Lo que no desaparece es la fe y la emoción de aquellos que logran abatir el cansancio y llegar hincados, en procesiones, en bicicleta o caminando hasta a la Basílica de Guadalupe para agradecer por un año más de vida, por las buenas condiciones de salud, para cumplir una manda o simplemente para visitar a la Virgen en su día