¿Te lo perdiste? Así fue el último concierto de Ozzy Osbourne junto a Black Sabbath

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/ 6 julio 2025

A sus 76 años y tras años de salud comprometida, ofreció un show emotivo para finalizar su carrera que evidenció la fragilidad de su voz

Villa Park, estadio del Aston Villa en Birmingham, se convirtió en el altar donde Ozzy Osbourne entregó su último gran acto ante más de 40 mil personas. Fue un concierto especial por varias razones: no solo era el adiós definitivo de Ozzy a los escenarios, sino que marcó la reunión formal de los cuatro miembros originales de Black Sabbath, el grupo que forjó las bases del heavy metal a finales de los años sesenta.

La noche inició con un público encendido que ovacionó cada movimiento del cantante de 76 años. Ozzy apareció sobre un trono negro, una solución a su fragilidad física tras múltiples cirugías en la columna y su lucha contra el Parkinson. La imagen impactó: el mismo hombre que durante décadas brincó, gritó y agitó multitudes, ahora permanecía sentado, sostenido casi por la voluntad y el amor a su música.

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El repertorio fue una clase magistral de historia del metal. Abrieron con “Iron Man”, siguieron con “N.I.B.” y, para sorpresa general, incluyeron “Children of the Grave”, un tema menos habitual en setlists recientes.

Sin embargo, el momento cumbre llegó con “War Pigs” y “Paranoid”, coreadas a todo pulmón por los asistentes. La energía del estadio hizo temblar el césped de Villa Park. Entre luces rojas y humo espeso, Ozzy estiró el brazo hacia la multitud como en los viejos tiempos, invitando a un último aullido colectivo.

Durante el show, la voz de Ozzy dejó ver con crudeza el paso de los años y las secuelas de una vida al límite. En varios pasajes se escuchó ronca, frágil, e incluso se quebró por completo, pero lejos de opacar el momento, sumó emotividad.

“I’ve had a f***ing great time (La pasé muy bien)”, gritó Ozzy con una mezcla de orgullo y melancolía, recibiendo un estruendo de aplausos que pareció no terminar nunca.

A la mitad del recital, el cantante dedicó unas palabras a Birmingham: “Este lugar me lo dio todo... y ustedes me lo han dado todo”. Luego miró a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward con complicidad. Fue un instante silencioso, como si los años de conflictos, egos y adicciones se diluyeran bajo el peso de una amistad forjada en el escenario y en los camerinos, entre botellas rotas y giras interminables.

El show no fue solo un repaso de canciones, sino un homenaje viviente a un movimiento cultural. En las gradas se vieron desde fans que vivieron el surgimiento del heavy metal, hasta adolescentes con camisetas negras y parches de bandas que ni siquiera existían cuando Sabbath debutó. Muchos se abrazaban o soltaban lágrimas, conscientes de que estaban presenciando el final de algo irrepetible.

El camino del Príncipe de las Tinieblas

Más allá del concierto, la trayectoria de Ozzy está teñida de escándalos que alimentaron su mito: desde el episodio donde mordió la cabeza de un murciélago en 1982, creyendo que era un juguete, hasta las veces que fue arrestado por desórdenes públicos.

Sus adicciones casi le cuestan la vida en más de una ocasión, y su carrera estuvo marcada por entradas y salidas de rehabilitación. Pese a todo, su música sobrevivió, generando himnos como “Crazy Train” y “Mr. Crowley”, que sonaron también esa noche como un viaje de regreso a su propia leyenda.

El cierre en Birmingham fue tan simbólico como brutalmente humano: el cuerpo ya no responde, la voz apenas alcanza ciertas notas, pero el espíritu rebelde sigue allí. “Este es mi último maldito show... ¡y ha sido increíble!”, exclamó. Y con eso selló, quizá sin saberlo, el epitafio perfecto para un hombre que convirtió la autodestrucción en arte y el exceso en un vehículo para sacudir generaciones.

Egresada en Licenciatura de Comunicación por la UA de C. Laboró como Co-coordinadora en Comunicación Social y Política, así como en producción de contenido para redes sociales y edición de textos académicos. Colaboró en jornadas de promoción para la Salud Sexual y Reproductiva. Actualmente se desempeña como Editor Digital First en Mesa Central de esta casa editorial.

Está certificada en Diplomados de Comunicación Política por Escuela en Liderazgo Xoan Noya en 2020, en Perspectiva de Género en la cobertura de la Violencia contra las Mujeres y la Violencia Femenicida por la UNAM en 2021 y en La Suprema Corte y los Derechos Humanos por la SCJN en 2021.

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