Trump lo hace de nuevo: pone ‘pausa’ a aranceles

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Una nueva ‘pausa’ a los aranceles extraordinarios a México. Un nuevo ‘respiro’ de un mes hasta que una nueva necesidad de Donald Trump nos acelere el pulso... otra vez
“Después de hablar con la presidenta Claudia Sheinbaum de México, he acordado que México no estará obligado a pagar aranceles por ningún producto que esté cubierto por el acuerdo T-MEC. Este acuerdo estará vigente hasta el 2 de abril.
“Hice esto como una concesión y por respeto a la presidenta Sheinbaum. Nuestra relación ha sido muy buena y estamos trabajando arduamente juntos en la frontera, tanto en términos de detener la entrada de inmigrantes ilegales a los Estados Unidos como en la lucha contra el fentanilo. ¡Gracias a la presidenta Sheinbaum por su arduo trabajo y cooperación!”.
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Los párrafos anteriores corresponden a la publicación que el presidente Donald Trump realizó ayer en su cuenta de la red Truth Social, luego de sostener una conversación telefónica con la Presidenta de México y acordar un nuevo aplazamiento para los aranceles de 25 por ciento con los que viene amagando desde su campaña presidencial.
La noticia, como corresponde, ha sido recibida con júbilo, no solamente en los círculos políticos, sino también en los empresariales de México y ello se notó, entre otros indicadores, en la recuperación del peso, en su paridad frente a la moneda de los Estados Unidos, pues volvió a los niveles previos a la presunta entrada en vigor de los aranceles extraordinarios de Trump.
El problema, sin embargo, sigue allí, pues lo que se acordó ayer entre ambos mandatarios fue sólo una prórroga, exactamente igual que la pactada a inicios de febrero: un mes para volver a “evaluar” el estado de las medidas que México ha implementado para satisfacer las exigencias del neoyorkino.
Como se ha señalado anteriormente en este espacio, se trata de una estrategia muy clara por parte del presidente de los Estados Unidos: está jugando con el marcador con el propósito de obtener lo que quiere realmente: sellar la frontera común al paso de drogas e inmigrantes.
La gran incógnita es si el objetivo puede cambiar de forma repentina, es decir, que las prioridades de Trump se modifiquen derivado de los problemas de su agenda doméstica.
Y es que en este momento los fantasmas de “la invasión” de migrantes ilegales y del tráfico de drogas le sirven bien para distraer la atención de su público y evadir la agenda doméstica en la cual los signos de una recesión económica han comenzado a aparecer.
¿Qué demandará Trump cuando se le desgaste el discurso actual debido al deterioro de alguna variable interna que genere disgusto entre su base leal que hoy se encuentra feliz por su “eficacia” en la resolución de los problemas que constituyeron el núcleo de su campaña?
Conviene estar preparados para un eventual viraje en sus exigencias pues, como va quedando claro, a Trump lo único que le importa es sostener la grandilocuencia de su discurso y ser percibido como un individuo todopoderoso que resuelve cualquier problema con sólo tronar los dedos.