Las analogías entre la virtual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y Kamala Harris, vicepresidenta de EU y segura candidata presidencial, son extraordinarias. Lo obvio es que ambas se inscriben como el proyecto del presidente que se va, uno, Andrés Manuel López Obrador, por razones constitucionales; Joe Biden, por regateadas consideraciones de edad y que le llevaron a declinar la reelección.
Harris y Sheinbaum pertenecen a la misma generación. La mexicana nacida en junio de 1962. Harris en octubre de 1964. Las olas generacionales dicen mucho de la identidad de las personas por la realidad social en las que les correspondió crecer, educarse y desarrollarse. Esta consideración las lleva a actuar a contracorriente del orden de cosas y hacer propia la lucha de todas las mujeres para ganar espacios dominados por los varones. Las dos son producto de la contracultura de la década de los 80 y 90. La rebeldía es natural y es condición propia no sólo de la edad, sino de lo que debe ser. Kamala nació en Oakland, California, el estado más progresista de la unión; Claudia en la Ciudad de México, igualmente, la entidad más avenida al cambio en un país de modernización contradictoria y accidentada.
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La personalidad se crea y recrea en el ámbito familiar; fuente de valores, visiones y aspiraciones. Las dos son hijas de matrimonios exitosos en lo profesional, migrantes, con madres de excelencia, pero que habrán de transitar por el divorcio. Hijas de padres divorciados tienen mayor capacidad de resiliencia. Es un tránsito a la fragilidad de las relaciones humanas y la necesidad de que la mujer postule como forma natural la independencia y la autosuficiencia emocional, económica y social. La preparación académica es curso obligado, esencial para vencer los prejuicios y el sometimiento de género o de cualquier tipo.
Es una coincidencia singular que las madres de ambas hayan sido científicas de laboratorio, distinguidas y reconocidas por los resultados de su labor. La madre de Kamala, Shyamala Gopalan, nacida y educada en la India, en su juventud se postula para una beca de posgrado en Berkeley, California, donde obtendrá el doctorado; conoce a un líder estudiante de Jamaica, Donald Harris, que a la postre sería profesor emérito de economía de la Universidad de Stanford. Shyamala fallecería de cáncer en 2020, su aportación ha sido relevante para la biología y oncología mamarias.
Annie Pardo Cemo, madre de Claudia, es una bióloga celular egresada de licenciatura y doctorado de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Ha sido residente de investigación en diversas universidades de EU. En 2023 recibió el Premio Nacional de Ciencias por su investigación en bioquímica, enfermedades del pulmón y también en investigación sobre envejecimiento.
Kamala y Claudia optaron por el servicio público. La primera como fiscal distrital y luego estatal en California, para después ser senadora. Buscó la nominación de la candidatura en 2020 y se retiró para ser invitada por Biden como su compañera de fórmula y ganarle a Trump en su intento de reelección. Claudia se ha formado en torno a López Obrador desde que ganó el Distrito Federal en 2020. Ambas son mucho más de lo que se alcanza preciar a partir de tener un papel secundario de los dos presidentes que están por concluir.
Es difícil que Kamala Harris pueda vencer a Donald Trump, pero no imposible. El problema tiene que ver con el momento de la sociedad norteamericana. Es evidente que sus cualidades, valores y virtudes exceden por mucho a quien será candidato republicano. Lo que está a prueba es el apego a la legalidad. La diferencia entre ambos es kilométrica; la primera, fiscal; el segundo, un presunto delincuente beneficiado por la inmunidad procesal.
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Guadalupe Loaeza, en Reforma, tuvo a bien destacar un segmento de la autobiografía de Kamala, “The Truths we Hold” (Las Verdades que Invocamos), que dice mucho del dilema de nuestros tiempos: “Necesitamos decir la verdad: que el racismo, el machismo, la homofobia, la transfobia y el antisemitismo existen en este país y que necesitamos hacerles frente. Necesitamos decir la verdad: que, excepto los nativos americanos, todos descendemos de personas que no nacieron en nuestras costas, independientemente de que nuestros antepasados llegaran a Estados Unidos por voluntad propia, con la esperanza de un futuro próspero; por la fuerza en un barco de esclavos; o a la desesperada, para huir de un pasado terrible”.
Seguramente quien será presidenta de México el 1 octubre coincidirá con lo dicho con puntos y comas.