“Mientras sea presidente Díaz y gobernador de Valle, primero empiedran el cielo que esta maldita calle”. ¿Jacobo Aguirre habrá imaginado que 113 años después su frase seguiría teniendo sentido?
Era por allá de 1910 cuando el poeta y periodista se tropezó y se cayó en la actual calle General Victoriano Cepeda, en la esquina con Benito Juárez, en pleno Centro Histórico.
En esa época Porfirio Díaz era presidente de México (1876-1911) y Jesús de Valle de la Peña el gobernador de Coahuila (1909-1911).
Para Jacobo, estos dos personajes eran los responsables de que las condiciones de la calle no fueran las óptimas para caminar, y por ende, del tropezón que lo llevó a encontrarse con el suelo.
Una placa, colocada en 1998 en la fachada de una tienda de conveniencia en el lugar, rinde homenaje al momento en el que los presentes escucharon al saltillense pegar el grito y externar su enojo.
¿Qué pensaría Jacobo si viera las condiciones actuales? No es un secreto que la calle General Cepeda es hasta hoy un malestar para los caminantes, llantas y amortiguadores de los vehículos. Cuántas en la ciudad no lo son.
Más que baches, en esta vialidad hay pozos, desniveles, parches, cuarteaduras, adoquines rotos y evidencias de cómo se han sobrepuesto capas de asfalto.
ARROYO, ACEQUIA... CALLE
Cepeda, el que el cronista de Saltillo, Armando Fuentes Aguirre “Catón”, define como un camino que “serpentea como mujer desde lo alto del cerro”, tiene de distancia dos kilómetros y 200 metros.
Ese serpenteo al que se refiere “Catón”, es un trazo marcado por la naturaleza al que el hombre decidió ponerle una calle encima.
Aunque el sentido de su circulación vehicular va de norte a sur, desde el bulevar Francisco Coss hasta topar en la loma del Barrio del Ojo de Agua, la caída de su relieve es de sur a norte.
En los primeros años de la Villa de Santiago del Saltillo (1577), por ahí corría un arroyo que con el tiempo se convirtió en una acequia de la que se alimentaban las huertas y casas que rodeaban la zona.
Este sector era conocido porque ahí residían los hacendados criollos descendientes de los conquistadores y de los primeros colonos.
Conforme se dio el crecimiento de la villa y las rutas para transportarse se volvieron necesarias, para el siglo XVIII la acequia ya había sido transformada en una vialidad a la que bautizaron como Real de Santiago. También llegó a llamarse Santiago y San Francisco.
Junto con esa, en aquella época existían otras cuatro calles que eran consideradas las más importantes de la villa: Huizache (Morelos), San Francisco (Allende), Calle Real (Hidalgo), Del Cerrito (Bravo) y Real de Santiago (General Cepeda).
Fue hasta 1916 cuando a la vialidad se le colocó la nomenclatura que conocemos hasta ahora: General Victoriano Cepeda, por disposición del Gobierno del Estado.
De nombre completo, Victoriano Cepeda Camacho, nacido en Saltillo en 1826, fue gobernador de Coahuila en varios periodos, participó en la Guerra de Reforma y fundó San Pedro de las Colonias.
Su nombre también fue destinado al municipio que antes era Villa de Patos, hoy General Cepeda, ubicado a 66 kilómetros de la capital coahuilense y sitio en el que falleció quien fuera maestro fundador del Ateneo Fuente.
CALLE DE TRASCENDENCIA
Si de personajes se trata, la vialidad tiene de sobra en su historia. Albergó las viviendas de cronistas locales como el mismo “Catón” y Sergio Recio Flores.
Yéndonos hasta el siglo XVIII, la tradición oral cuenta que en una de las viviendas de la acera poniente habitaron los marqueses de San Miguel de Aguayo y Santa Olalla en el siglo XVIII.
Respecto a establecimientos, fue muy popular el Cine Nuevo Apolo. Y durante la ocupación estadounidense (1846-1848), en la esquina de General Cepeda y Castelar se instaló el cuartel de los soldados voluntarios de Luisiana.
Entre los sitios más importantes que se mantienen están la Plaza Ateneo y la Plaza San Francisco y la iglesia con el mismo nombre.
Desde la caída de Jacobo han habido 30 presidentes de la República y 47 gobernadores en Coahuila.
A medio kilómetro de donde se cayó Jacobo Aguirre, ahora hay una vialidad de 700 metros que lleva su nombre. ¿Habrá sido un guiño para compensarle el disgusto? Pero bueno, de Jacobo y su obra hablaremos en otra ocasión.
*Con información de María Elena Santoscoy, Pablo Cuéllar, Arturo Berrueto, Carlos Recio, Archivo Municipal de Saltillo.