La Región Sureste de Coahuila ha sido, en los últimos años, la gran atractora de inversiones a Coahuila. El clúster automotriz instalado aquí se ha venido consolidando con el tiempo y hoy tiene, sin lugar a dudas, una posición que obliga a voltear acá y no solamente a quienes planean inversiones vinculadas al sector automotriz.
No extraña por ello que el Gobierno de Coahuila revele que, antes de concluir el presente año, se espera la concreción de una docena de inversiones adicionales a la entidad, la mitad de las cuales, al menos, se instalarían en nuestra Región.
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Tampoco extraña que las inversiones más relevantes que se esperan para el cierre del año, así como para el arranque de 2025, estén vinculadas con la manufactura de automóviles y, de manera específica, con la creciente producción de autos eléctricos.
Incluso puede anticiparse que, una vez agotada la jornada electoral en Estados Unidos, la cual ha obligado a diferentes empresas a tomarse una pausa en sus decisiones de inversión en México, los anuncios sobre la llegada de nuevos proyectos a Coahuila y la Región Sureste sufran un repunte.
Y es que aun con toda la tensión que la campaña de Donald Trump le ha inyectado a las decisiones de algunas firmas, una vez que el calor de la contienda se disipe −cualquiera que sea el resultado− seguramente el panorama se despejará rápidamente.
En otras palabras, está más que claro que la posición de competitividad ganada por Coahuila y, en particular, por el Sureste de la entidad, implica que, de cara al futuro, podemos apostar a que seguiremos siendo una opción atractiva para los inversionistas nacionales y extranjeros.
Justamente por ello parece oportuno insistir en el hecho de que, al menos en lo que hace a la Región Sureste de Coahuila, resulta indispensable considerar la necesidad de volvernos más “selectivos” en relación con el tipo de empresa que nos interesa atraer.
Y es que para nosotros ya no puede tratarse solamente de atraer más fuentes de empleo, sino de que cada proyecto que llegue a la Región se convierta en un elemento que contribuya a mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de la zona metropolitana.
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En otras palabras, lo que necesitamos ahora no son más empresas de mano de obra intensiva, sino proyectos de alto valor agregado que, además de ofrecer puestos de trabajo mejor pagados, empujen al sector educativo hacia ámbitos de alta especialización y provoquen el surgimiento de proveedores de servicios de alta calidad.
Calidad y no cantidad. Ese es el objetivo hacia el cual deben enfocarse las baterías en adelante para que la Región Sureste obtenga el mejor resultado del esfuerzo realizado en las últimas décadas para convertirse en una zona altamente competitiva y atractiva para las inversiones.