¡Cuidado! Su dentista puede hacer que se le caigan los dientes
No se trata sólo del hilo dental. Ni del fluoruro. Mucho de lo que su dentista viene diciéndole que haga desde está resultando ineficaz, según nuevos informes que contradicen los consejos que suelen darse habitualmente
No se trata sólo del hilo dental. Ni del fluoruro. Mucho de lo que su dentista viene diciéndole que haga desde hace años está resultando ineficaz, según un nuevo informe que contradice los consejos que suelen darse habitualmente.
En un artículo publicado en The New York Times, el Dr. Aaron E. Carroll echó por tierra todo lo que creíamos saber sobre nuestros dientes, incluida la necesidad de radiografías anuales y visitas semestrales al dentista.
Carroll no es dentista; es profesora de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana e investigadora en el área de política de salud que ha publicado varios libros sobre mitos relativos a la salud. En The Times, analizó con ojo crítico por qué sus dientes están increíblemente fantásticos (como diría el médico de Donald Trump) pese al poco cuidado que les dedica, mientras que su esposa tiene la boca llena de empastes “pese a que hace todo lo que se debe hacer y más”.
“Claramente, lo que hacemos tal vez no cambie tanto las cosas como creemos”, escribió Carroll.
La revelación comenzó el mes pasado cuando un trabajo de investigación muy publicitado dijo que no existen pruebas contundentes acerca del hilo dental.
Según explicó el Dr. Timothy Levine, ortodoncista, el 12 de agosto en The Washington Post, el hilo dental se inventó en el siglo XIX y su eficacia nunca fue demostrada. Las recomendaciones de los dentistas de utilizar hilo dental a diario se basan, por el contrario, “en hipótesis” que, cabe señalar, se plantearon en una época en la cual todos esperaban que a la larga se les cayeran los dientes.
Por su parte, el fluoruro, considerado en su momento como el patrón oro para mantener la salud dental, cayó en desgracia en la opinión pública y muchas pastas dentífricas ahora se jactan de ser libres de fluoruro.
Carroll cree, sin embargo, que cepillarse dos veces al día utilizando un dentífrico con fluoruro y un cepillo dental eléctrico es un consejo lógico. Todo lo demás, no tanto.
Ejemplo:
Se corre el riesgo de que el dentista se moleste, pero si usted tiene en general una buena salud dental, puede cada tanto rechazar las radiografías, aunque su seguro odontológico probablemente las cubra una vez al año, dijo Carroll.
La American Dental Association dice que los adultos necesitan radiografías sólo cada dos o tres años si no hay un indicio externo de enfermedad o deterioro, y ¿para qué exponerse innecesariamente a la radiación, aunque sea en niveles bajos?
La ADA dice que los niños y los adolescentes, sin embargo, las necesitan con más frecuencia: cada 12 a 24 meses en el caso de los niños; 18 a 36 meses para los adolescentes.
Otro consejo común de Carroll cuestiona la necesidad de someterse a una limpieza dental profesional cada seis meses. Mencionó un informe de 2005 que analizó ocho estudios que se propusieron descubrir si las limpiezas de rutina marcaban una diferencia significativa en la placa, la caída de los dientes y la gingivitis, entre otros problemas. Las conclusiones fueron, no obstante, ambiguas y presentaron un “elevado riesgo de sesgo”.
En sus conclusiones, Carroll señaló una teoría de la salud dental que está ganando cada vez más terreno; que la suma de la genética y la higiene, lo que comemos, puede afectar la salud de nuestros dientes.
También advirtió que los padres pueden transmitir bacterias que generan caries a sus hijos compartiendo los cubiertos.
Es algo para pensar la próxima vez que nos sentemos a comer en familia –además de la reciente noticia de que los arqueólogos hallaron partículas de alimentos atrapadas en los dientes fosilizados de nueve personas que vivieron en los Balcanes hace 8,600 años.
En su defensa, el cepillo de dientes tal como lo conocemos hoy no se inventó hasta 1938, según la Biblioteca del Congreso.