‘El prestigio de Rubén Herrera, opacó su mérito artístico’: Imparten charla sobre la vida de la pintora Dora Scaccioni
La charla estuvo a cargo de Esperanza Dávila y Elisa C. Dávila, quienes relataron un poco de la vida y obra de la pintora italiana que decidió fijar su residencia en Saltillo
Hace casi cuatro décadas, el periódico Vanguardia publicó un artículo escrito por Mario Herrera, hijo de Dora Scaccioni y Rubén Herrera, en él se hacía una crítica artística sobre el retrato de Óscar Dávila, obra de la pintora saltillense que nació en la ciudad del Coliseo, Dora Scaccioni. Este fue quizá el primer reconocimiento que se le hizo a la artista que fue “opacada” por la fama de su marido, el pintor Rubén Herrera.
Sin embargo, hace poco menos de dos meses el Centro Cultural Vito Alessio Robles (CECUVAR) reunió algunas de las obras de la artista, para reconocer su trabajo y mostrar un poco a la ciudad de la que se “enamoró” el talento de la pintora nacida en Roma.
“Rubén y Dora deciden fijar esa morada permanentemente en esta ciudad, Dora es quien más desea vivir aquí a pesar de que su familia se encontraba en la ciudad eterna, la ciudad del Vaticano, del Coliseo, la ciudad de Miguel Ángel y Rafael, Dorita elige y prefiere a Saltillo”, menciona Esperanza Dávila, directora del CECUVAR en una plática sobre la vida de la artista.
Dicho evento es producto del éxito de la exposición pictórica, y tuvo lugar el pasado jueves 25 en el Centro Cultural Vito Alessio Robles. Esperanza Dávila, directora del mencionado recinto y la maestra Elisa C. Dávila fueron las encargadas de esta charla sobre la vida y obra de Dora Scaccioni titulada “El rostro y la flor”, nombre que hace alusión a las piezas de la pintora, ya que su obra se compone de retratos y flores, en su mayoría.
Asimismo, relataron de una manera amena la vida de “Dorita” en Saltillo y su amor por la ciudad en la que decidió vivir la mayor parte de su vida.
“Era italiana, pero quiso ser saltillense, porque aquí fijo su morada permanente. Yo soy de la opinión de que se mencione como una pintora saltillense nacida en Roma y lo justifico recordando uno de los muchos refranes que Cervantes quiso poner en boca de Sancho y que dice ‘uno no es de donde nace, sino de donde pace’, si con ‘c’, no del verbo pasar sino del verbo que significa comer. Esta sentencia ilustra el caso del matrimonio Herrera Scaccioni, ella nacida en Roma, él en Zacatecas”, relató Esperanza Dávila.
Dora pintaba siempre, algunas veces por encargo y otras por gusto, su obra no le queda a deber nada a los grandes pintores, sin embargo, ser mujer la puso en segundo plano, tener un esposo reconocido como lo era Rubén Herrera tampoco ayudó a que su trabajo tuviera un lugar en el mundo del arte y pasara de ser solo “decoración”.
“Todavía en Saltillo y en México en el siglo pasado se decía que los artistas que pintaban flores eran solo decoradores, creo yo que las peonías blancas en jarrón azul que se encuentran en la entrada [de la galería] no le quedan a deber nada al jarrón con peonías de Manet”, señaló Esperanza Dávila.
“Dora pintaba con tal solvencia, pasión y sentimiento que la demanda se multiplica y especialmente los retratos la mantuvieron ávidamente trabajando con el pincel. Dejando constancia en sus obras de su talento y pericia académica”, mencionó la Elisa C. Dávila.
Pero ahora “la comunidad artística y la sociedad saltillense sabrán darle el reconocimiento que Dora Scaccioni no pudo recibir en vida, porque su época no acostumbraba a reconocer el talento de las mujeres y en su caso personal porque el prestigio y la fama de su esposo, el maestro Rubén Herrera opacó su mérito artístico y su lugar en la historia del arte coahuilense”, concluyó la directora del CECUVAR.
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