Saltillo; el problema de movilidad urbana ha sido sobre diagnosticado

Los rezagos en materia de movilidad urbana en la zona metropolitana de Saltillo se han diagnosticado hasta la saciedad. Más que nuevos y redundantes diagnósticos, los que se requiere es pasar a las acciones
En las grandes concentraciones urbanas suelen registrarse fenómenos sobre los cuales existe un diagnóstico puntual -o mucho diagnósticos coincidentes- pero ninguna solución práctica. Se trata de problemas de los cuales todo mundo habla pero en torno a los cuales nada se hace.
Es el caso del esquema de movilidad urbana en Saltillo: múltiples voces -de todos los signos ideológicos y de diversas disciplinas- insisten en plantear el problema que representa persistir en la construcción de una ciudad para los autos y no para las personas. Pero su insistencia se traduce solo en eso: en la existencia de voces insistentes que exponen un diagnóstico.
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Los datos, de tan repetidos comienzan incluso a sonar triviales. Un ejemplo de ello, como lo consignamos en esta edición, es que en la zona conurbada de Saltillo existen más autos que viviendas, lo cual explica el problema de congestionamiento que padecemos a casi cualquier hora del día y la nula promoción del traslado peatonal.
Otro dato duro en torno a nuestra realidad cotidiana es que el transporte público no se ha desarrollado para desplazar el uso del auto individual, sino apenas como una suerte de “paliativo” para quienes no tienen un vehículo personal en el cual moverse.
Finalmente está el hecho de que no existe ninguna estrategia para promover el uso de medios alternativos de locomoción, tales como la bicicleta, la moto, o la miríada de vehículos eléctricos que en las grandes ciudades del mundo son utilizarse para desplazarse entre dos puntos de la mancha urbana.
Esto, a pesar de que documentos oficiales, como el Plan Municipal de Desarrollo 2022-2024, para Saltillo, establece que se desplegarán acciones para “diseñar y poner en práctica una red vial orientada a dispersar el tráfico vehicular y favorecer el peatonal”.
El problema es que, más allá del diagnóstico y las buenas intenciones no se hace prácticamente nada. Ninguna estrategia puntual que establezca la realidad a la cual deseamos arribar y los pasos a seguir para conseguir tal objetivo. Y de esa forma es imposible modificar la situación actual.
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Ya no necesitamos nuevos o más abundantes diagnósticos; ya no requerimos promesas de campaña que puede sonar muy bien pero que al concluir los procesos electorales se convierten en humo que se lleva el viento; ya no hace falta la expresión de buenas intenciones.
Lo que requerimos es determinación para modificar la realidad de las cientos de miles de personas que se mueven diariamente en la zona metropolitana de Saltillo y que son, literalmente, obligadas a renunciar a la posibilidad de una mejor calidad de vida.
Necesitamos “darle la vuelta a la tortilla” y comenzar a enfocar esfuerzos en reducir los tiempos de traslado y mejorar la calidad de estos. Se trata de algo que se ha dicho ya tantas veces que debería haber producido a estas alturas un plan mínimo para la región.
Cabría esperar que, a fuerza de repetición, en el futuro inmediato surja por fin la iniciativa para añadir la ación a los diagnósticos.