Saltillo: Rediseñar el sistema de transporte, un reto complejo

Opinión
/ 11 abril 2025

Vencer las resistencias es el principal reto de cualquier proceso de cambio que se emprenda. La premisa aplica para cualquier proyecto pero, sobre todo, para los gubernamentales

La parte más importante de cualquier estrategia gubernamental que pretende transformar la realidad no es su concepción, su diseño o su anuncio, sino un punto que se ubica, por regla general, más o menos distante del lugar de partida: que arroje resultados mediante los cuales pueda probarse su efectividad.

Desde luego es importante el primer paso. Sería iluso pretender arribar a un destino si no iniciamos la marcha hacia el mismo. Y el trayecto inicia justo con la definición del destino, es decir, con una idea.

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Pero anunciar algo y convertirlo en realidad son dos cosas muy distintas, sobre todo cuando lo que se pretende cambiar es una conducta o un modelo de actuación que han sido utilizados largamente y en torno a los cuales se han construido, de forma inevitable, redes de interés.

Tener claro lo anterior −y no soslayarlo− es indispensable para no correr el riesgo de fracasar por exceso de entusiasmo o por idealizar las tareas que implican afrontar el reto, uno de los errores que con mayor frecuencia se cometen, sobre todo en el servicio público.

El comentario viene al caso a propósito de las altas expectativas que se están generando, a partir del anuncio realizado por el alcalde Javier Díaz, en relación con la modernización del sistema de transporte público de Saltillo.

Y no es que lo anunciado no sea deseable o que las expectativas debieran ser menores, sino al contrario: se trata, como ya se ha dicho anteriormente en este espacio, de uno de los proyectos más relevantes de los últimos años y una de las mejores noticias para la sociedad saltillense.

Sin embargo, es preciso tener claro que el modelo anunciado, el cual incluye la instauración de dos rutas troncales gratuitas, financiadas con recursos públicos, implica desmontar, al menos parcialmente, una red de intereses −legítimos, pero intereses al fin− construida a lo largo de décadas.

Más aún: el anuncio plantea el inicio de un trayecto que sólo puede tener un destino para que pueda considerarse exitoso, y ese es el establecimiento de un sistema de transporte 100 por ciento público.

En ese proceso no basta que la administración municipal tenga la voluntad política para avanzar en la dirección correcta. Adicionalmente, debe contar con el respaldo de la comunidad para acelerar el paso y evitar que el proyecto enfrente obstáculos imposibles de superar.

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No es la primera ocasión, conviene recordar, que un gobierno municipal se propone en Saltillo transformar de raíz el sistema de transporte público y los esfuerzos han ofrecido sólo resultados parciales. Lo que importa por ello, en esta ocasión, es que podamos llegar al final de la ruta.

En ese trayecto es indispensable no romanizar la realidad, es decir, no caer en el error de creer que el sólo anuncio de la intención basta para que todos los astros se alineen y cada involucrado en el proceso sume su voluntad para que el proceso sea exitoso.

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