Violencia en Sinaloa: ¿es un ‘caso aislado’ solamente?
Hace casi un mes que el estado de Sinaloa se encuentra hundido en la violencia. De acuerdo con los datos disponibles al momento de cerrar esta edición, la cifra de víctimas mortales, durante esta última oleada, llegaba ya a 155, además de haber repuntado delitos relacionados con la privación de la libertad de personas y el despojo de vehículos.
La violencia se desbordó, de acuerdo con los especialistas en el tema, a propósito de la detención, en los Estados Unidos, de Ismael “El Mayo” Zambada y uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, luego de que aparecieran ambos a bordo de una aeronave en un aeropuerto cercano a la comunidad de El Paso, Texas, en circunstancias que aún no han sido aclaradas por las autoridades de ninguno de los dos países.
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“Los Chapitos” y “La Mayiza”, como se identifica a las facciones rivales, mantienen a los municipios de Culiacán, Concordia, Elota y San Ignacio en un clima de permanente tensión que ha obligado incluso a la suspensión de actividades educativas y comerciales.
Durante las poco más de cuatro semanas que abarca esta reciente ola, resulta evidente que los gobiernos federal y estatal han sido incapaces de hacer algo eficaz para devolver la paz a la entidad. De hecho, conforme pasan los días, resuena en el ambiente la respuesta ofrecida por el extitular en la Tercera Región Militar con sede en Mazatlán, Sinaloa, el general Francisco Jesús Leana Ojeda:
“Queremos que sea lo más rápidamente posible (el restablecimiento de la paz), pero no depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que viva con tranquilidad”, dijo el mando militar el 16 de septiembre pasado.
Y a juzgar por lo que ha ocurrido en las semanas posteriores a dicha declaración, el general Leana Ojeda tenía razón: cuando las bandas criminales que operan en México deciden ir a la guerra el Estado mexicano es incapaz de ponerle fin a la confrontación entre ellas.
Tener claro lo anterior es necesario porque no se trata de un problema “de los sinaloenses”, sino de un problema del país. Por ello es necesario tener claro cuál es la posibilidad de contaminación por el clima de violencia que se vive en la costa del Pacífico.
¿Se trata solamente de una “situación aislada” y contenida en el estado de Sinaloa, o el problema podría ir escalando y trasladarse a otras entidades del país? Y, en este sentido, ¿qué está haciendo, en concreto, el Gobierno de la República para atender el problema y resolverlo?
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Son ya demasiados días consecutivos en los cuales el ritmo de vida de quienes viven en Sinaloa lo marca el humor de las bandas que se confrontan en las calles. Son ya demasiados días en los cuales la autoridad civil, así como los cuerpos de seguridad −incluidos los militares− le han permitido a los criminales que la vida se desarrolle conforme a sus reglas.
Cada minuto que se acumula en esa cuenta es inaceptable y cada delito que se comete, a partir de la confrontación, es inadmisible.