Tren suburbano; ¿será prioridad de gobierno o sólo discurso de campaña?

Hace ya un buen tiempo que se habla en el sureste de Coahuila de la posibilidad de construir un tren interurbano que se alce, sobre todo, como una opción de movilidad para quienes laboran en las zonas industriales de Saltillo y Ramos Arizpe. Al tema se han subido políticos de todos los colores y todo mundo lo ha dado por un hecho.

Incluso, a finales de febrero pasado, el titular del Centro SCT Coahuila, Juan Pablo Martín del Campo, dio a conocer que los estudios de preinversión realizados por encargo de la dependencia apuntan en el sentido de viabilidad -económica y técnica- del proyecto.

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A partir de tales datos, al menos en teoría, el Gobierno de la República lanzaría una licitación pública para que inversionistas -o grupos de inversionistas- interesados en sufragar el costo del proyecto participen en una puja para asignarlo al mejor postor.

Cabría esperar, desde luego, que los datos relativos a la viabilidad del proyecto impliquen que sus futuros usuarios no tuvieran que cubrir un costo elevado por concepto de pasaje o bien, que el Gobierno comprometa un subsidio para dicho propósito.

Y es que de entrada se antoja difícil comprender que un proyecto financieramente viable no hubiera sido “descubierto” antes por quienes tienen como prioridad la detección de oportunidades para generar rendimientos.

Señalar lo anterior es indispensable para ponderar el hecho de que, en el marco del proceso electoral en marcha, al menos dos de los candidatos al cargo de gobernador -Manolo Jiménez y Armando Guadiana- han incorporado el proyecto a sus discursos y lo han planteado como uno que cristalizaría de llegar ellos al cargo el próximo mes de diciembre.

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Es de esperarse -porque el tema es rentable- que los otros dos candidatos también se sumen a la iniciativa, de forma que solo sea cuestión de saber quién haría realidad el proyecto.

Sin embargo, antes que “subirse al tema” sería deseable que los candidatos -e incluso el propio gobierno actual- realicen un análisis frío de las cifras que, en principio, respaldan la rentabilidad de la iniciativa. Porque concretarlo es algo relevante para la región y ese hecho no puede quedar simple y llanamente a expensas de las fuerzas del mercado.

La acotación es tanto más relevante en la medida en la cual se considera el hecho de que el tren suburbano, antes que una oportunidad de negocio, tiene que ser un proyecto orientado a mejorar los tiempos de traslado de las personas y, en última instancia, su calidad de vida.

Y es que si su realización depende exclusivamente de la posibilidad de que quienes lo construyan ganen dinero entonces corremos el riesgo de que las corridas financieras no satisfagan las expectativas de los potenciales inversionistas y, al final, la idea naufrague.

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Valdrá la pena pues que, además de engancharse con un discurso políticamente rentable, nuestros candidatos realicen un esfuerzo serio por asegurarse de que el proyecto se vuelva realidad, incluso si no hubiera inversionistas privados interesados en él.