¡Nos timaron! ¿Cambiará la historia? Investigador asegura que el águila y la serpiente no existen en los orígenes de la fundación de Tenochtitlán

Artes
/ 15 marzo 2024

Guillermo Correa Lonche ha dedicado los últimos años a indagar en los inicios de la historia mexicana, buscando pruebas que confirmen al cien por ciento la presencia de este símbolo del pueblo mexica

En su éxodo desde la mítica Aztlán, el pueblo mexica llegó a un lago, donde vieron la señal que el dios Huitzilopochtli les había indicado para fundar su ciudad: Un águila, posada sobre un nopal, devorando a una serpiente.

Este símbolo se convirtió en el estandarte que siglos después identificaría a una nación entera, la mexicana. Aunque ahora un historiador está poniendo en cuestión la veracidad de esta versión histórica, hasta el momento considerada oficial y verídica por todos.

Guillermo Correa Lonche, en su libro “El águila y la serpiente. El problema del origen prehispánico del Escudo Nacional Mexicano”, publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, examina las fuentes que hablan de la fundación de Tenochtitlán en busca de referencias a este mito.

“Casualmente no tenemos en las fuentes un solo vestigio que nos diga que había un águila devorando una serpiente, ninguna alude a la serpiente, hay otras versiones que dicen que es un pájaro, las fuentes más cercanas hablan simplemente de un tunar que vieron los mexicas y donde decidieron construir su imperio, pero nada más”, explicó el historiador para el medio El Heraldo de México, en una entrevista realizada el pasado mes de febrero.

El investigador dedicó más de 6 años a estudiar decenas de fuentes históricas, desde libros hasta códicos, sin hallar mayor referencia que la mencionada a este hecho. Los primeros usos oficiales de la historia comenzaron a emplearse hasta finales del siglo 17, décadas después de la caída del imperio mexica y el inicio del Virreinato.

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Argumenta que la fundación se produjo cuando el pueblo mexica no tuvo de otra más que establecerse en un sitio “que nadie quería”, el lago de Texcoco, pero al incrementar su poder, los líderes decidieron reescribir la historia y pintar sus orígenes con una luz más favorecedora.

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