El chatbot de la CIA sustituye a los líderes mundiales
El chatbot forma parte de la iniciativa de la agencia de espionaje para mejorar las herramientas de las que disponen sus analistas y sus agentes de campo
NUEVA YORK- Comprender a los líderes de todo el mundo es una de las tareas más importantes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por su sigla en inglés). Equipos de analistas examinan la información recopilada por espías y la información disponible para todo público con el fin de crear perfiles de líderes que puedan predecir comportamientos.
Ahora, un chatbot impulsado por inteligencia artificial ayuda a hacer ese trabajo.
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En los dos últimos años, la Agencia Central de Inteligencia ha desarrollado una herramienta que permite a los analistas hablar con versiones virtuales de presidentes y primeros ministros extranjeros, y ellos les responden.
“Es un ejemplo fantástico de una aplicación que logramos desplegar rápidamente y poner en producción de forma más barata e inmediata”, explicó Nand Mulchandani, director de tecnología de la CIA.
El chatbot forma parte de la iniciativa de la agencia de espionaje para mejorar las herramientas de las que disponen sus analistas y sus agentes de campo, así como para comprender mejor los avances técnicos de sus adversarios. El núcleo del esfuerzo es facilitar a las empresas la colaboración con la agencia más hermética de todas.
William Burns, director de la CIA durante los últimos cuatro años, dio prioridad a la mejora de la tecnología de la agencia y a la comprensión de cómo se utiliza. Los funcionarios entrantes del gobierno de Trump afirman que planean fortalecer esas iniciativas, no derribarlas.
En su audiencia de confirmación, John Ratcliffe, el candidato del presidente electo Donald Trump para dirigir la CIA, declaró que a la agencia le había “costado mantener el ritmo” cuando la innovación tecnológica pasó del sector público al privado. Pero Ratcliffe habló en términos positivos sobre la labor de Burns y aseguró que la ampliaría porque “la nación que gane la carrera de las tecnologías emergentes en el presente dominará el mundo del mañana”.
La CIA lleva mucho tiempo utilizando herramientas digitales, dispositivos de espionaje e incluso inteligencia artificial. Pero con el desarrollo de nuevas formas de IA, incluidos los grandes modelos lingüísticos que potencian a los chatbots, la agencia ha incrementado sus inversiones.
Burns sostuvo que darle un mejor uso a la IA es crucial para la competencia de Estados Unidos con China. Y modelos mejorados de inteligencia artificial han ayudado a los analistas de la agencia a “digerir la avalancha de información de fuentes abiertas que hay ahí fuera”, indicó.
Las nuevas herramientas también han ayudado a los analistas a procesar información obtenida con métodos clandestinos, señaló Burns. Las nuevas tecnologías desarrolladas por la agencia ayudan a los espías a navegar por ciudades de países autoritarios donde los gobiernos utilizan cámaras potenciadas por la IA para llevar a cabo una vigilancia constante de su población y de los espías extranjeros.
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“Estamos avanzando bastante”, comentó Burns, “pero yo sería el primero en argumentar que tenemos que ir más rápido y más lejos”.
Poco después de que Burns asumiera su cargo, eligió a Dawn Meyerriecks, que dirigió el consejo administrativo de ciencia y tecnología de la agencia de 2014 a 2021, para que revisara la labor de la CIA.
Esta revisión impulsó una especie de cambio de cultura. Meyerriecks destacó que, durante mucho tiempo, la CIA creyó que podía hacerlo todo por sí misma. La agencia tuvo que hacer un ajuste y aceptar la idea de que parte de la tecnología que necesitaba había sido desarrollada por el sector comercial y estaba diseñada para mantener segura la información.
“Realmente no había ninguna razón por la que la CIA no pudiera adoptar y adaptar la tecnología comercial”, subrayó Meyerriecks.
Bajo el mando de Burns, la agencia creó un centro de misiones centrado en la tecnología para comprender mejor la tecnología que utilizan China y otros adversarios. Además, contrató a Mulchandani, que ayudó a fundar una serie de empresas emergentes exitosas antes de incorporarse al centro de inteligencia artificial del Pentágono, como primer director de tecnología de la agencia.
Su mandato durante los últimos dos años y medio fue facilitar que las empresas privadas que habían desarrollado nuevas tecnologías pudieran venderle esas aplicaciones y herramientas a la CIA.
Los dilemas a los que se enfrenta cualquiera que quiera hacer negocios con la agencia son dos. En primer lugar, sus necesidades son confidenciales. ¿Cómo puedes venderles algo a los espías estadounidenses si no sabes qué hacen ni qué necesitan? En segundo lugar, está la burocracia.
En su espacio de trabajo, Mulchandani desplegó un gráfico de casi 2 metros de largo en el que se detallaban los niveles de autorización y otros pasos para conseguir un contrato con la agencia.
Cada una de las normas se estableció por una razón: por ejemplo, para solucionar un problema con un contrato o evitar que algo saliera mal en un proyecto. Pero el resultado acumulado es un conjunto de normas que dificulta la colaboración entre las empresas y el gobierno.
La CIA está revisando, e intentando disminuir, esas normas. Pero también está intentando ser más transparente con las empresas tecnológicas sobre lo que necesita.
Muchas oficinas de la CIA son laberintos de cubículos o tienen grupos de escritorios para los asistentes. Cuando Mulchandani empezó a trabajar ahí, le dieron un espacio en la misma planta que los altos directivos de la CIA, pero eso no le gustó.
Mulchandani recordó que el funcionario de la agencia que le dio el recorrido por el lugar le preguntó: “¿Qué tiene de malo?”. Él respondió: “Todo”.
Le desanimaron los despachos pequeños, la falta de luz natural y las salas que parecían armarios para ver el material más clasificado. Ordenó una renovación. Los antiguos despachos se sustituyeron con otros espacios con escritorios móviles para reunirse e intercambiar ideas. El objetivo era crear un espacio que recordara a los lugares de trabajo de Silicon Valley y darles a entender a los empresarios visitantes que la agencia estaba dispuesta a cambiar.
“El espacio va a impulsar la cultura, una cultura de conversación”, concluyó Mulchandani. “Un pedazo de Silicon Valley en el séptimo piso”. c.2025 The New York Times Company.
Por Julian E. Barnes, The New York Times.