Vivir en movimiento: el costo oculto del nómada digital
COMPARTIR
La existencia humana transcurre entre continuidades y discontinuidades —quiero pensar que en otras especies ocurre de manera similar—. En la vida de un nómada digital, esto puede experimentarse de forma más marcada. Entre el cambio constante de ciudad y país, hay hábitos y rutinas que, de forma “natural”, intentan establecerse, primero, para asegurar el cumplimiento de los compromisos laborales, pero también para intentar llevar, en la medida de lo posible, una vida saludable.
El buen nómada digital debe recordar siempre que parte del éxito en su estilo de vida depende de su estado de salud. Sabemos que cualquiera puede enfermar, incluso gravemente, en cualquier momento y lugar. La vida en este planeta es frágil, y somos vulnerables; precisamente por eso, debemos cuidarnos. Si uno enferma en su lugar de residencia, el acceso a atención suele estar más o menos garantizado, pero esto es mucho menos seguro cuando uno se encuentra lejos de casa, incluso con un buen seguro médico internacional. Por eso, es crucial hacer todo lo posible para conservar la salud. Establecer y mantener buenos hábitos es más sencillo cuando se vive en un solo lugar, pero no tanto cuando se vive en constante viaje.
TE PUEDE INTERESAR: Nómadas digitales: ¿En dónde conviene dormir?
La probabilidad de disfrutar de buena salud aumenta con suficiente ejercicio, una alimentación balanceada y el descanso adecuado. Estos tres elementos deben formar parte de la estructura que se establece en torno al trabajo, aunque los caminos para alcanzarlos dependen de los recursos disponibles. Aquí es importante recordar que el nómada digital no es un turista más de vacaciones, por lo que se recomienda una gestión cuidadosa de las finanzas personales.
Para el ejercicio, por ejemplo, está la opción de pagar una membresía internacional en algún gimnasio de franquicia o, por un costo significativamente menor, utilizar los equipos públicos instalados en parques, cada vez más comunes en casi todas las ciudades del mundo. Si esto no es posible, siempre queda la opción de realizar rutinas de ejercicio en el lugar de hospedaje.
En cuanto a la alimentación, la alternativa más económica será preparar los propios alimentos, aunque la calidad y disponibilidad de los ingredientes varía de un lugar a otro. No todos los alojamientos disponibles en plataformas ofrecen las mismas facilidades, por lo que la capacidad de adaptarse a lo que hay disponible es esencial para aquellos que desean cuidar su nutrición cocinando. Una opción más costosa es comprar alimentos ya preparados o consumirlos en la calle, siempre considerando que, a menor precio, hay mayor riesgo de consumir algo poco nutritivo o, peor aún, poco higiénico.
Finalmente, respecto a las horas de sueño y descanso, quizá esto le ocurra también a quienes no tienen una oficina o un espacio físico al cual reportarse: es fácil perder la noción del tiempo y terminar dedicando demasiadas horas al trabajo. Por ello, es importante estructurar bien los horarios. Algunos optan por espacios de coworking, cada vez más populares, que permiten trabajar en horarios establecidos y evitan excederse. Para quienes prefieren laborar en su propio alojamiento, es útil establecer una alarma para indicar cuándo es momento de parar.
No debemos romantizar la vida del nómada digital. Como en cualquier otra forma de vida, tiene su lado atractivo, pero también un costo. Este espacio en VANGUARDIA busca mostrar los distintos aspectos a los que uno debe enfrentarse para que quienes aspiren a trabajar de forma remota mientras viajan tengan una perspectiva completa antes de tomar decisiones. Aunque nada reemplaza la experiencia, es mejor pensarlo dos veces antes de equivocarse en algo tan importante, porque hay errores más caros que otros.