para construirse a sí mismos

El libro “Buen Trabajo: Cuando la Excelencia y la Ética Convergen” fue escrito por Gardner, Csikszentmihalyi y Damon, tres notables psicólogos de fama mundial. En esta obra los autores sostienen que, en general, existen tres clases de personas en el ámbito laboral: las que se enfocan en la razón de ser de su oficio o profesión, siendo éstas las más creativas realizándose plenamente en sus profesiones u oficios; aquellas que tienen menor bienestar, pues “se resignan a la conveniencia y a la mediocridad” y las que sucumben ante actividades laborales que no van acorde a sus intereses legítimos, terminando sus actuaciones en desilusión y desastre.

La primera clase de personas: “Más que limitarse a buscar únicamente el dinero o la fama, o decidirse por el camino que ofrezca en caso de conflicto, son personas que consideran sus responsabilidades y las consecuencias de su trabajo. En el mejor de los casos, procuran actuar de forma responsable en lo referente a sus metas personales; a su familia, sus amigos, compañeros y colegas; a su misión o vocación; a las instituciones a las que pertenecen; y, por último, al mundo en general, a las personas que no conocen, a los que les seguirán y, en un sentido mucho más amplio, al planeta o Dios”, esta categoría representa a los profesionales que, aparte de realizar un trabajo efectivo, son socialmente responsables.

Educación...

En este sentido, las personas que se sienten plenas en sus oficios no son las que “piensan” que son felices, sino sencillamente se “sienten” felices y situación que tiene que ver con el desarrollo y realización de sus propios talentos, al haber descubierto su inteligencia nata.

Desgraciadamente, infinidad de personas sencillamente no llegan a ese descubrimiento debido, entre otras causas, a que la educación recibida se basa en la estandarización del aprendizaje, ignorando la individualidad del estudiante.

Los sistemas educativos, con sus raras excepciones, tienen en sus genes los principios económicos de la industrialización (siglo XVIII), en esa lejana época fue concebido y estructurado, considerando que el recurso escaso era el conocimiento; por tanto, la educación se diseñó situando en el centro del sistema al maestro.

La educación, en general, se asemeja a una fábrica anacrónica, pasiva, mecanizada, lineal y unilateral, al tiempo que no reconoce los talentos únicos que posee el educando.

Esta realidad condena a muchas personas, como lo comentó Ken Robinson: “Todas las personas tienen algún tipo de talento. Algunas lo descubren muy pronto y saben que eso es a lo que quieren dedicar su vida. Otras lo encuentran por casualidad, cuando ya se dedican a otra cosa o son mayores. Y muchas otras, por desgracia, no lo hallan nunca”.

Entonces, en lugar de medir la inteligencia mediante el famoso “IQ” que mide el grado de inteligencia de una persona, mejor sería hacer una propuesta diferente para fortalecer su carácter: ¿Qué tipo de inteligencia se tiene? O ¿De qué forma se es inteligente? Ya que este descubrimiento podría ubicar a las personas en la senda de su vocación.

Por su parte, Howard Gardner formuló la famosa teoría de las “inteligencias múltiples” que precisamente “descubre” la manera en que una persona puede ser inteligente:

1.- Mentalidad disciplinada

Gardner señala que en la mayoría de las escuelas se enseñan sólo contenidos para ser aprendidos de memoria. Afirma que éstos son invenciones humanas; por tanto, el cerebro no está preparado para aprenderlos de manera intuitiva. La educación entre más centrada se encuentre en la memorización y lejos de una forma de pensar disciplinada, más anacrónica será.

Es decir, el tipo de enseñanza “qué personaje siguió a qué personaje, en qué año pasó tal cosa, cuántos planetas hay en el sistema solar no es un pensamiento disciplinado y por tanto es inadecuado”.

Para lograr el pensamiento correcto los estudiantes deben comprender lo que se les enseña. Y entonces “practicar y practicar”.

2.- Mentalidad sintetizadora

La síntesis es necesaria para unir cosas que se encuentran dispersas, pero que una vez juntas cobran un sentido desconocido.

