¿Qué aprender de Miguel Riquelme para 2024 y más allá?
Miguel Riquelme es el único de los gobernadores priistas que no se arrodilló ante el avasallador poder del Gobierno Federal en este sexenio.
Recordemos la debilidad de carácter de sus camaradas tricolores. Quirino Ordaz Coppel, exgobernador priista de Sinaloa, es el embajador en España. Claudia Pavlovich, exgobernadora priista de Sonora, es la cónsul de México en Barcelona. Carlos Aysa, exgobernador priista de Campeche, es el embajador de República Dominicana. Y Carlos Joaquín González, exgobernador priista de Quintana Roo, es el embajador en Canadá. Los exgobernadores priistas de Hidalgo, Omar Fayad, y de Oaxaca, Alejandro Murat, esperan su nombramiento mientras se comen las uñas, sentados a la orilla de la banca.
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Cada embajada o consulado concedidos por esos seis exgobernadores a AMLO tuvo un precio alto: entregaron 12 millones de votantes; otorgaron los recursos presupuestales de sus estados a la 4T, agudizaron la crisis del PRI nacional y precipitaron la permanencia de Morena otros seis años, al menos.
¿Qué tuvo Miguel en su carácter como político, ausente en cada uno de esos exgobernadores, para defender a su estado y no abandonar a su partido? Lealtad radical a sí mismo, a su partido y a Coahuila. Y valentía política para no dejarse apabullar por el miedo al Gran Tlatoani en un país presidencialista. Por eso, lo tuvo a raya.
¿Acaso Riquelme no estuvo también, como esos exgobernadores priistas, sujeto al poder discrecional y autoritario del Presidente de la República? Sin duda. El castigo fue evidente: recortes presupuestales por una cantidad de 19 mil millones de pesos hasta 2024. Pero no se dobló.
¿Por qué AMLO no encontró en Miguel esas debilidades −reales o fabricadas− que detectó en los exgobernadores priistas para doblegarlos de manera humillante? Porque Riquelme blindó Coahuila −con mínimas fisuras− a partir de su trabajo en inversión, empleo y seguridad pública. Y no se humilló.
¿Qué estrategia política siguió Riquelme para no confrontar de manera descabellada a un presidente de suyo inestable y errático? Su actitud fue institucional; flexible pero firme. Paralelo a ello, creó una sólida red de alianzas: formó y lideró la Alianza Federalista de Gobernadores (2020-2021). Construyó un diálogo interinstitucional en Seguridad Pública con gobernadores vecinos: Durango y Nuevo León. Mantuvo una sólida relación con integrantes del Gabinete legal y ampliado de AMLO. Y creció, al interior de su partido, como una figura protagónica y conciliadora; dentro y fuera de la cúpula partidista dominada por Alejandro Moreno. Y salió avante.
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¿Qué aprender de Miguel para 2024 y más allá? Lo esencial: es un estilo de liderazgo a seguir bajo un entorno político autoritario de corte neopopulista como el de AMLO. Por ello, los candidatos a preservar las gubernaturas de oposición en Guanajuato, Jalisco, Querétaro y Yucatán, que estarán en juego el 2024, podrían aprender de su experiencia para integrar un bloque opositor a la 4T, desde sus respectivos gobiernos, sin importar las siglas de sus partidos. La misma enseñanza va para los gobernadores de Chihuahua, Durango y Nuevo León.
Claro, a menos que pretendan obtener una embajada o un consulado en algún perdido lugar del mundo, donde no podrán esconder su falta de vergüenza y ausencia de compromiso personal y político, consigo mismos, con su partido y con el país.