Recuerdos de ‘el Nibelungo’, maestro del Ateneo Fuente de Saltillo

Opinión
/ 10 noviembre 2024

A propósito del reciente aniversario de la institución insignia de la educación coahuilense, el Ateneo Fuente de Saltillo, escuela de bachilleres de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) que llegó a los 157 años de vida el pasado 1 de noviembre, vienen a la memoria los recuerdos y las anécdotas de la vida ateneísta. Entre ellos, aparece la silueta de Federico González Náñez. Fue mi maestro el autor de la “Crónica de la Cultura de Coahuila”. Hace muchos años, en la presentación de la edición facsimilar de dicho libro, el también maestro del Ateneo Fuente con diferencia de varias generaciones, Miguel Agustín Perales, dio la mejor definición de quien hoy traemos a la memoria: “Federico Leonardo era el poeta, Federico González Náñez era el maestro”.

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En su personalidad, única e inconfundible, convivían el poeta y el maestro y, a veces uno dominaba al otro. Poeta era en sus clases de literatura, cuando hablaba de los trovadores y juglares que, con la espada al cinto y el laúd en el brazo, cantaban sus amores y narraban las guerras de los hombres y los dioses en los pórticos de los conventos o al pie de los castillos feudales, y el maestro, como ellos, se convertía en una especie de caballero galante, de soldado valeroso y peregrino aventurero, para hechizar a sus alumnos con sus historias. En su clase de literatura universal, don Federico González Náñez contaba con una especial pasión por el “Cantar de los Nibelungos”, quizá porque se identificaba con uno de los protagonistas, Sigfrido, el que arrebató a los nibelungos su tesoro: la espada mágica y el manto que hacía invisible a quien lo portaba. De ahí, seguramente, nació el mote de “Nibelungo” impuesto al maestro por la muchachada del Ateneo, la que jamás regateó a ningún profesor el bautizo de un sobrenombre ingenioso.

Maestro era González Náñez cuando enseñaba los misterios y las leyes de la forma y el contenido de las obras literarias, la retórica, la métrica y la preceptiva, la teoría literaria. Con su muy peculiar estilo de enseñar, dejaba en sus alumnos la idea de aprender por sí solos. Una de sus cualidades podría tener cabida en la sentencia Magister dixit, que no debiera interpretarse como “el maestro dijo y no se discute más”, sino “el maestro dijo, y al decir, dejó en el discípulo la libertad de volver a pensar el pensamiento inicial del maestro”.

Durante muchos años reunió una enorme cantidad de datos para escribir la “Crónica de la Cultura de Coahuila”, siempre que fuera posible con los propios actores, autores y protagonistas de ese concepto tan difícil de definir como es la cultura. Yo pienso que su crónica es una especie de prolongación de su cátedra, una obra muy suya, muy del estilo un tanto repetitivo de quien está acostumbrado a dirigirse a un grupo de oyentes en el aula, muy distinto del estilo de poeta que adoptaba al escribir sus versos.

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Don Fulgencio de Entrambos Mares, el protagonista de “Amor y Pedagogía” de don Miguel de Unamuno, admiraba a sus oyentes diciéndoles que conocer científicamente es catalogar el universo para devolvérselo a Dios en orden. Como este aspirante a ordenador del divino desorden fue González Náñez. Quizá más modesto, porque él se impuso el catalogar solamente el universo de la cultura coahuilense para devolvérnoslo ordenado en una obra impresa, que antes de él nadie había escrito ni publicado.

“Crónica de la cultura de Coahuila” vio la luz primera en 1975 y se agotó pronto. En el año 2000, no se conseguía ya ni en las librerías de viejo, por lo que ese mismo año, el Instituto Municipal de Cultura publicó una decorosa edición facsimilar. Con ella, el Ayuntamiento de entonces, encabezado por el presidente municipal, Óscar Pimentel González, realizó un acto de homenaje a González Náñez y a la cultura de Coahuila, con el que reivindicó la imagen de don Federico, maestro de literatura en el Ateneo Fuente y en la Normal Superior. En este aniversario del Ateneo Fuente, yo no pude dejar de evocar la imagen de mi maestro, el Nibelungo.

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