Región sureste, destino mundial: Férreo circuito peninsular
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Selva, cenotes, monumentos, cultura, gastronomía, fauna, hotelería y artesanías... Es el laberinto turístico que tendrá su crecimiento gradual y hacerse mundial
Se ha anunciado el periplo México-Nuevo Laredo.
Y se aludió al otro: de la CDMX hasta Nogales.
Fue en la celebración de la conclusión del último tramo −de Escárcega a Chetumal− con que quedó cerrado el circuito peninsular ferrocarrilero, con aplauso “cuatrotero”. Faltó sólo algún cotorreo en idioma maya, con su respectiva traducción.
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Selva, cenotes, monumentos, cultura, gastronomía, fauna, hotelería y artesanías, conexión con rieles transoceánicos, circulación humana, combinando lo vernáculo y lo extranjero, con carga y pasaje simultáneo. Es el laberinto turístico que tendrá su crecimiento gradual al correrse la voz y hacerse mundial.
Los guerreros militares, con estrategias de ingeniería actualizada, dieron batallas tecnológicas notables en un cuatrienio exigente. Los resultados se irán observando en los viajes del año vigésimo quinto de este siglo. La meta es hacer de la región sureste un destino turístico mundial.
DESAFÍOS PRENAVIDEÑOS
La gente todos los días se preocupa de muchos detalles del ambiente y la celebración navideña. Todo muy santacloseado, con obsesión gastronómica e inquietud por el “toma y daca” de los intercambios y las rebatingas de lo regalado.
El Adviento, generalmente desperdiciado, no logra cosechar los frutos de las tareas transformadoras, poco frecuentadas. Al no haber nuevas actitudes ni estreno de hábitos valiosos, se cuelan, en los encuentros intersubjetivos, los hábitos desechables y substituibles, siempre repetidos y nunca superados.
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Quedan toros sin ser agarrados por los cuernos:
Deshacerse de lo superfluo, acercarse a los necesitados, evitar extorsiones, chantajes y atropellos, no tener despilfarros ni hartazgos, reconciliarse con el Padre Creador y con los ofensores, desalcoholizarse o desnicotinizarse, cultivar alegría y paz interior.
¿POSADAS SIN PEREGRINOS?
Muchos llaman “posadas” a las “tamalizas” regadas con champurrados y ponches, y rematadas con postre de buñuelos, en casa o en refectorios de paga.
La posada, en su esencia misionera, tiene peregrinos personificados y con burrito, reales o de pasta, barro o cerámica. Tiene gente de dentro y gente de fuera. Sólo así hay quien pida y quien rechace o albergue. Tiene cánticos tradicionales y rezos conocidos.
Cuando, al final, se abren las puertas estalla el regocijo de los silbatazos, los confetis, las serpentinas, los espanta-suegras y los sonsonetes repetidos: “yo no quiero ni oro ni plata” y por ahí está colgando la piñata, con figura de diablo o bella estrella, para darle garrotazos con ojos cerrados y vendados, recordando la fe.
Al golpe más fuerte y certero caen las frutas, dulces y chocolates, simbolizando las gracias y bendiciones. Y además hay bolos antes del platillo típico, la bebida acostumbrada y el postre crujiente.
TÉ CON FE
-¿Por qué eso de las posadas?
-Mira. Has de saber que las inventaron los misioneros. Se supone que José y María buscaron posada. Y algún pastor cedió la cueva. Su enseñanza es saber dar posada de escucha, de comprensión, de empatía, de compasión, de ayuda, de acompañamiento, de servicio, de perdón al que lo necesite, aunque no lo pida. Y, en esta Navidad, saber dar posada al divino peregrino Salvador, hospedándolo en el pesebre de un corazón, purificado y renovado por el verdadero amor...