Un día sin los gringos

Opinión
/ 8 septiembre 2024

Hace tiempo se exhibió en los cines una comedia que mostraba los padecimientos de los estadounidenses al no haber mexicanos trabajando en su país. Qué pasaría si nuestros vecinos nos cerraran las llaves en tan sólo dos rubros: energéticos y alimentos; indispensables ambos, tanto para el funcionamiento diario de nuestra economía como de nuestros cuerpos.

Energía. Importamos de Estados Unidos más del 72 por ciento de los combustibles: gasolinas, diesel, turbosina, y gas licuado. Esto se explica, porque sus refinerías de la costa del Golfo son las más eficientes del mundo, mientras que las de PEMEX están subutilizadas y adolecen de múltiples fallas, situación que no cambiará con “Dos Bocas”. En cuanto al crudo, ya estamos comprando a ese mismo mercado, la cuarta parte del que necesitamos; de nuevo, el monopolio estatal cada vez está más lejos de satisfacer la demanda nacional.

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Lo del gas natural es impresionante al observar la red cada vez mayor de ductos con origen en Texas, que conectan como venas del cuerpo humano con las terminales en nuestro país. Ese tramado cada vez más integrado y complejo está compuesto de las siguientes redes: Brownsville-Tuxpan, West Texas-Guadalajara, Mier-Monterrey, Tula-Villa de Reyes, Tuxpan-Tula, ducto Sierra Madre, en Guadalupe, Chihuahua y el de Ojinaga-el Encino, también en Chihuahua más otros que están en construcción.

Cuando vemos el mapa de México, se aprecian dos grandes sistemas de ductos; el de la costa del Golfo y el del Pacífico, en cierta forma, parecidos a la Sierra Madre; oriental y occidental. El punto es que mientras la producción nacional disminuye, el consumo va en aumento, lo que se conjunta con una importante expansión de la oferta en los campos texanos. Se estima que cerca del 70 por ciento del gas que consumimos viene del norte. En este sistema de tuberías, la CFE tiene una fuente vital de abastecimiento para la generación de electricidad. ¿Dónde quedó la soberanía energética?

Alimentos. Del granero de las planicies del norte importamos: El 96 por ciento del maíz; la gran mayoría amarillo, usado principalmente como forraje para el ganado, lo que ha permitido que México sea una potencia exportadora de carne. Otra parte importante se utiliza como insumo para la industria de alimentos. En maíz blanco todavía somos autosuficientes.Trigo: El 77 por ciento de nuestro consumo.

Soya: El 95 por ciento; es un grano estratégico ya que sirve como alimento para el ganado, en la elaboración de aceites y suple las proteínas de la carne a menor precio. Leche en polvo: El 97 por ciento.La próxima vez que disfrutemos un machacado con huevo acompañado con tortillas de harina, o de unos “burritos” no olvidar que estas últimas vienen de Gringolandia, así como los mexicanísimos frijoles a la charra, el pan francés, las carnitas, etc. Y el funcionamiento de los aparatos de aire acondicionado, del boiler donde calentamos el agua para bañarnos, de la estufa en la que cocinamos, de la electricidad para ver la tele; toda esa energía consumida a diario procede del gas texano.

Así como AMLO puso en pausa la relación con nuestros dos socios comerciales, ¿qué sucedería, por ejemplo, si Estados Unidos decretara una pausa en lo que nos vende? ¿acaso podrán Cuba, Venezuela, Nicaragua, o incluso Rusia o China, suplir las importaciones del vecino? Y si acaso pudieran hacerlo en algunos productos, ¿a qué precio lo harían?

De retirar las visas a figuras del gobierno, ¿podrían seguir viajando a Nueva York, y a otras ciudades del imperio, personajes del oficialismo que se dicen de “izquierda”, como Fernández Noroña, para disfrutar de unas burguesas vacaciones?

En un descuido, hasta los tlacoyos que desayuna el tlatoani, pudieran ser cocinados con el maíz de los gringos.

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