Gota: qué es esta enfermedad silenciosa y por qué cada vez afecta a más personas
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La gota ya no es una enfermedad rara ni exclusiva de ciertos grupos.
Durante mucho tiempo, la gota fue vista como una enfermedad del pasado o asociada únicamente a excesos alimenticios. Sin embargo, hoy vuelve a colocarse en el centro de la conversación médica debido a su creciente incidencia en todo el mundo. Cada vez más personas, incluso en edades tempranas, reciben este diagnóstico. Pero ¿qué es realmente la gota y por qué va en aumento?
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¿Qué es la gota?
La gota es una forma de artritis inflamatoria causada por la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones. El ácido úrico es una sustancia que se produce de manera natural cuando el cuerpo descompone las purinas, compuestos presentes en ciertos alimentos y también generados por el propio organismo.
Cuando los niveles de ácido úrico en sangre son elevados y el cuerpo no logra eliminarlos adecuadamente, estos cristales se depositan en las articulaciones, provocando inflamación, dolor intenso y rigidez. La articulación más comúnmente afectada es la del dedo gordo del pie, aunque también puede presentarse en tobillos, rodillas, muñecas, codos y manos.
Síntomas principales de la gota
Los ataques de gota suelen aparecer de forma súbita y pueden ser extremadamente dolorosos. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
- Dolor articular intenso, generalmente nocturno
- Inflamación, enrojecimiento y aumento de temperatura en la articulación afectada
- Sensibilidad extrema al tacto
- Rigidez y dificultad para mover la articulación
Sin tratamiento adecuado, los episodios pueden volverse más frecuentes y prolongados, evolucionando hacia una gota crónica, con daño permanente en las articulaciones.
¿Por qué la gota va en aumento?
El incremento de casos de gota no es casual y responde a varios factores relacionados con el estilo de vida y la salud metabólica actual:
1. Cambios en la alimentación
El mayor consumo de alimentos ricos en purinas, como carnes rojas, embutidos, mariscos, bebidas azucaradas y alcohol, especialmente cerveza, contribuye al aumento del ácido úrico en sangre.
2. Aumento de la obesidad y el síndrome metabólico
El sobrepeso, la resistencia a la insulina y la diabetes están estrechamente relacionados con niveles elevados de ácido úrico. A medida que estas condiciones se vuelven más comunes, la gota también lo hace.
3. Envejecimiento de la población
El riesgo de desarrollar gota aumenta con la edad, y el envejecimiento poblacional ha incrementado la prevalencia de esta enfermedad.
4. Uso de ciertos medicamentos
Algunos diuréticos y tratamientos para la hipertensión o enfermedades cardiovasculares pueden dificultar la eliminación del ácido úrico.
5. Diagnóstico más frecuente
Hoy existe mayor conciencia médica y mejores herramientas para detectar la gota, lo que también influye en el aumento de casos registrados.
¿Quiénes tienen mayor riesgo de padecer gota?
Aunque puede afectar a cualquier persona, la gota es más común en hombres adultos, personas con antecedentes familiares, quienes padecen enfermedades renales, hipertensión, diabetes o dislipidemias, y en quienes llevan una dieta alta en proteínas animales y alcohol.
Prevención y manejo de la gota
La buena noticia es que la gota puede prevenirse y controlarse con cambios oportunos en el estilo de vida y, cuando es necesario, tratamiento médico. Mantener un peso saludable, reducir el consumo de alcohol, priorizar frutas, verduras y cereales integrales, así como mantenerse bien hidratado, ayuda a controlar los niveles de ácido úrico.
Además, el seguimiento médico permite ajustar tratamientos farmacológicos que previenen nuevos ataques y evitan el daño articular a largo plazo.
Una enfermedad que no debe ignorarse
La gota ya no es una enfermedad rara ni exclusiva de ciertos grupos. Su aumento refleja cambios profundos en la forma en que vivimos y nos alimentamos. Reconocer sus síntomas, entender sus causas y actuar a tiempo es clave para evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida. Ante dolor articular intenso y recurrente, acudir al médico puede marcar la diferencia entre un episodio aislado y una condición crónica.