Descubren que el abuso verbal infantil tiene un impacto similar al físico en la salud mental
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Un estudio precisa que los efectos provocados por el abuso verbal durante la infancia, si bien pueden no ser evidentes de inmediato; tienen un impacto similar al abuso físico en la salud mental, cuando ya se es adulto
LIVERPOOL- De acuerdo a un nuevo estudio intergeneracional publicado en la revista BMJ, al “experimentar abuso verbal en la infancia muestra un impacto similar en la salud mental adulta que el abuso físico”.
No obstan a que comúnmente los efectos de este tipo de abuso no son inmediatamente evidentes, estos pueden “ser igual de dañinos o prolongados”, indican Mark A Bellis, Karen Hughes, Kat Ford, Zara Quigg, Nadia Butler y Charley Wilson, autores de la investigación.
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Los autores que analizaron a más de 20,000 participantes en el estudio, que nacieron desde la década de 1950 en adelante, encontraron una disminución en el abuso físico infantil, sin embargo, observaron un aumento en el abuso verbal infantil.
Bellis, Hughes, Ford, Quigg, Butler y Wilson refieren que a nivel mundial, se calcula que “1 de cada 6 niños sufre abuso físico por parte de familiares y cuidadores”, y añaden que “además del trauma físico inmediato, el abuso físico puede tener efectos permanentes en la salud mental y física”.
Por su parte la Universidad John Moores de Liverpool describe que “el abuso puede tener efectos permanentes en la salud mental y física, y en el bienestar, que pueden manifestarse como ansiedad y depresión elevadas, consumo problemático de alcohol y drogas, conductas de riesgo, violencia hacia otros y problemas de salud graves, como enfermedades cardiovasculares y diabetes”, prosigue la universidad explicando que “al igual que el abuso físico, el abuso verbal es una fuente de estrés tóxico que puede afectar el desarrollo neurobiológico infantil”.
Si bien, continúa BJM, durante ese periodo el abuso físico infantil disminuyó a la mitad, el verbal registró un incremento. la prevalencia del primero pasó de cerca de un 20 % entre los nacidos entre 1950 y 1979 al 10 % en 2000 o después.
Por lo contrario, la prevalencia del abuso verbal registró un aumento del 12 % antes de 1950 a casi el 20 % desde 2000, explican los autores de la investigación que fue coordinada por la Universidad John Moores de Liverpool.
ABUSO FÍSICO Y VERBAL
Igual que el abuso físico, el abuso verbal provoca estrés tóxico que es capaz afectar el desarrollo neurobiológico infantil. Se piensa que alrededor uno de cada tres niños en todo el mundo lo sufre, agregan Bellis, Hughes, Ford, Quigg, Butler y Wilson.
Los autores precisan que no obstante a su alta prevalencia, “las políticas e iniciativas para prevenir la violencia infantil se han centrado en el abuso físico, a menudo ignorando el impacto potencial del abuso verbal”.
En opinión de el profesor Mark Bellis, la Universidad John Moores de Liverpool “Sin medidas de apoyo para combatir el abuso físico, existe el riesgo de cambiar una forma de abuso por otra (verbal)”.
Con el propósito de lograr comprender mejor cuáles son “los efectos a largo plazo del abuso físico y verbal infantil en la salud mental de los adultos, tanto por separado como en conjunto”, los autores decidieron hacer una recopilación datos de “siete estudios relevantes”, con 20, 687 adultos de Inglaterra y Gales, que fueron publicados entre 2012 y 202, señala BJM.
Todos los estudios incluyeron preguntas sobre abuso físico y verbal infantil utilizando la herramienta validada Experiencias Adversas en la Infancia (ACE) y la Escala de Bienestar Mental de Warwick-Edimburgo (breve) para medir los componentes individuales y combinados del bienestar mental en adultos.
Al hacer el análisis de todos los datos que encontraron, los autores hallaron que “la experiencia de abuso físico o verbal en la infancia se asoció de forma independiente con un aumento significativo similar (52 % y 64 %, respectivamente) en la probabilidad de bajo bienestar mental en la edad adulta”, indica BJM.
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Además, la experiencia de ambos tipos de abuso se “duplicó en esta probabilidad en comparación con la ausencia de exposición a ninguno de los dos tipos”, prosigue BJM.
Inclusive, prosiguen Bellis, Hughes, Ford, Quigg, Butler y Wilson, cuando el abuso físico es parte de las experiencias infantiles de una persona y que también sufrieron abuso verbal durante su infancia “se enfrentaron a un riesgo adicional”.
“La prevalencia de bajo bienestar mental aumentó del 16 % sin abuso al 22.5 % (solo abuso físico), al 24 % (solo abuso verbal) y al 29 % (tanto abuso físico como verbal)”, apunta BJM.
En este sentido, “el abuso verbal puede no manifestarse inmediatamente de manera que capte la atención de testigos, profesionales clínicos u otras personas que apoyan los servicios responsables de la protección infantil. Sin embargo, como se sugiere aquí, algunos impactos pueden ser igual de dañinos o prolongados”, explican Bellis, Hughes, Ford, Quigg, Butler y Wilson.
Siendo así, continúan los autores, “en un número cada vez mayor de países, padres, cuidadores, docentes y otros desempeñan funciones en las que la legislación ahora prohíbe el abuso físico infantil, independientemente de si la intención se hubiera considerado anteriormente abusiva, punitiva o educativa”.
Esta situación, en opinión de los investigadores, “deja un posible vacío que debería subsanarse con asesoramiento y apoyo educativo sobre la crianza, la disciplina y el control adecuados de los niños”.
Por lo que Bellis, Hughes, Ford, Quigg, Butler y Wilson., concluyen que “sin dicho apoyo, y ante la falta de conocimiento público de los daños causados por el abuso verbal infantil, las medidas para reducir el castigo físico infantil corren el riesgo de simplemente sustituir un tipo de abuso dañino por otro, con consecuencias igualmente a largo plazo”.
Bellis afirma que “el abuso verbal puede no manifestarse inmediatamente de forma que capte la atención de testigos, profesionales sanitarios u otras personas responsables de la protección infantil”. Sin embargo, prosigue el profesor de la Universidad John Moores de Liverpool “algunos impactos pueden ser igual de dañinos o prolongados. Como sociedad, y de hecho en muchos países, la legislación actual previene el abuso físico infantil, lo cual es positivo, pero también deja un posible vacío que debería subsanarse con asesoramiento educativo y apoyo sobre la crianza adecuada”.
“Sin dicho apoyo, las medidas para reducir el castigo físico infantil corren el riesgo de simplemente sustituir un tipo de abuso dañino por otro, con consecuencias igualmente a largo plazo”, concluye Bellis.
Con información de BMJ journal y la Universidad John Moores de Liverpool.