Emanuel Martínez, padre de los murales chicanos, lucha en de Colorado, prosa rescate y mantenimiento
Emanuel Martínez, de 75 años, un reconocido muralista chicano en Estados Unidos, brega en Colorado por el mantenimiento y rescate de estas obras.
En opinión del artista “La Alma”, un mural que realizó en 1978 y en la que plasmó una mezcla indígena, española y mexicana en un parque de Denver, es “el epítome de lo que un mural comunitario debe ser”.
Es una forma de expresar “la resistencia y la resiliencia de los pueblos indígenas, usando las historias, la mitología y el léxico” de esos pueblos, explicó.
Como muralista, pintor y escultor, Martínez ha cimentado un renombre nacional e internacional con exposiciones en el Museo Nacional de Arte Estadounidense en Washington, y prestigiosos premios por “su capacidad de diseño y altos estándares de mano de obra”.
Sus obras, que son descritas como “vivas, atemporales y serenas”, han sido incluidas en centenares de artículos y aparecen como tema central en libros especializados.
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Emanuel Martínez creó una escultura de bronce de 3 metros de alto, con la que le rinde tributo a los estudiantes chicanos que en 1969 abandonaron sus aulas en una secundaria de Denver en protesta por las desventajosas condiciones educativas.
En otra hace un homenaje a César Chávez, líder sindical de los trabajadores agrícolas en EU y mientras que “La Raza”, escultura de bronce de 3.5 metros, que está en Denver es un reconocimiento a la comunidad migrante.
Su obra también puede admirarse en edificios públicos y universidades en varios estados, entre ellos Illinois, Arizona, Kansas, Tennessee y Georgia, e incluso en la Iglesia Evangélica en La Maguana, en República Dominicana.
Por otra parte, Martínez tamnién ha pintado murales para varias cárceles en Kentucky, California y Georgia, que lo llevan a evocar su primer mural, realizado a los 13 años, cuando él mismo estaba en una escuela para delincuentes juveniles.
Rememora que para lograr superar esa desagradable experiencia tomo la decisión de terminar sus estudios de secundaria y se sumó al Movimiento Chicano y a la Cruzada por la Justicia, un grupo humanitario dirigido por el activista Rodolfo “Corky” Gonzáles (1928-2005).
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Para Martínez es “muy duro” observar que casi todos los murales que pintó en la década de 1970 ya fueron borrados, ya sea debido a que los edificios donde fueron pintados ya no existen o porque esos murales, al no ser valorados por los nuevos dueños de los edificios, fueron removidos o repintados.
Por otra parte, Martínez es considerado como el padre del muralismo chicano (mexicoestadounidense) en Colorado y confía en que sus murales sean como “libros de texto” para enseñar a las nuevas generaciones su propia historia y cultura.
Sin embargo, en las últimas dos décadas, por el proceso de gentrificación, un 90 % de aquellos murales pioneros ya han desaparecido.
“Eso sucede porque no se reconoce a los murales ni como obras de arte ni como objetos históricos”, expresó Martínez, quien estudió con renombrados artistas como los mexicanos David A. Siquieros y Francisco Zúñiga.
“De hecho, las leyes de Colorado los definen como ‘pintura sobre la pared’. Pero para nosotros son nuestro patrimonio cultural”, añadió.
Así mismo, es reconocido por su estética y en especial, por sus contribuciones a la historia de su comunidad y su aportación a la cultura.
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Por otra parte, la Fundación Nacional de Preservación Histórica (NTHP, organización no lucrativa en Washington DC), incluyó a los murales chicanos en Colorado en su lista de “obras en peligro de desaparición”.
Esta es una decisión histórica ya que ninguna de las listas anteriores de la NTHP desde 1988 incluyó murales, sino solamente edificios.
Por su parte, Martínez junto con su hija, la arqueóloga Lucha Martínez de Luna, fundadora en 2018 del Proyecto Murales Chicanos de Colorado (CMCP), recibieron con emoción esta noticia.
Siendo así que redoblaron sus gestiones con el propósito de proteger los murales de Emanuel y de otros artistas chicanos, mexicoestadounidenses, latinos, indígenas y personas de color en general.
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“Nuestros murales son nuestros libros de historia escritos por nosotros mismos. Allí nos vemos a nosotros. Ahí está nuestra identidad y nuestra autoestima. Nos vemos como somos, no como los criminales que dicen que somos”, explicó Martínez de Luna. “Cuando se ven murales en las paredes de Roma o de México, nadie cuestiona su valor histórico o cultural. Aquí lo ven como pintura en la pared. Pero para nosotros este es nuestro patrimonio cultural”, añadió.
Con información de la Agencia EFE.
