Salida de capitales y crecimiento económico
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Al segundo trimestre del año se acumulan nueve trimestres seguidos con salidas de capitales de cartera de nuestro país. En pocas palabras, hay quienes no confían en tener su dinero aquí. Sólo como referencia, la racha más larga de salida de capitales fue del cuatro trimestre de 1982 al primer trimestre de 1985, esto es 10 trimestres, desde luego con otras circunstancias económicas muy diferentes y una crisis económica de proporciones épicas como antecedente.
Poco se ha hablado de este asunto en los medios de comunicación, asumo que es debido a que el tema de la inflación es prioridad por lo que representa para todos los mexicanos, mientras que el tema de la inversión de cartera podría considerarse sólo un tema de “ricos”. Sin embargo, aunque esto pudiera ser cierto, la realidad es que este indicador nos dice que en el segundo trimestre de este año salieron 5 mil 074.2 millones de dólares de inversión financiera no productiva. Esto significa que las personas e instituciones que venían a invertir a México por cualquier razón simplemente están llevándose su dinero a otras partes. ¿A qué se debe esta situación? podría ser desde un tema de confianza en los rendimientos (tasas de interés), desconfianza en estabilidad económica, temores de problemas financieros graves, por mencionar sólo algunos motivos. En esencia, es un tema especulativo y divide opiniones. La mitad de los analistas podría decir que la inversión especulativa como ésta, no tiene ningún efecto sobre la economía, y que esos inversionistas en realidad no aportan nada al aparato productivo nacional. La otra mitad argumenta que esos fondos que llegan a instituciones financieras mexicanas son tomados posteriormente por las empresas, por lo que de manera indirecta se transforma en inversión productiva, desde luego, a un costo más alto. En cualquiera de las dos perspectivas, no hay argumento para decir que en México el dinero sobra, sino todo lo contrario y por eso llama la atención que la publicación de esta información no se discuta ni en los medios ni en los círculos económicos nacionales. Lo anterior aunado a otros datos recién publicados sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (aumento en el segundo trimestre de apenas 0.9 con respecto al trimestre anterior cuyo crecimiento fue del 1 por ciento). Se puede concluir que sí se necesita ese dinero, que tristemente por el momento, ya no está en nuestro territorio.
A pesar de todo lo anterior, hay crecimiento que permite a cualquier analista tener una visión positiva para el cierre de este año aunque para ser claro, las expectativas de lo que implica “bueno” han ido bajando poco a poco. En septiembre de 2021, en los criterios generales de política económica se dijo que este año creceríamos entre 3.8 y 4.2 por ciento. Para marzo siguiente, se realizaron los primeros ajustes a la baja justo después de la invasión soviética a Ucrania y se dijo que alcanzaríamos un PIB de entre 2.8 y 3.2 por ciento. En mayo nuevamente se corrigió la estimación y las instituciones financieras más optimistas decían que podríamos alcanzar un 2.1 por ciento. Ya esta semana con una inflación que llegó en su dato de agosto a 8.62 por ciento, se habla de una posibilidad de crecimiento de entre 0.8% y 1.2 por ciento. Hay que hacer notar que los datos del PIB son al segundo trimestre del año por lo que la trayectoria que han trazado algunos analistas con los datos actuales (1 y 0.9 por ciento respectivamente) es un cierre para este 2022 de 0.9 por ciento, máximo 1.2 por ciento asumiendo que algo dentro del sistema productivo mundial pueda cambiar en el corto plazo.
En comparación a la inversión de cartera, la inversión extranjera directa neta (entradas menos salidas) fue de 5 mil 120 millones de dólares, esto es, sigue llegando dinero generador de empleos y producción. Esto contrasta con la inversión en cartera, aunque para ser preciso, la inversión directa ha ido reduciéndose de manera paulatina con respecto a 2018, 2019 y 2020. Esto puede deberse a la situación mundial derivada de la pandemia, donde las cadenas de suministro siguen teniendo problemas para abastecer a la industria automotriz, la electrónica y ni qué decir de los alimentos, que por la misma escasez han generado espirales inflacionarias.
Para concluir, sigue habiendo en México varias contradicciones económicas que no dan claridad sobre si habrá o no un proceso recesivo. Mi análisis hasta el momento es que el sistema financiero seguirá fuerte (con un tipo de cambió estable sobre 20.20 pesos por dólar), y aunque el crecimiento es muy bajo, finalmente es crecimiento. No me malinterprete, no es que me conforme con la mediocridad, simplemente el país está en una transformación sin pies ni cabeza por lo que cualquier crecimiento lo podemos considerar ganancia. Si a eso le sumamos que la tan mentada crisis o recesión de Estados Unidos, que aquí comentamos que sería muy leve lo está siendo y no ha sido la debacle que muchos dijeron que sería. En el vecino del norte, la inflación ya se está conteniendo y aunque hay problemas con el pago de hipotecas debido a los incrementos de los intereses, no se espera una crisis como la del 2007. Eso mantendrá el impulso económico que tenemos hasta ahora porque Estados Unidos conservará el consumo de productos mexicanos y aliviará así, un poco la caída del consumo agregado nacional. Habrá que esperar dos semanas más para ver el aumento de la tasa de interés de Banxico y con ello ahora sí, tendremos muy claro qué esperar para el cierre de año.