Paseo Capital, la zona peatonal retorna la vida al centro de Saltillo
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El Saltillo viejo está lleno de callejones, callecillas angostas que se fueron formando al pasar de los años, al dejar las casas libre paso al curso de las aguas que bajaban de los lomeríos del sur de la ciudad. Las viviendas se construían a los lados de los arroyos, a veces muy cerca, de los arroyos que ya habían formado cauce. Los arroyos, que bajaban del sur rumbo al norte, se convirtieron finalmente en calles que siguieron el camino del agua, con sus curvas y bifurcaciones de los antiguos cauces.
El agua bajaba principalmente de San Lorenzo, La Encantada, Agua Nueva y más allá desde la sierra de Zapalinamé. Algunos veneros, el arroyo de La Encantada, que cruzaba todo Saltillo y Ramos Arizpe y todavía regaba las antiguas haciendas de ese municipio, como la de Santa María. Muchos de los arroyuelos se secaron al ser encauzada el agua especialmente para regar las huertas tlaxcaltecas del poniente de Saltillo y para surtir a las crecientes poblaciones de Santiago del Saltillo y San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
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Y los arroyos, con la tierra que en sus orillas habían dejado las casas, se convirtieron en calles para dar paso a los transeúntes, las carretas de bueyes, los coches de mulas y caballos y después los vehículos de tracción mecánica y motores a base de carburantes. Y porque el agua tiene memoria, de repente, aunque sea muy de vez en cuando cae un aguacero y el agua escurre a mares por las calles que corren de sur a norte, siguiendo el antiguo cauce de los arroyos.
Así se formaron las calles del viejo Saltillo, hoy la zona centro y el Centro Histórico, en el que ya casi no hay viviendas, pero abundan los negocios como antros, cantinas, bares, restaurantes. El centro se compone de esas calles y esas casas que antaño formaban una reducida mancha urbana en la que se ubicaban todas las viviendas, los templos y también los negocios de los que ejercían oficios necesarios a la población: los zapateros, los sastres, los tejedores de cobijas y sarapes, los panaderos, los fruteros, abarroteros, carpinteros, fontaneros (ahora les dicen plomeros), las cantinas y las escuelas. En las orillas se establecieron las fábricas: de pastas, de dulces, de cervezas, los molinos de trigo, etcétera.
Allá arriba, como decimos aquí, en los barrios de Santa Anita, del Ojo de Agua, del Águila de Oro, quedaron esos callejones empinados con sus banquetas hechas de tramos de escalones, que aún ahora conservan la fisonomía que tenían antes de que la ciudad alcanzara su actual desarrollo: el de Altamira, el del Beso, el de la Llorona, el de Miraflores, el del Humo, el de La Delgadina. Y no sólo al sur. También en el corazón de la ciudad hay callejones como los que están al costado norte de la Catedral: el de Santos Rojo, antes llamado de La Pulmonía, y el del Truco; en el poniente, en la calle Cuauhtémoc, el muy conocido Callejón del Diablo, y al noreste el del Oso. Nombres éstos íntimamente ligados a personajes que habitaron en esas callejuelas y a acontecimientos o sucedidos que en ellas tuvieron lugar, y otros cuyo origen reside en leyendas de aparecidos y viejas consejas populares que la tradición conserva.
El trazo caprichoso de la ciudad dejó las caprichosas callejuelas, algunas ya ampliadas en distintos momentos, que hoy forman el centro de la ciudad. Más o menos abandonadas por años, pero que curiosamente hoy parecen revivir, principalmente de jueves a domingo. Y no se diga si es quincena, porque el movimiento de peatones y vehículos parece duplicarse.
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El Paseo Capital ha tenido gran éxito. Los restaurantes y cafecitos, incluido el Casino de Saltillo, establecidos en las calles que comprende esa zona peatonal han extendido sus servicios a las mesas que han sacado a la calle. Los antros, bares, cantinas y restaurantes se multiplican en las calles aledañas al Paseo Capital y han acondicionado sus azoteas para servir ahí también.
Por otro lado, los paseantes pueden disfrutar de espectáculos y eventos culturales ofrecidos por el Instituto Municipal de Cultura en diferentes puntos del Paseo Capital. La gente vuelve al Centro Histórico a disfrutar el sabor de su ciudad y el punto de referencia es, precisamente, el Paseo Capital. Un diez para el alcalde Chema Fraustro y su equipo.