Cuando incendiaron el Cristo de las Galeras de Saltillo

El siniestro consternó a la ciudad en 2005, pues la intolerancia religiosa habría sido el principal motivante del atentado contra la fe católica

Coahuila
/ 14 junio 2024
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La noche del 30 de marzo de 2005 Saltillo lloró, literalmente, el incendio del Cristo Rey que se levantaría en el Cerro de las Galeras, al poniente de la ciudad.

Mujeres se desmayaron y decenas de vecinos gritaron en queja la falta de seguridad pública. Ya había ocurrido un antecedente, una primera alerta de riesgo, y las medidas fueron insuficientes.

El siniestro se redujo a un montón de cenizas, una estructura de acero dañada, una mano derecha a medio rescatar y miles de pesos perdidos. Se exigió justicia, y nunca llegó.

Esta es la historia de lo que siempre se consideró que no fue un accidente, sino un acto de intolerancia religiosa.

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LA AMENAZA

Siendo 20 de marzo del 2005, 10 días antes del incendio, Vanguardia publicó en sus páginas que se encontraron pintas en el Cristo Rey que se planeaba levantar próximamente en el Cerro de las Galeras.

Presuntos pandilleros rayaron las piedras que rodean el santuario y dos de las estructuras metálicas. Además de poner los nombres de los grupos vandálicos, escribieron mensajes obscenos que no se especifican en la nota informativa.

Ante los actos, vecinos de las colonias como Chamizal, Guayulera, Universo y Puerto de la Virgen, solicitaron a las autoridades la presencia de elementos policiacos para resguardar la zona donde se encontraba el Cristo a espera de ser montado en su estructura.

Según narraron los propios vecinos, los rondines no eran suficientes, pues los policías apenas y se paraban por el lugar y así como llegaban, se iban.

Dos días más tarde, el 22 de marzo, tras consultar a líderes religiosos y a la misma comunidad, esta Casa Editorial publicó que las pintas podían interpretarse como intolerancia religiosa y no solo como grafitis.

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Desde que se planteó el proyecto se mencionó que el objetivo era contar con un monumento que representara la fe saltillense, siendo el impulsor de esta idea el párroco Antonio Elizondo Solís, de la iglesia de Cristo Rey ubicada en la colonia Guayulera.

El fin era que la ciudad contara con un ejemplar parecido a los que existen en Torreón (Coahuila), Silao (Guanajuato) y Río de Janeiro (Brasil).

Era cuestión de días para culminar el proyecto. Se tenía un 90 por ciento de avance, se invirtieron 700 mil pesos (de los dos millones estimados), y sólo faltaba instalar la línea de luz eléctrica que el Ayuntamiento haría a través de siete postes.

EL FUEGO

“Queman al Cristo del Cerro de las Galeras”: fue el titular que salió publicado en Vanguardia el día siguiente del incendio.

Según cuenta la nota, la noche del 30 de marzo se vivió un caos en la punta del cerro. Cientos de testigos vieron cómo se consumía la figura monumental de 15 metros de altura y 5.5 toneladas de peso.

Los esfuerzos de los bomberos por sofocar el fuego no lograron contener las llamas. Y es que el material de la escultura era completamente flamable por haber sido elaborada a base de unicel y papel, revestida de fibra de vidrio y resina.

Hubo llantos, gritos y desmayos. “Cuando rayaron por primera vez pedimos caseta pero no hicieron caso”, gritó Juanita Contreras a los policías que acordonaron el lugar. “Ya pa’ qué vienen”, complementó.

Mientras unas familias rompieron en llanto, otras personas dijeron que era necesario linchar y hacerles lo mismo que a la imagen a los responsables.

También reclamaron la ausencia del entonces Director de Seguridad Pública, Segismundo Doguin: “cómo cuando realizaron el reportaje por televisión sí vino, a ver, que venga ahora que se está quemando”.

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La señora Magdalena Martínez de 75 años fue quien se desvaneció ante el impacto: “se me rompe el corazón, Dios mío”, se le escuchó decir mientras fue auxiliada por el Departamento de Bomberos.

Desde ese momento se manejó la teoría de que el incendio fue provocado. E incluso se señaló que el Cristo había sido bañado en gasolina, a lo que el director de Protección Civil, Alberto de la Rosa, prefirió no adelantarse.

Aunque sin descartar teorías, de la Rosa mencionó que por los materiales, el incendio pudo haber iniciado hasta por la colilla de un cigarro ayudado por el viento.

Eso no convenció a los saltillenses, quienes siguieron en reclamo y hasta apuntaron haber visto personas sospechosas por el área.

“Yo vi poco antes del incendio que unas personas bajaron del cerro con unos garrafones de agua, no parecían pandilleros y no se veían tan jóvenes”, dijo Isabel Vásquez, una de las vecinas del lugar.

Por su parte, consternado y con la voz entrecortada, esa misma noche mientras los bomberos concluían las labores de enfriamiento, el párroco Antonio Elizondo aseguró la continuidad del proyecto.

Del Cristo solo quedó la mano derecha y la estructura de acero de 22 metros de altura y 40 toneladas que irremediablemente necesitaría compostura para que fuera confiable.

EL LEVANTAMIENTO

La movilización social siguió los días posteriores al incendio. Los saltillenses se reunieron en el lugar para contemplar los restos y hacer oraciones. La zona se volvió más visitada que antes.

Además, se convirtió un centro de oración ante la agonía del Papa Juan Pablo II, quien murió ese mismo año pero el 2 de abril, tres días después del incendio sucedido en el cerro.

Por su parte, el gobierno estatal también se sumó al hecho con el gobernador Enrique Martínez ofreciendo su respaldo moral y un apoyo económico de 200 mil pesos, para reanudar los trabajos que realizaba el escultor César Ledezma.

En tanto, el párroco Antonio Elizondo hizo lo propio al presentarse en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) para levantar una denuncia por: “daños calificados contra quien o quienes resulten responsables”.

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“Lo que pasó fue un golpe muy duro porque ya esperábamos terminarlo. El Cristo representó mucho trabajo y lograr la suma de muchas voluntades no fue fácil”, comentó Elizondo.

También declaró que estaba dispuesto a perdonar absolutamente todo, aunque aseguró que no hay posibilidad de que los culpables reparen el daño: “sí les pido que se acerquen a Dios”, sentenció.

REPUDIO Y UNIÓN

Según quedó plasmado en las páginas de Vanguardia, lo ocurrido con el Cristo convocó la opinión de varios líderes religiosos.

“Nosotros respetamos su descontento, incluso nos sumamos a su indignación por este acto de intolerancia que no debe existir en contra de ninguna religión”, Carlos Ramírez, pastor de la Iglesia Bautista de Saltillo.

“Creo que fue algún fanártico religioso solitario, alguien que no entiende el verdadero mandato de Dios, quizá hasta alguien mal orientado”, José Torres González, líder de la Iglesia Presbiteriana Bethania.

Jorge López, Comunidad Cristiana de Vida y Paz, manifestó su descontento y se unió a la teoría de que quien realizó las pintas y la quema debe ser alguien con problemas mentales.

El Cristo finalmente se rehizo y fue levantado un año más tarde, en la misma zona. Esa ocasión se planteó que sería un espacio destinado a la fe y al turismo, pero actualmente luce en abandono.

Desde entonces el monumento se ve desde lejos, no es que muchas personas suban hasta allá a rendirle tributo a su fe, pero se mantiene como un recordatorio de una ciudad que históricamente ha estado ligada a la religión católica.

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