Es la mentalidad de Charles Darwin la que se requiere. El pensamiento sintetizador percibe que estamos inundados de información, como muestra un botón: Gardner señala que si se busca la palabra “evolución” en Internet se puede pasar toda la vida leyendo fuentes secundarias, muchas de ellas de cuestionable valor, por lo que se necesita de un criterio formado para decidir a qué poner atención y qué ignorar.

En una conferencia un docente entre el público levantó la mano y preguntó a Gardner: “¿no es acaso sintetizar lo que han hecho los profesores desde siempre?” “Creo, al igual que usted, que hemos estado en el negocio de sintetizar por años, pero no nos hemos dado cuenta ni nos hemos puesto a pensar en lo importante que es y en cómo podemos ayudar a otras personas a convertirse en mejores sintetizadores”, contestó.

3.- Mentalidad creativa

Es la personificada por Einstein en las ciencias, y Virginia Woolf en las artes. Las personas creativas son aquellas a quienes se les ocurren cosas nuevas, las cuales con el tiempo son aceptadas.

El autor considera que no se puede ser creativo sin dominar al menos una disciplina, arte u oficio: “la ciencia cognitiva nos enseña que, en promedio, toma alrededor de 10 años dominar un oficio”. Los creativos toman oportunidades, asumen riesgos, no tienen miedo a caerse y son ellas mismas las que se levantan y se preguntan: ¿qué puedo aprender de esto?

Gardner comenta: “es más fácil prevenir que alguien sea creativo, a hacer que alguien lo sea” pero ¿cómo se previene?, diciéndoles a alumnos que hay sólo una respuesta correcta y castigando si es que se contesta la respuesta incorrecta. Eso no fomenta la creatividad, más bien la destruye”.

4.- Mentalidad respetuosa

El desarrollo de este pensamiento recae, en mucho, en los educadores: si se pretende enseñar a personas a que respeten a su prójimo, se deben proveer modelos y ofrecer una educación que fomente una postura favorable al respecto. Es necesaria la autoridad moral.

Aprender a vivir con otros, es uno de los pilares que considera la Unesco en la ecuación de este siglo, y es precisamente la mentalidad que refiere el investigador: dar prioridad al respeto por esas personas que tienen un origen y creencias distintas de nosotros y esperar que ellas devuelvan la misma actitud.

5.- Mentalidad ética

Gardner comenta: “una mentalidad ética no dice: ¿cómo debo comportarme con otras personas? Lo que sí dice es: Yo soy un trabajador, en mí caso un profesor, escritor, científico y soy un ciudadano, en mi caso de mi universidad, de mi comunidad, de mi nación, de todo el mundo. Entonces, ¿cómo debería comportarme?”

Una persona con esta mentalidad, puede pensar de sí en forma abstracta. Primero se cuestiona: ¿qué tipo de persona quiero ser? ¿Qué clase de estudiante o trabajador? ¿Qué clase de ciudadano? Luego continúa: ¿cómo sería el mundo si todos se comportaran como yo lo hago? Finalmente vive conforme a sus respuestas, incluso cuando está en juego su propia conveniencia.

Abrevar

En una ocasión preguntaron a Gardner ¿cuál es la mejor mentalidad par afrontar la crisis económica mundial? A lo que contestó: “La mentalidad ética es esencial si estamos por esquivar las malas prácticas financieras que dominaron Wall Street, también, la mente sintetizadora, pues necesitamos entender qué ocurrió y por qué, con gente sana y poderosa, ansiosos de ganar dinero, y con gente pobre que tenía muchos préstamos. Sólo si entendemos qué ocurrió, hay una posibilidad razonable de ordenar el mundo de una mejor forma”.

Sería bueno que los jóvenes incursionen en la búsqueda de sus talentos innatos ya que, como seres únicos e irrepetibles que son, estos representan el manantial del cual podrían abrevar para construirse a sí mismos y, así, alcanzar sus más caros anhelos y de paso contribuir a ordenar el mundo.

cgutierrez@itesm.mx

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